20 años del milagro de Calais
Ladislao Lozano atiende a AS cuando se cumplen dos décadas de la final de la Copa de Francia que disputó con el Calais, un club amateur de Cuarta División: "Fue impresionante".
Ladislao Lozano (Valhermoso de la Fuente, 1952) responde al teléfono consciente de que le espera su cita anual con el pasado. Lo primero que hace es disculparse por su castellano, una lengua que no practica con asiduidad desde 1956, cuando su familia emigró a Francia huyendo de la dictadura franquista. Volvió a España para probar fortuna como futbolista en el Racing de Santander, donde coincidió con Santillana, pero el temor a ser llamado a filas para cumplir dos años de servicio militar en un ejército responsable del fusilamiento de varios de sus familiares republicanos le devolvió a Francia. Allí comenzó su carrera en los banquillos. Una profesión, la de entrenador, que acabaría otorgándole un lugar en la historia del fútbol galo. En el 2000 logró llevar al modesto Calais RUFC, un club amateur cuya plantilla estaba formada por jardineros maestros y dependientes, hasta la final de la Copa de Francia. "Es y será la mayor gesta del fútbol amateur en Francia", presume cuando se cumplen dos décadas de aquel partido frente al Nantes en Saint-Denis. Tras trabajar en Marruecos, Catar o Argelia, Lozano aparcó el fútbol sin cumplir el sueño de entrenar en la élite. "Creo que lo habría hecho bien", augura.
Su relación con Francia empieza en 1957, cuando su familia decide huir de la dictadura franquista. ¿Cómo lo recuerda?
Mi historia familiar es muy complicada, pero, a la vez, muy simple. Soy hijo de una pareja española que tuvo que huir a Francia para seguir viviendo. La vida en España ya era imposible para ellos, porque mi padre, republicano, no podía llevar una vida normal. Llegué a Francia con cuatro años y aquí empecé una nueva vida. Al principio fue todo muy complicado, pero poco a poco todo se fue ordenando. Me casé con una francesa, tuve hijos franceses y ahora soy un francés más. Solo vamos a España de vez en cuando, de vacaciones.
Como futbolista sí que intentó hacer carrera en España...
La gente decía que tenía muchas cualidades, pero los equipos franceses tenían las plazas limitadas para los futbolistas extranjeros. Eso hizo que mi carrera deportiva allí se complicara. El suegro de mi hermano vivía en Santander y me consiguió una prueba con el Racing. Estuve dos semanas y acabé quedándome, pero tuve dificultades administrativas. La Federación no aprobó mi fichaje y no pude jugar, pero tuve la inmensa suerte de entrenar todos los días con Carlos Santillana e Ico Aguilar. Entonces se empezó a hablar de que tendría que hacer la mili y regresé a Francia. Allí jugué en Segunda con el Amiens y Abbeville, que fue donde conocí a mi mujer.
Como entrenador, su mayor gesta fue alcanzar la final de la Copa de Francia con el Calais, que entonces militaba en Cuarta División. ¿Aún lo recuerda?
Se podría pensar que, como ya han pasado 20 años, los recuerdos están borrosos. Pero no es así. Lo recuerdo como si fuera ayer. Parece que está todo muy cercano y lo tengo todo muy bien ordenado en mi cabeza. Cuando pienso en algo concreto de aquella época también puedo recordarlo con detalle.
¿En qué momento se dio cuenta de que aquel equipo podía lograr algo grande?
Fue en treintaidosavos, contra el Lille. En aquel momento jugaba en Segunda, pero era líder con más de 10 puntos de ventaja respecto al segundo. Preparamos el partido como si jugáramos contra un Primera y logramos ganarles en la tanda de penaltis. Nos habían eliminado el año anterior, así que nos lo tomamos como una revancha. Después de aquel partido supe que había nacido un gran equipo. Lo dije en la rueda de prensa: 'Hoy ha nacido un equipo'. No sabía que acabaríamos jugando la final, pero sí que a partir de ese momento sería muy difícil ganarnos.
Pero sí que alcanzaron la final. A día de hoy se sigue recordando como una de las grandes gestas del fútbol amateur en Europa.
Es y será la mayor gesta del fútbol amateur en Francia. Pero es cierto que a la final contra el Nantes llegamos en un bajón físico y mental. Cada día que pasaba todo era mucho más difícil. Estábamos hartos de la presión de los periodistas y de la atmósfera que se había generado alrededor del equipo. Cuando jugamos la final no teníamos tantas fuerzas como en las semifinales contra el Girondins de Burdeos, que fue el partido en el que mejor estuvo el equipo. Y aun así perdimos 2-1 con un gol de penalti en el último minuto. Un penalti que, 20 años después, sigo pensando que no era. Perdimos, pero nos ganamos el respeto de todo el fútbol francés. La gente creía que en la final nos meterían cuatro o cinco, pero no fue así. Acabamos con dignidad y era lo máximo que podíamos esperar, porque sabíamos lo complicado que era ganar.
