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LAREDO | RACING

El Laredo enseña al Racing lo que es la Segunda B

El equipo pejino hizo un partido serio, cerró los espacios y aunque los santanderino tuvieron más el balón, apenas pudieron generar ocasiones de peligro

NojaActualizado a
El Laredo enseña al Racing lo que es la Segunda B
Nacho CuberoDIARIO AS

La Segunda B es mucho más jugar contra el Laredo que contra el Sanse, aunque los dos sean equipos del mismo grupo. Esa es la lección con la que se fueron de La Caseta los jóvenes jugadores del Racing. Aquí no se deja jugar, aquí los espacios valen su peso en oro y los rivales saben que el partido frente al Racing es especial. Un poco de todo eso les enseñaron los pupilos de Manu Calleja a los de Rozada, que empezó el partido con un once jovencísimo, en el que ocho de ellos hace tres meses estaban en tercera división.

El Laredo, muy serio y consciente de que si no lo hacía bien le iba a tocar correr detrás de la pelota, supo juntarse y logró salir un par de veces a la contra. De hecho, la mejor ocasión de la primera mitad fue una gran volea de Varo a la que respondió con un paradón Lucas Díaz. A los pejinos, hoy de azul, solo les sobró un exceso de celo con Pablo Torre, al que antes del cuarto de hora habían cazado ya tres veces por detrás. Probablemente, esa es también una buena, aunque dolorosa, lección para el de Soto de la Marina. Pablo demostró una vez más su calidad, como Martín Solar, cada día más sólido de pivote. El tercer racinguista que dejó destellos dignos de mención fue Jonathan, un joven extremo canario fichado este verano para el filial, que amargó la tarde a Resines. También Bustos, por la derecha, pareció dar un paso adelante. Como Juan. Lo peor, la lesión en la espalda de Jon Ander, que tuvo que retirarse nada más comenzar el partido.

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Nacho CuberoAS

La segunda mitad, con Rozada cambiando a todos de golpe (menos Siverio, por la ausencia de Jon Ander) y Calleja dosificando los relevos, fue un poco más de lo mismo..., pero con Camus. El extremo santanderino tiene ahora mismo una marcha más que sus compañeros y que sus rivales. Cada vez que le hacen llegar un balón con cierta ventaja, él solo se encarga, con sus dos primeros trancos, de meter el miedo en el cuerpo al rival. Le falta un socio para el remate en el área. Otro que aprovechó la tarde para reivindicarse fue Mirapeix. Si enpezó con mal pie frente al Sanse, en La Caseta estuvo impecable. Ganó duelos y no le quemó la pelota. Probablemente, necesitaba una alegría así este verano. Íñigo, como siempre. Nunca juega mal.

Con el veterano Felipe Peredo, siempre concentrado, por delante de la defensa ordenando  la faceta defensiva laredana y el altísimo Parro como faro arriba para intentar cazar un balón al espacio, los del Charles seguían demostrado que con apenas dos semas de entrenamientos empiezan a tener las ideas muy claras. No pegan pelotazos sin sentido, cuando la tienen intentan combinar, pero saben que liga pasa por no regalar nada. Ni en los amistosos.