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El Betis destituye a Rubi

Tras la derrota de este sábado, el Consejo verdiblanco decidió despedir al catalán, al que sustituirá Alexis Trujillo acompañado del preparador Marcos Álvarez.

El Betis anunció en la madrugada del sábado al domingo la destitución de su ya exentrenador, Joan Francesc Ferrer Sicilia, Rubi, tras la derrota en Bilbao. Le sustituye el que es coordinador del área deportiva de club, Alexis Trujillo, en tándem con el preparador físico Marcos Álvarez. Rubi había llegado el pasado verano a Heliópolis, donde firmó un contrato por tres temporadas previo pago de una cláusula de rescisión a su anterior equipo, el Espanyol. Alexis ya tomó las riendas del equipo en las últimas jornadas de la 16-17, cuando se despidió a Víctor Sánchez del Amo.

El importante finiquito que debe recibir ahora mismo el entrenador catalán, menor una vez termine la temporada, seguía siendo el principal obstáculo para que se tomase inmediatamente la decisión de hacer un cambio en el banquillo. Pero la decisión, con el equipo 14º en la tabla a ocho puntos del descenso y tras haber ganado sólo uno de los últimos 10 partidos no se podía posponer más.

"Que hablen sobre si sigo o no me resulta ya algo inocuo", decía Rubi entre la resignación y el amargor en la previa del partido de Bilbao. Tras la derrota en San Mamés, el entrenador esquivó las respuestas sobre su continuidad con un gesto serio que sin embargo denotaba que sólo se iría si se le despedía. Y todo, aunque las respuestas de sus últimas conferencias de Prensa hayan dejado caer también que habría esperado un mayor apoyo desde la planta noble de la entidad, donde se le ha abandonado del todo desde que se reanudó LaLiga.

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Ya nadie creía en Rubi y ni siquiera hubo palabras de ratificación por parte de alguno de los pesos pesados, el presidente Ángel Haro y el vicepresidente López Catalán. Fue precisamente Alexis, coordinador del área deportiva, el que criticó sin tapujos el juego del equipo tras la derrota en el derbi y quien volvió a dar la cara en los medios oficiales el pasado martes, tras el empate contra el Granada. "Rubi sigue pero se le analizará diariamente". 

En el viaje de vuelta de Bilbao Rubi escenificó la soledad que ha vivido desde que llegó al Betis, en mayor o menor medida. El club había prescindido de Setién ante la presión de buena parte de los aficionados pero también obligó a marcharse al que era vicepresidente deportivo Lorenzo Serra Ferrer. Serra, él mismo lo reconoció, había sido uno de los grandes valedores del nuevo entrenador pero se fue del Villamarín antes siquiera de compartir con él una pequeña planificación de la plantilla.

Precisamente fue el vestuario el primero que se lo puso difícil a su recién llegado jefe. Los pesos pesados del equipo se sentían al principio traicionados por la ausencia de un entrenador con el que habían disfrutado de dos años más o menos brillantes y con el que se sentían identificados, Setién. Rubi, así lo reconocía él mismo con sinceridad meses después, tardó en tener el favor de todos los jugadores y su manera de entender el juego también se ha visto resentida por eso. La discordancia comenzó por afectar a unos resultados que nunca se han enderezado del todo.

Victorias milagrosas ante el Celta y el Valencia habían evitado en otras fases de la campaña la destitución de un entrenador criado ya en la resiliencia con otros equipos, el Huesca o el Espanyol. Superar al Real Madrid también tuvo ese efecto revitalizador antes del parón por coronavirus, al mismo tiempo que enmascaraba que el Betis apenas ha ganado uno de sus últimos 10 encuentros. Una racha que le tiene el 14º en la tabla a falta de ocho jornadas, con 34 puntos, a 13 del 7º y con el 18º, sólo por eso no ha caído antes el técnico catalán, a ocho puntos. Insostenible, sobre todo en medio de la soledad.