El dilema táctico de Setién
Pendiente del estado en el que llegue Griezmann, el cántabro duda entre el 4-3-3 y el 4-3-1-2, pero tampoco ha descartado jugar con tres centrales, su idea inicial cuando fichó por el Barça.
Setién tiene un asunto urgente que resolver antes del 8 de agosto y es cómo plantar a su equipo ante el Nápoles. Nada de lo que ha probado desde que llegó al Barça le ha funcionado al cien por cien. Todos los dibujos han tenido ráfagas interesantes, pero también tremendas lagunas. Es el momento de decidirse. No sólo está en juego el futuro del equipo en la Champions, también el suyo en el banquillo la próxima temporada. Ahora mismo, por cierto, muy cuestionado.
Setién llegó al Barça con una idea. Revolucionar el dibujo del equipo, olvidar el 4-3-3 y arrancar con un sistema con tres centrales (en el que, por cierto, prescindió por sorpresa de Lenglet para dar cabida al dubitativo Umtiti) que no funcionó ante Granada e Ibiza y se estrelló en Valencia. Visto el fracaso, el cántabro lo guardó en el cajón, pero prometió que volvería. Y lo hizo, con matices, después del confinamiento. Ante el Valladolid, Sergi Roberto jugó como central en un sistema 3-1-4-2 y, a ratos funcionó.
Sergi Roberto es el jugador bisagra que permitiría que el Barça jugase con tres atrás ante el Nápoles para liberar a Semedo y Alba en las bandas. Si no quiere arriesgar ni experimentar más de lo debido, Setién jugará con cuatro en defensa y un centro del campo en el que De Jong, Rakitic y el mismo Sergi Roberto serían los elegidos. Quedaría saber en ese boceto cómo se organiza la delantera. Si Griezmann está al cien por cien, Setién tendrá la posibilidad de insistir en ese esquema que tan feliz resultado le dio en Villarreal, con Messi en la mediapunta, intercambiando posición y espacios con Griezmann, y Suárez arriba. Si no juega el Principito y está obligado a tirar de Ansu, el Barça se pararía con un 4-3-3 más convencional en el que Messi partiría de falso extremo derecho pero jugando por el centro y Ansu sí sería extremo puro en la izquierda.
Setién tiene todo el tiempo del mundo para decidir, pero no se puede equivocar.