Gaizka Garitano cierra el círculo
Con un poli bueno como Patxi Ferreira y un pizpireto preparador físico como Juan Iribarren, siguen un año más en el Athletic. Un trío bien engrasado, con el título de Copa como reto en 2021.
Garitano es un hombre de club, su sitio está en Bilbao, arropado por su entorno familiar, con su padre Ondarru a su vera, y su escudero, Patxi Ferreira, como hombre de confianza. Seguir sumergido en sus raíces, en las calles de Derio, muy próximo a las instalaciones de Lezama, fiel a sus costumbres, e integrado en el club de sus amores, no tiene precio. No hay más que verle sumergido en los rondos de sus jugadores, o ejerciendo de pivote en la explicación de los movimientos que planifica.
Atrás deja las etapas como centrocampista de contención, debutando ante la Sampdoria junto a Mario Bermejo, para ponerse el chándal de técnico de Eibar, vivir experiencias en banquillos mucho más heterogéneos como Valladolid y Deportivo, desembocar en Lezama para pilotar al Bilbao Athletic como proyecto a medio plazo. Su misión de regresar a la formación, como hiciera en Eibar para escalar de Segunda B a Primera, se interrumpió para suplir a Berizzo en un proyecto que se desmembró de manera abrupta. Ahora, afianzado en su puesto para un año más, en comunión con los técnicos de los dos filiales, Joseba Etxeberria y Patxi Salinas, su continuidad cimenta una línea trazada por Rafa Alkorta y Andoni Aiarza. Se rodean de su guardia pretoriana, que ha asegurado resultados, cohesión y fundamento, con comunicación fluida y sin lucha de egos.
Garitano, un hombre serio, recio, trabajador, sin querer proyectarse demasiado de cara al exterior. Con un poli bueno como Ferreira y un pizpireto preparador físico como Juan Iribarren. Un trío bien engrasado. Renovó su contrato el 4 de abril de 2019 hasta el 30 de junio de 2020. Ahora vuelve a ligarse un año más con el club de Ibaigane para ir sellando objetivos, cerrar un círculo que debe desembocar con el título de Copa del Rey en la Cartuja y, antes, rubricar la ansiada séptima plaza en la Liga a partir de mediados de junio empezando por el Atlético de Simeone. Gaizka Garitano ha corroborado resultados más que notables al frente de un primer equipo que asumió desde el filial casi como técnico interino, sin mucho ruido, como un engranaje previsto. En Liga, antes el abrupto paréntesis por culpa del dichoso coronavirus, el Athletic había encadenado dos victorias, mantenía las distancias con los puestos de Europa League y lo que es más importante, había sellado la final de Copa del Rey, ahora también en el alero hasta principios de 2021, tras noquear al Granada sorteando los obstáculos de Tenerife y Elche. Se le pide por un sector de la afición, sin embargo, más valentía para abrir la mano con los jóvenes y ser menos encortesado en las alineaciones.
El técnico de Derio no ha tenido ninguna prisa para renovar. Fiel a su estilo, esperaba hasta casi el final de temporada para cristalizar un acuerdo que, como se preveía, no ha necesitado demasiadas reuniones. Bastaba con mirarse a los ojos y ver que la confianza sigue intacta. Un año, no quiere más. Si alguna de las dos partes no está conforme, un apretón de mano bastaría. La posición de la cúpula del club encabezada por Elizegi y Alkorta siempre ha sido clara y no se ha barajado ninguna otra opción, y menos en estos tiempos de confinamiento y receso económico. El balance liguero bajo su batuta, predominando un equipo rocoso, destila unos números calcados: 12 victorias, 12 empates y 12 derrotas. Quedan ahora 11 de Liga para inclinar la balanza.
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