Los mejores centrales de la historia del Barça
Acostumbran a ser los grandes olvidados de la historia. Los delanteros goleadores, los extremos fantasiosos y los centrocampista geniales se llevan los honores. Pero sin los centrales que guardan la portería, ningún equipo pasaría a la historia. Estos son los mejores de la historia del Barça.
Joan Segarra (1949-1965)
El Gran Capitán del Barcelona o, simplemente ‘en Juanito’. La encarnación de la caballerosidad sobre el terreno de juego. No se le recuerda una mala acción o una entrada fuera de lugar al que fue el líder del equipo de les Cinc Copes. Podía jugar en cualquier puesto de la defensa e incluso en el centro del campo. Su calidad técnica le hacía un central adelantado a su época. Durante 16 temporadas (528 partidos) encarnó el ideal de muchacho ideal en cualquier equipo. Serio, comprometido con el club, atento con los aficionados, buen compañero, líder, sacrificado y regular. Según los que le vieron jugar “jamás bajaba del 7, puede que nunca fuera un 10, pero sabías que podías contar con él”. Fue la mano de Helenio Herrera en el terreno de juego y su gran frustración fue la de no poder jugar la final de Berna del 61 a causa de una operación. Contra el criterio médico escuchó el partido por la radio.
Gustavo Biosca (1950-1958)
‘El Gitano’ Biosca fue toda una leyenda. Central también del equipo de les Cinc Copes, tenía una planta impresionante y un dominio del balón espectacular. Además, su gracia y don de gentes le hizo uno de los jugadores más populares de la época. A lo que se sumaba, por qué no decirlo, su gran éxito con las mujeres. Su fama de galán era tal que llegó a tener un romance con la mismísima Lola Flores. Por algo era conocido como El Gitano. Podría decirse que era el Piqué de los años 50, pero más. Sus bromas en el vestuario eran legendarias y una vez se llegó a presentar en el campo de entrenamiento a lomos de un caballo. Su sociedad con César y Kubala en el campo y fuera fue memorable en Barcelona. Pero más allá de su imponente carisma, Biosca fue un central sensacional que iba para jugador de baloncesto y que acabó en el fútbol. Sólo una lesión impidió una carrera más larga. Trató de recuperarse jugando en el Condal, el filial del Barça, pero no pudo recuperar su nivel y pasó al cuadro técnico.
Ferran Olivella (1956-1969)
Otro multiusos de la defensa que era capaz de jugar en cualquier posición, aunque él siempre reclamaba jugar por el medio. Y eso que en su infancia soñó con ser portero, pero su exquisita técnica y su capacidad de sacrificio llevaron al éxito a este Noi del Poble Sec, no en vano nació en la misma calle que Joan Manuel Serrat. Era un jugador que dominaba las dos piernas, algo inusual incluso en estos tiempos. Por eso era polivalente. “A mí me podían poner donde quisieran, a los cojos, lo que juegan con una sola pierna, tienen menos opciones”, decía. Su dominio de la pelota venía de practicar en el patio de su casa, que tenía forma de ele y “eso me obligaba a jugar con ambas piernas”. Jugó 16 temporadas en el Barcelona y sólo marcó un gol. Decía que lo suyo era defender y el único tanto de su carrera lo convirtió en un 8-0 ante la UD Las Palmas. “No recordaba ese gol, creo que fue el sexto. Creo que lo habría marcado mi abuela”, le dijo en una ocasión al periodista David Salinas.
Paco Rodri (1958-1963)
Si el barcelonismo tuviera un rostro, ese sería el de Paco Rodri, Francesc Rodríguez i García. Uno de los grandes olvidados de la historia pero el gran defensa con más mala suerte de la historia del club. Las lesiones le retiraron antes de tiempo y luego desempeñó todos los papeles posibles en el organigrama blaugrana como ojeador (fue el descubridor de Migueli), técnico del fútbol base o segundo entrenador al lado de Buckingham, Weisweiler o Michels. El hombre de club por antonomasia. Decisivo como lateral en el marcaje a Gento en el partido que le valió al Barcelona eliminar al Real Madrid por primera vez en la Copa de Europa. Lo hizo lesionado en el Bernabéu y aguantó en el campo renqueante durante 90 minutos. Al acabar el partido se tuvo que operar y se perdió el partido de vuelta. Siguiendo el partido de vuelta desde el hospital, el del famoso gol de Evaristo, se volvió a lesionar al celebrar el tanto del brasileño. Por tanto, se perdió la final de Berna a la que acudió pagándose el viaje de su bolsillo. Una de las personas más entrañables de la historia del club blaugrana.
