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ESPANYOL - REAL MADRID

El Espanyol recibirá herido de muerte al Real Madrid

Tan perdido como Chen Yansheng ante la afición está un equipo que asume el descenso, con jugadores que nunca reaccionaron, tres técnicos y una planificación nefasta.

Actualizado a
25/06/20  PARTIDO PRIMERA DIVISION
 CORONAVIRUS COVID19
 BETIS - ESPANYOL 
 OCASION WU LEI TRISTEZA
TONI RODRIGUEZDIARIO AS

Tantas cábalas venía haciendo el Espanyol a lo largo de toda la temporada que no reparó en que, con cinco victorias en 31 partidos, permanecer en Primera es un imposible. Y, aun así, no está desahuciado matemáticamente el conjunto perico, pero sí anímica y virtualmente. En el peor contexto no del año sino de la historia moderna del club, llegará al RCDE Stadium una visita del Real Madrid más inoportuna que nunca.

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Con la derrota de este jueves ante el Betis vendió el Espanyol su alma al descenso y enterró cualquier atisbo de esperanza. Las que hasta la fecha le habían acompañado no por méritos propios, pues el balance de 24 puntos sobre 93 posibles se antoja paupérrimo, sino por deméritos de unos rivales directos que al fin han espabilado. La única plegaria de Abelardo Fernández y sus futbolistas es que el partido ante los blancos no ahonde en el dolor. Ya que la muerte metafórica, el descenso, se antoja inevitable, que el paciente al menos sufra lo menos posible.

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A ese estado de abandono han conducido incontables factores, que cronológicamente comenzaron con la huida de Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ al Betis tras alcanzar la clasificación europea (sí, de eso solo ha transcurrido un año) y que se conjugó, no casualmente, con una nefasta planificación deportiva, a la altura de la económica. Ni siquiera con la competición continental de por medio abandonó en verano Chen Yansheng, presidente y propietario, su máxima de invertir en fichajes la mitad de lo abonado en traspasos. Y de esos polvos estos lodos.

Vendió el Espanyol a Borja Iglesias y Mario Hermoso por 40,5 millones (sin contar ingresos indirectos por Pau López o Joan Jordán), pero ni siquiera dedicó la mitad a refuerzos. Paralelamente, apostó el club por David Gallego, de la casa, estilo a priori continuista con Rubi, que sin embargo no acabó de captar un equipo inmerso desde julio en previas de la Europa League. Y la paciencia no le acompañó.

He ahí otro error mayúsculo del club: tres entrenadores, tres libretos distintos. Nada tienen en común entre sí Gallego, Pablo Machín y Abelardo. En realidad, sí, algo comparten: que los jugadores nunca reaccionaron, vagando por LaLiga como almas en pena y sin dar con la tecla salvo en momentos muy puntuales, como el derbi ante el Barcelona (2-2) o la visita a Villarreal (1-2), ya con el actual técnico. Meros espejismos.

Una reacción de 40 millones tardía e insuficiente

Trató de reaccionar el Espanyol a la deriva cuando la situación aún no parecía irreversible. Y a destiempo, ya en enero, se gastó 40 millones de una tacada entre Raúl de Tomás, Adrián Embarba, Leandro Cabrera y Oier Olazabal. La medicina hizo su efecto, pero era insuficiente para un paciente moribundo, como se ha ido demostrando hasta la derrota final, con un director de fútbol profesional, Francisco Joaquín Pérez Rufete, elevado ahora a director deportivo desde el primer equipo al prebenjamín.

Y en esta agonía sin fin, en la que ya nadie cree en lo que debería haber sido una obligación, se cruza el Madrid en el camino de un Espanyol tan perdido como lo está Chen Yansheng, auténtico precursor del teletrabajo, a ojos de los aficionados.

Ante el Betis, se cargó Abelardo a Vargas, segundo fichaje más caro de la historia perica, y acabó dando la alternativa a Nico Melamed, de 19 años, y la titularidad a Víctor Campuzano, que no jugaba desde enero. Y lo más curioso es que fueron los mejores. El más inmediato reflejo de que necesitan los pericos una auténtica revolución. Pero, esta vez, comandada por alguien que entienda de Espanyol y de fútbol.