Tresaco, el robinsón crusoe de la habitación nº4
El joven delantero aragonés, sin los compañeros ni empleados habituales, es ahora el único habitante de la residencia de las Instalaciones Nando Yosu
No es Quasimodo en Notre Dame, ni un alma en pena, ni está obligado allí, pero lo cierto es que Rafa Tresaco, el prometedor delantero aragonés que entrena estos días junto a otros cuatro jugadores del filial, Lucas, Goñi, Martín Solar y Camus, con el primer equipo, está viviendo una situación peculiar. Es el único habitante, recluido en su habitación, la número 4, de las Instalaciones Nando Yosu. Y a la espera de lo que decida hacer el Racing de cara al playoff que supuestamente deberá jugar el Rayo Cantabria a finales de julio, tiene por delante varios meses de soledad. Un peaje más en su carrera en pos de un sueño, el de ser futbolista.
La crisis generada a nivel mundial por la pandemia del COVID-19 no deja de generar imágenes inéditas casi en cualquier lugar al que se mire. Una de ellas, menor pero significativa en el micromundo racinguista, es la que está protagonizando ahora mismo Rafa Tresaco, que ha quedado como solitario habitante de la residencia de futbolistas que tiene el Racing en las Instalaciones de La Albericia. Sin los compañeros del filial y del Juvenil con los que habitualmente convive y sin poder contar para la manutención con los servicios de comedor que les proporciona la cafetería, ahora cerrada, el joven de Sabiñánigo está completamente aislado desde el mismo momento en que acaban los entrenamientos hasta que le toca ponerse a las órdenes de Oltra al día siguiente.
El futbolista aragonés, de 19 años, lleva algo más de un año viviendo en la recién remozada residencia racinguista, desde que Chuti Molina le fichó de la cantera del Real Zaragoza, pero habitualmente ha compartido su día a día con una media docena de canteranos con residencia familiar fuera de Cantabria. El día que el COVID-19 irrumpió en nuestras vidas, Rafa compartía residencia con tres compañeros del Rayo Cantabria, Jerín, Siverio y el rumano Cocuz, y uno del Juvenil, el portero bilbaíno Erlantz Cubillo. Dado que José Luis Oltra no ha contado con ellos, y sí con Tresaco, para entrenar con el primer equipo, ninguno ha podido volver a entrar en el arca de Noé en que se han convertido las Instalaciones Nando Yosu.
Como el protocolo sanitario es ahora tan estricto en ese edificio, Tresaco tampoco puede recibir visitas y ni tan siquiera deambular fuera de su habitación. El gimnasio, por ejemplo, que en otras condiciones hubiera podido servir para algunos ejercicios recreativos, lo tiene completamente prohibido. Las salidas para aprovisionarse en el pequeño supermercado que existe frente a las Instalaciones, apenas a 100 metros de su habitación, son su único contacto directo fuera de los horarios de entrenamiento. El chaval, obviamente, no está abandonado a su suerte, ya que la encargada de la cafetería racinguista, Arancha, que ejerce de segunda madre de los canteranos que residen allí, le está dejando táperes de comida en la nevera que el chaval (que no sabe cocinar) calienta en un microndas, y el encargado de la lavandería del primer equipo, Chisco, que también ha superado las pruebas médicas, le cambia la ropa una vez por semana. Seguro que pocos deportistas han esperado nunca con tanta ilusión la hora de comenzar el entrenamiento.