Jesús Garay (1960-1965)
La lesión de Biosca dejo un hueco en la defensa del Barcelona que se trató de solventar a base de dinero y por eso los directivos culés fueron a por el que era por entonces el mejor central de España. Jesús Garay era el defensa central del Athletic Club y el primero que en ese equipo impuso la salida elegante del balón lejos del fútbol aguerrido que caracterizaba a los leones. Garay, de Begoña, no tenía la más mínima intención de dejar el Athletic, pero la oferta del Barcelona al club vasco fue irrechazable. Seis millones de pesetas de la época más Areta III llevaron a Garay a Barcelona y dejaron como legado la mítica Tribuna Norte del viejo San Mamés conocida popularmente como Tribuna Garay porque con su traspaso se pagaron las obras. Vivió una mala época del Barcelona en la que sólo ganó una Copa, pero fue uno de los jugadores favoritos de la afición y se integró a la ciudad de tal manera que el obispo de Barcelona se desplazó de Barcelona a Bilbao para oficiar su sepelio.
Paco Gallego (1965-1975)
Francisco Fernández Rodríguez, conocido como Gallego, era un portento de la naturaleza y el ejemplo del futbolista que se deja el alma sobre el terreno de juego. Llegó al Barcelona del Sevilla, donde ya era un jugador de los más destacados de la Liga en su posición. Un central de los de antes, con una corpulencia descomunal que le permitía porfiar con cualquier delantero por grande que fuera. El Barça pagó por él siete millones de pesetas. Tenía futuro en Sevilla, pero también 10 hermanos y se ganaba la vida pintando y limpiando tanques de barcos. En el Barcelona se ganó enseguida el favor de la grada porque no regateaba un esfuerzo sobre el campo. Cuando se fue del Camp Nou regresó al Sevilla donde se retiró jugando a un excelente nivel y, como no, dándolo todo en cada acción.
Toni Torres (1965-1976)
Pareja inseparable de Gallego. Otro de los centrales que, por decirlo finamente, marcaban la línea. Otro de esos hombres discretos de club que forman parte del paisaje sentimental del barcelonismo, que siempre le consideró como un jugador ejemplar. Nunca una queja, nunca una mala cara y siempre el máximo rendimiento, lo que le hizo titular indiscutible para todos los entrenadores que tuvo. Tras foguearse en el Hércules de Alicante, donde destacó como uno de los mejores defensas de la Liga, se asentó en el Barcelona donde fue uno de los obreros cualificados que lograron reconquistar el título de Liga después de 14 años de sequía. Pero su gran influencia en el barcelonismo llegaría desde el banquillo, primero el del primer equipo y luego ya como formador de jugadores.
Migueli (1973-1989)
Para muchos de los barcelonistas nacidos en los años 60, el mejor defensa de la historia del club. Un ídolo por su capacidad física, su sobrenombre lo dejaba bien claro: ‘Tarzán’. Nacido en Ceuta, destacó en el Cádiz y el Real Madrid y Barcelona pugnaron por su fichaje que se acabó llevando el club culé gracias al ojo de Rodri y a las gestiones de Domingo Balmanya. En el Barça fue todo un referente y fue adorado por la afición. Uno de los héroes de la final de la Recopa que jugó con la clavícula rota y de la Recopa ganada al Stamdard de Lieja en el 82. Ese año, Antonio Olmo, otro de los grandes centrales del Barcelona, fue titular y él únicamente jugó ese partido aquella temporada y se fue del campo sin celebrar el título al estar enfrentado con Udo Lattek. Con la llegada Menotti mejoró con el balón y en capacidad ofensiva y siguió inamovible en el eje de la defensa hasta ser el jugador con más partidos jugados en su época hasta que le superaron los aviones recientes de Xavi, Iniesta, Puyol y Messi.
