El adiós de Éver Banega en Nervión se sigue enfangando
La polémica barbacoa en su domicilio añade más lastre a una salida que no ha gestionado demasiado bien pese a que se esperara.
El final de la segunda etapa de Éver Banega en el Sevilla apunta a parecerse muy poco al de la primera. Si en 2016 el argentino era aclamado por una grada que celebraba la tercera Europa League consecutiva y que le pedía que se quedara, los asuntos extradeportivos y la forma de gestionar el anuncio de su no continuidad no han gustado lo más mínimo ni en el club ni en su entorno. Sin embargo, Banega tiene once partidos para dar la vuelta a todo y que la impronta que deje en Nervión se parezca mucho más a la de antaño que a la actual.
Empezando por lo último, que Banega fuera el anfitrión y que su pareja fuera quien colgara en las redes sociales las imágenes de la famosa barbacoa no ha jugado a su favor especialmente. Además, de los jugadores que salen en la foto es el único que acaba contrato, mientras que De Jong y Franco Vázquez ya despiertan filias y fobias de sobra sin necesidad de estos saraos y Ocampos lo justifica prácticamente todo por el hecho de ser el mejor jugador del Sevilla en lo que va de temporada. El aficionado sevillista ha sacado las uñas en defensa de los suyos pero de puertas para adentro rumia la torpeza de cuatro futbolistas de los que el mayor señalado, por fama y trayectoria extradeportiva, es Banega.
Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
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A esto hay que sumar que la marcha de Banega se anunció nada más comenzar 2020. Y no fue por mutuo acuerdo entre el jugador y el Sevilla, sino porque el Al Shabhab de Arabia Saudí anunciaba su contratación. Eso dolió en Nervión, porque Banega había estado dando vueltas a su renovación con el Sevilla desde principio de temporada. Y, al contrario que en 2016, Banega no se marcha a un Inter de Milán que le multiplicó su sueldo pero que también le iba a permitir, en principio, luchar por el título. Ahora Banega hace las maletas a un campeonato tremendamente menor por motivos exclusivamente económicos a pesar del fútbol que aún parece quedarle en las botas.
Esto provocó que Banega incluso escuchara pitos en el Sánchez Pizjuán en algunos partidos de esta temporada. A todo lo extradeportivo se le unió que el argentino llevaba tiempo jugando con molestias en los tobillos, lo que hizo que su rendimiento decayera. Sin embargo, en el último partido de LaLiga, disputado en el Wanda ante el Atlético, Banega volvió por sus fueros y pareció anunciar un final de temporada por todo lo alto.
Ahora, en puertas de que vuelva la competición, la torpeza de su barbacoa vuelve a ponerlo en el disparadero. Los partidos a puerta cerrada le ahorrarán murmullos y pitos, pero también aplausos de protección en caso de que se los ganara. Le toca a Lopetegui gestionar la mentalidad de uno de sus mejores jugadores que parece que no se despedirá como la estrella que ha sido durante seis temporadas en Nervión por sus decisiones fuera del campo.