¿Recuerda qué les dijo a los futbolistas antes de la final?
La charla previa a la final no la di en el vestuario. La di en el hotel, la mañana previa al partido. Los jugadores ya sabían el once desde el día anterior. Les expliqué el significado del partido que íbamos a jugar contra el Nantes. Les dije que era un encuentro histórico y que tuvieran cuidado, porque de lo que hicieran se iban a acordar el resto de su vida. También les dije que yo no recordaría el partido, que yo les recordaría a ellos. Y que hicieran lo necesario para que tuviéramos un buen recuerdo de aquel día. Nada más. Para jugar una final no es necesario motivar a los jugadores. Ellos ya saben dónde están. Es una final... Saben lo que tienen que hacer.
Se marcharon al descanso ganando, ¿recuerda qué dijo entonces?
El discurso del descanso fue particular, porque íbamos ganando 1-0 pero no estaba contento con lo que estaba viendo. No me estaba gustando y fui muy duro con los jugadores. Intenté que recordaran los fundamentos de nuestro juego. Poco después, en el 50', encajamos el 1-1, aunque el partido estuvo muy equilibrado hasta que el árbitro pitó penalti a favor del Nantes en el 90'. Repito: creo que no fue penalti. Aquella decisión del árbitro nos mató.
¿Es verdad que le prohibió a los futbolistas dar entrevistas en los días previos a la final?
No fue del todo así. Yo siempre creí que la prensa es parte del evento. No participa, porque el periodista no saca córneres ni tira penaltis, pero es parte de todo lo que sucede. Nos reunimos con la directiva y acordamos que ningún jugador hablara sin consentimiento. El objetivo era restarles presión. Pasó casi un mes entre las semifinales y la final y la bola que se montó fue enorme. Fue demasiado tiempo. Queríamos que estuvieran centrados y guardaran sus fuerzas para el partido ante el Nantes. Solo queríamos protegerlos.
Para un entrenador de Cuarta División, jugar en Saint-Denis ante 80.000 personas tuvo que ser impresionante.
Aquello fue impresionante. Entrar en ese campo con casi 80.000 personas en las gradas y ver como casi el 70% del estadio nos estaba animando fue increíble. Era todo rojo y amarillo, los colores del equipo. Muchos aficionados vinieron desde Calais y el ambiente era alucinante, pero cuando el balón empezó a rodar tanto los jugadores como yo nos olvidamos de las gradas y nos centramos en el partido. Recuerdo que tuvimos que preparar a los futbolistas, no solo para jugar ante 80.000 personas; también para escuchar la Marsellesa o soportar la presión de jugar ante Jacques Chirac, presidente de la República. Los del Nantes estaban acostumbrados a todo eso, nosotros no. Por eso pedí a la Federación que tres días antes de la final nos permitieran visitar el estadio. Fuimos a Saint-Denis y los jugadores pudieron empezar a conectar con el campo.
¿Cambiaría algo de aquel partido contra el Nantes?
No. Lo que pasó, pasó, y no hay que darle más vueltas. Si me pongo a pensar en por qué no puse a este jugador o por qué no hice tal cambio en tal minuto no dormiría. Todo lo que hice lo hice porque, en ese momento, pensaba que era lo correcto. Durante toda la Copa fue bien. El día de la final perdimos, pero no hay que buscar un porqué. Fue así.
¿Cómo jugaba el Calais que llegó a la final de Copa?
A veces hablo con gente que espera que un equipo amateur como era aquel lograra alcanzar la final de Copa jugando como los de Primera. Si llego a preparar al Calais pensando que podríamos ganar en técnica o táctica a Estrasburgo o Burdeos no ganamos ni un partido. Nosotros buscábamos que no estuvieran cómodos y lo conseguimos haciendo una presión muy intensa desde la frontal de nuestra área hasta el centro del campo. Preparamos al equipo físicamente para que cada jugador fuera capaz de presionar durante todo el partido, incluso en la prórroga. La idea era reducir el tiempo real de juego y la capacidad de cada rival para pensar. Era difícil, pero lo logramos y conseguíamos recuperar balones y salir al contragolpe antes de que el contrario pudiera organizarse. Así logramos alcanzar la final de Copa con un equipo amateur.
