El último baile del '23' perico
Devoto de Jordan, por quien lució ese dorsal, hace una década que Tamudo se despidió del Espanyol, tras 4.794 días repletos de hitos irrepetibles en blanquiazul.
“Vuelve a la cama, que mañana tienes cole”, le insistían una y otra vez Paqui y José, sus padres. Pero el niño se escapaba una madrugada, otra también, al salón para encender el televisor y seguir esas interminables y míticas transmisiones de la NBA conducidas por Ramón Trecet.
Soñando con estar cerca de las estrellas, como el programa del icónico periodista, Raúl Tamudo acabó por formar parte de esa constelación. Y siempre luciendo el dorsal ‘23’, en honor al ídolo que le brindó tantas noches felices en vela: Michael Jordan. Aunque la velada en que el futbolista más cerca estuvo del cielo, porque acabó manteado, se produjo hace justo una década.
Otro 23, el de marzo de 1997, marcaría para siempre su carrera. El primero de sus 129 goles en LaLiga, el máximo realizador catalán de todos los tiempos, lo anotó en el Rico Pérez ante el Hércules para encarrilar la permanencia del Espanyol. Era su debut. Los últimos, un ‘hat-trick’ ante el Málaga, coincidirían en 2009 con la despedida de los pericos a Montjuïc. Escenario olímpico que pisó el propio ‘Dream Team’ de Jordan. Y el último baile de Tamudo con la camiseta blanquiazul lo brindó la noche del sábado 8 de mayo de 2010.
Tras 153 días sin jugar por desavenencias con el entrenador, Mauricio Pochettino (que el verano anterior ya le había despojado de la capitanía) y 4.794 días después de su debut, disputó la última media hora del Espanyol-Osasuna, en Cornellà-El Prat, para recibir la despedida que merecía. Otra vez un partido que, aunque él no marcó, serviría para mantener un año más la categoría.
Por el camino quedaban otras salvaciones agónicas. Como la de 2004, a la que contribuyó decisivamente, sin ir más lejos, en la última jornada ante el Murcia. O la de 2006. Y, por supuesto, los dos goles en sendas finales de la Copa del Rey, ante Atlético de Madrid y Zaragoza, que le hicieron artífice de la mitad de los grandes títulos que guarda el Espanyol en sus vitrinas. O la espinita de la Copa UEFA de 2007. ¡Ah! Y el Tamudazo, claro.
Pero el futbolista más decisivo en la historia del Espanyol también tuvo que pasar por una venta frustrada al Glasgow Rangers, en otoño de 2000, que solo un mal diagnóstico echó atrás para cambiar la historia del club perico (y quién sabe si también la del escocés). Y por una salida más cercana de lo que nadie recuerda, años más tarde, al Villarreal.
Donde sí acabó recalando fue en la Real Sociedad y en el Rayo Vallecano. Con este último equipo satisfizo otro hito con el que nadie más podrá contar: haber marcado goles en Sarrià, el Estadi Olimpic y Cornellà, los estadios del Espanyol en los últimos 96 años.
Tamudo no pudo hablar tras aquel agridulce adiós de hace una década. Se limitó a difundir un comunicado. “Me gustaría agradeceros a todos los socios y seguidores del Espanyol todo el cariño y aliento que me habéis dado a lo largo de estas catorce temporadas. Muchas gracias por todo. Pase lo que pase en el futuro, mi corazón sabe que ésta siempre será mi casa”, manifestaba. Y a fe que lo sería, pues lo que parecía imposible ocurrió: el ‘23’ regresó al club y hoy trabaja como adjunto a la dirección deportiva. Nunca digas que será el último baile. Por si acaso.