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SEVILLA

Lopetegui, el jackpot de Monchi

El director deportivo del Sevilla apostó buena parte de su crédito en la contratación del vasco y ha ganado: el sevillismo, receloso antes, aplaude a su técnico en pleno.

Lopetegui celebra con sus jugadores la victoria ante la Roma.
FRIEDEMANN VOGELPool via REUTERS

"Monchi sabrá". Ése era el mantra con el que se consolaban algunos sevillistas, los menos enfadados, el 4 de junio de 2019, día en que se confirmó oficialmente una contratación de la que a priori recelaba el 99,9 por ciento de los aficionados blanquirrojos: la de Julen Lopetegui. Ni siquiera en el Consejo había consenso sobre Julen. Se desconfiaba de esa marcha abrupta de la Selección española que había marcado públicamente la imagen del de Asteasu; también, de que durara luego apenas unos meses en el Real Madrid, un club al que no es que se ame precisamente en el Sánchez Pizjuán. De vuelta en Nervión tras una aventura de dos temporadas con la Roma, la misma Roma que acaba de eliminar el Sevilla, Monchi apostaba a un solo número de la ruleta un buen trozo de ese inmenso crédito acumulado durante años de títulos, finales y plusvalías en los fichajes. La bola se ha parado en el 32 y el crupier ha cantado Jackpot para el director deportivo gaditano.

De Lopetegui se rebuscaban hasta sus resultados en el Oporto. "Tampoco ganó nada. Y eso que es el club que más ha ganado en Portugal durante las últimas décadas", argumentaban los más críticos con el explorador de Internet todavía abierto. Un año y dos meses después, en la que quizá ha sido la temporada más extraña del fútbol mundial desde los 40, el entrenador de Asteasu ha mutado de sospechoso en indiscutible para una inmensa mayoría del sevillismo. Y lo ha conseguido sin necesidad (todavía) de levantar ningún título. Su paisano Unai Emery ganó tres Europa Leagues antes de entrar en un santoral nervionense del que no saldrá, ni siquiera aunque se marchara al PSG por la puerta de atrás. "Se le está poniendo cara de Unai", es el piropo generalizado que estos días los sevillistas le dedican, ya con mucho cariño, a Julen.

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La tremenda lección de fortaleza táctica, técnica y física que el Sevilla dio ante la Roma acabó seguramente por convencer a los últimos paganos del entrenador vasco en Nervión, si es que quedaba alguno. Antes del confinamiento y a pesar de haber estado buena parte del año en zona Champions, aún había bastantes que guardaban en el cajón un "ya lo dije" para el incierto regreso de LaLiga, momento en el que iba a pesar más la profesionalidad de los jugadores que lo que pudieran hacer el entrenador y sus ayudantes, policías imposibles desde la distancia. Pepe Conde y Óscar Caro, los preparadores físicos, usaron la telemática, la dietética y cualquier otra ciencia posible para que su equipo estuviera a punto para la vuelta. Y lo consiguieron, quizá mejor que nadie. El Sevilla ha ganado 8 partidos y empatado otros cuatro. No pierde desde febrero y en ello tiene mucho que ver el estado de forma de sus jugadores.

También habrá que atribuirle su mérito al siempre tranquilo Pablo Sanz, segundo de Julen y en algunos aspectos 'Pepito Grillo' de un técnico que ha perdido nerviosismo a medida que conseguía buenos resultados. Con la eliminación copera en Miranda de Ebro como momento más difícil, la toma de decisiones y quizá alguna alineación como la que presentó en Anduva le han costado críticas (y aquel gran disgusto) al entrenador guipuzcoano, al que en los últimos tiempos no sólo se felicita por la preparación táctica y física del equipo, sino también por su mejora en el manejo de los partidos con los cambios. Ante la Roma (hizo sólo tres sustituciones y dos de ellos en el descuento) no necesitó pegar ningún volantazo. Pero sí que acertó de pleno ante el Barcelona, contra el Mallorca o con varios movimientos estratégicos que cambiaron por completo el partido para acabar ganando en San Mamés al Athletic.