También ayudó que las eliminatorias fueran a partido único.
Si la Copa llega a jugarse a doble partido no habríamos pasado de la primera fase. Algunos entrenadores dijeron que el Calais había tenido la suerte de jugar muchos partidos en casa, y eso es falso. Como equipo pequeño, jugábamos como local, pero nuestro campo no estaba preparado para albergar un partido de ese nivel y tuvimos que jugar siempre fuera, aun siendo local. Los octavos los jugamos en Boulogne, los cuartos y las semifinales en Lens y la final en París. No es justo que se diga que jugábamos con la ventaja de la localía.
A pesar de caer fueron considerados ganadores morales e incluso la Copa fue levantada por los dos capitanes. ¿Recibió muchas felicitaciones?
Muchas no, muchísimas. El presidente de la República dijo que había dos ganadores. Aquella felicitación fue muy gratificante, pero no la única. Hace un tiempo, rebuscando entre mis recuerdos, encontré dos cajas en las que guardé todos los mensajes que recibimos durante aquella temporada. Ya no recordaba que tenía esas cajas llenas de fax, cartas y postales que nos mandaron personas desde Francia, España y todo el mundo. Para ellos fue un logro extraordinario y nos lo quisieron decir. Muchos decían que les habíamos hecho felices. Le propuse al alcalde de Calais que hiciera una exposición. Todo estaba preparado, pero se tuvo que paralizar por el coronavirus. Lo haremos el próximo año.
¿Cree que, tras la gesta del Calais, tuvo las oportunidades que merecía?
La verdad es que mi carrera no fue como esperaba en aquel momento. No sé por qué. Es algo que no puedo explicar. Tengo la sensación de que le dimos un golpe terrible al fútbol profesional francés. No les gustó que un equipo de Cuarta División lograra derrotar a equipos de Primera y Segunda. Y en lugar de darme oportunidades para trabajar sentí rechazo. Tenía la sensación de que el fútbol francés no me quería. Nadie me llamó. Bueno, en realidad sí, el Reims. Lo cogí en Tercera lo subí a Segunda. Después hicimos una buena temporada, pero no me renovaron. Tuve que irme al extranjero por necesidad, para seguir trabajando. Estuve en Marruecos, Catar, Argelia, Kuwait... Yo lo que quería era trabajar en Francia o en España, pero las propuestas que hubo nunca acabaron concretándose.
¿Cómo se definiría como entrenador?
Dicen que tenía puño de hierro y guante de seda. La gente me veía como un líder, un gran gestor de grupos. Era duro, exigente, y siempre tomaba las decisiones que consideraba justas. Y era muy trabajador, pero no puedo hablar más de mi porque no me gusta. Si me hubieran dado la oportunidad de trabajar en Francia o en España habría alcanzado la gloria. Creo que lo habría hecho bien.
¿Qué le parece a Ladislao Lozano el fútbol actual y las millonadas que se gastan en fichajes?
Bueno, cuando yo entrenaba el problema del dinero ya estaba empezando a tener protagonismo en el fútbol. Y digo problema porque, para mi gusto, estas cifras astronómicas lo son. En Francia, el PSG tiene millones y millones, y cuando le faltan millones llama a Catar y consigue más millones. Es bueno para el club, pero no para la Ligue 1. El campeonato necesita que haya más equilibrio, que otros equipos tengan la oportunidad de ganar. El PSG, con el dinero que tiene, lo único que puede y debe hacer es ganar, ganar, ganar y ganar. Y eso para el fútbol francés no es nada bueno.
¿De qué equipo es Ladislao Lozano?
No apoyo a ningún equipo de la Ligue 1 en particular, pero quizás sea del Stade de Reims. Porque les entrené y porque fueron el primer equipo francés que alcanzó una final de la Liga de Campeones. Llevo tres o cuatro años desligado del fútbol. Ahora, tras una década fuera de Calais, he vuelto. Natacha Bouchart me propuso incorporarme a su equipo de consejeros municipales y acepté.
¿Se ha reencontrado ya con alguno de los héroes del 2000?
Llevo poco tiempo en la ciudad y aún no he visto a nadie. Solo a Réginald Becque, que era mi lateral izquierdo. Estuvo invitado a dos de las reuniones que tuvimos para preparar la exposición de las cartas escritas por los aficionados. Con los demás no he coincidido, pero espero poder verlos en los próximos días, cuando por fin podamos salir de casa.
¿Le paran mucho por la calle?
Menos que antes, pero sí que me paran. Aún hay gente que recuerda lo que hicimos. Espero que pronto podamos salir de casa y me pare más gente. Es muy simpático.