Alexanko (1980-1993)
Fue en su día el fichaje nacional más caro del fútbol español. Parecía increíble que en 1980 el Barcelona pagara al Athletic de Bilbao 100 millones de pesetas por un defensa en una reedición de la operación Garay de treinta años antes. Alexanko formó primero junto a Migueli una de las parejas de defensas más solventes del fútbol español. Un defensa con una gran capacidad goleadora tanto en el juego aéreo como en el disparo. Tuvo una época en el que era el encargado de disparar los golpes francos en el Barça, algo que si ahora se lo explicas a los culés que sólo ven a Messi o antes vieron a Ronaldinho no se lo acabarían de creer. Dotado de una gran personalidad y de una gran capacidad de liderazgo siguió en el equipo después de la purga del Motín del Hesperia, en el que ejerció como portavoz de la plantilla. Sobre su carisma, Johan Cruyff construyó el Dream Team y la apuesta salió bien, pues fue el primer jugador del Barcelona en levantar la Copa de Europa.
Carles Puyol (1999-2014)
El símbolo y el líder de la mejor época de la historia del Barcelona. Un central como la copa de un pino que empezó en el filial jugando como centrocampista y que se recicló como central pasando antes por la posición de lateral. Sacrificado como pocos, acabó imponiendo sus ganas de triunfar contra el criterio de unos técnicos que en el fútbol base blaugrana no le veían futuro. Estuvo unas horas traspasado al Málaga y para no lesionarse antes de que se cerrara el traspaso se ejercitaba como portero. Por suerte para el Barcelona, Louis van Gaal le llamó un día a entrenar con el primer equipo y quedó admirado de su potencia y sus ganas de triunfar y vetó el traspaso. El resto es historia. Se ganó el corazón de los barcelonistas con el marcaje a Figo cuando este volvió al Camp Nou y o le dejó tocar bola. A partir de ahí fue creciendo exponencialmente. Puede ser el defensa central que menos faltas ha cometido y nunca en su carrera fue expulsado. Su compromiso en el campo era tal que jugaba lesionado sin importarle las consecuencias hasta que su cuerpo dijo basta. Un capitán en mayúsculas y un referente de los valores que predicaba el club blaugrana.
Rafa Márquez (2003-2010)
El Kaiser de Michoacán es un mito del fútbol mexicano y una pieza fundamental para que el Barcelona saliera de un periodo gris y sentara las bases del mejor período de su historia. Mucho se habla, y es justo, de la magia de Ronaldinho, pero ese milagro de Rijkaard no podría haberse llevado a cabo sin la solidez de jugadores como Rafa Márquez. Un central capacitado técnicamente para jugar en el centro del campo como pivote defensivo pero que tenía la contundencia del mejor central unida a un primoroso desplazamiento de balón. Su golpeo y su superioridad en el juego aéreo proporcionaban no pocos goles a su equipo. Un futbolista poco valorado para el gran rendimiento que dio al Barcelona donde era la solución a no pocos problemas.
Gerard Piqué (2008-)
El central con más clase de los últimos años. Junto a Puyol formó una pareja legendaria que aseguró la defensa del mejor Barça de la historia y de uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. También compartió pareja con Puyol en los éxitos de la Selección española. Jugador que no deja indiferente a nadie. Superdotado en la lectura de juego y sacando el balón jugado, cuando está centrado es infranqueable. Siempre se crece en los partidos comprometidos y su seriedad en el campo contrasta con su carácter desenfadado fuera de los terrenos de juego. Más allá de su rendimiento en el campo, ofrece multitud de facetas que van desde estrella social por su matrimonio con Shakira a su faceta como empresario que le ha llevado a montar empresas de videojuegos, comprar el Andorra de Segunda B, buscar patrocinador para el Barça, organizar la nueva Copa Davis y anunciar que un día, cuando se retire, aspira a presidir el Barcelona.
