Redondo: dos décadas de un traumático traspaso
Se cumplen 20 años de la polémica venta del genio del 'Taconazo de Old Trafford' al Milan por 18M€. La afición blanca salió a manifestarse. "Me tocó el amor propio", admitió el argentino.
EI 27 de julio de 2000 el madridismo entró en shock. El Madrid hacía oficial que vendía a Fernando Redondo, ídolo blanco durante seis años y el genio responsable del Taconazo de Old Trafford, al Milan por 3.000 millones de las antiguas pesetas (18M€). Un revés a una afición ilusionada por la llegada tres días antes de Luis Figo. Un hecho que no fue baladí. “Florentino se había comprometido en la campaña a traerlo, Figo costaba mucho y el Milan ofrecía por mí un montón de dinero por un futbolista de 31 años...”, reflexionaba el año pasado, con la distancia del tiempo, el propio Redondo en La Nación. Los años no han suavizado, eso sí, el golpe. “Me tocó un poco el amor propio que me quisieran vender. Un tiempo antes me había querido el Inter y el Madrid le contestó que no había ninguna posibilidad”.
Un traspaso a Italia que provocó manifestaciones de protesta de las peñas blancas y generó un cisma entre la entidad y el argentino. En el comunicado oficial el Madrid indicó que aceptó la venta “por deseo expreso del jugador”, a lo que Redondo, que había apoyado a Lorenzo Sanz en las elecciones contra Florentino, replicó dolido en la SER. “Mi madridismo está demostrado con hechos, no con palabras. Tuve ofertas mayores que la del Milan y no me fui. Si el presidente me hubiera dicho que no quería venderme no me hubiera ido”.
El caso es que Redondo se embarcó en el desafío rossonero con mucha mala suerte. Nada más llegar se destrozó el cruzado y se pasó los dos años siguientes recuperándose. Pero el destino le tenía reservado un regreso al Bernabéu, en 2003, con el Milán y el coliseo blanco se puso en pie al grito de “¡Redondo, Redondo...!”.
El pasado 19 de abril, en AS, el argentino se mostraba feliz por seguir en el imaginario colectivo madridista dos décadas después. “No me siento una leyenda, pero sí es muy gratificante cada vez que piso Madrid recibir el cariño de la gente más allá del paso del tiempo. No deja de sorprenderme”.