Baptistao señala el camino
El exfutbolista de Espanyol, Atlético, Betis, Rayo y Villarreal se encuentra ya en Wuhan con su equipo después de meses sorteando la pandemia de COVID-19.
Hace 15 meses que Leo Baptistao abandonó el Espanyol, en el mercado de invierno de 2019, rumbo a la aventura china. Firmó por el Wuhan Zall. Quién le iba a decir a él que tras un primer año tranquilo, que incluso concluyó con absoluta felicidad por su enlace matrimonial el pasado 14 de diciembre, los siguientes tres meses y medio supondrían una odisea que, eso sí, parece haber tocado a su fin.
El delantero brasileño llegaba este sábado a la ciudad de Wuhan, el lugar donde se originó la pandemia del COVID-19, con el resto de su equipo, comandado por el español José González. Con ineludibles mascarillas y manteniendo las distancias de seguridad, ya que la nueva normalidad por fin se ha instaurado en la capital de la provincia de Hubei, después de que se levantara un estricto confinamiento. Ahora es cuestión de tiempo, y de permisos sanitarios, que comience la temporada en la Superliga, que desde la federación sitúan entre junio y julio, una vez los futbolistas hayan pasado dos severos tests.
Aunque Baptistao se incorporó un poco más tarde a la pretemporada, el Wuhan Zall venía vagando lejos de su sede desde el pasado mes de enero. Con los primeros contagiados ya en marcha, el equipo se puso manos a la obra el 2 de enero en Guangzhou, a más de un millar de kilómetros de distancia de su estadio. El 29 de enero se trasladó hasta España para realizar su estadía mayor en Sotogrande (Cádiz).
Pero lo que iban a ser unos días, al situarse Wuhan ya como epicentro del brote mundial, acabó convirtiéndose en un mes y medio. Pero nada de confinamiento, ya que en los días libres pudieron los jugadores campar a sus anchas. Baptistao, por ejemplo, aprovechó para visitar Vallecas el 2 de marzo.
Con la llegada de la pandemia a España, el Wuhan Zall recogió bártulos y volvió a huir del coronavirus. Esta vez, paradójicamente, el destino más seguro sería China. Y allí volaron justamente el 13 de marzo, solo unas horas antes de que el Gobierno de Pedro Sánchez decretara el estado de alarma.
Y, tal como establecieron las autoridades chinas ante cualquiera que entrara al país, Baptistao y sus compañeros tuvieron que guardar tres semanas de cuarentena confinados. Lo hicieron en Shenzhen. La penúltima parada tuvo lugar en Foshán, donde se entrenaron unos días antes de este sábado, 104 días después, tomar un tren bala para regresar a Wuhan.