Correa se lleva el Gigante de Arroyito a su propia casa
El atlético muestra orgulloso su amor por Central y los colores del club canalla lucen en el pequeño campo de fútbol que tiene en casa. Con Los Guerreros en el fondo...
Ángel Correa vive un momento deportivo bueno en el Atlético. El talento argentino, a sus 25 años, se ha revelado como importante, una vez más, en un equipo del que estuvo fuera durante el pasado verano. Correa olvidó todo aquello y ha sido el 10 del equipo de Simeone. Y no ha sido fácil. Como no lo ha sido nunca para él desde aquella dolencia cardíaca que le obligó a pasar por el quirófano. En el Atlético ha tenido siempre que ganarse su espacio, sin privilegios y cumple. Siete goles y siete asistencias suma en lo que va de esta campaña, jugando 33 partidos, 24 como titular, para un total de 2.250 minutos.
Mejora ya sus números de la temporada pasada, donde cosechó cinco goles y cuatro pases de gol en 2591 minutos. Fue un jugador importante también hasta que la llegada de Morata en el mercado de enero le privó de más espacio. Pero Correa, como siempre, se rebela en el Atlético y esta temporada, además, ha podido actuar más en su puesto natural, por detrás del punta. Donde le gusta. Implicado como siempre y en búsqueda de ese acierto final que le permite desequilibrar, la base de su juego.
Se percibe madurez en un año en el que, además, toda la familia está plantando cara un momento delicado. Hace unos días Correa se fotografiaba con su madre en las redes, se había rapado la cabeza apoyando la batalla que Marcela lleva a cabo contra el cáncer. "No hay tregua para tu enemigo en el campo de batalla, pueden tocar tu cuerpo, pero tu alma es intocable, aunque desgarren tu carne, tu fe es inquebrantable. No te robarán quién eres, tu espíritu es más fuerte. Esta guerra la tienes ganada. Sos nuestra guerrera. Te amamos, ma", escribía el jugador, que siempre subraya el papel que ha tenido su madre para sacar adelante a él y a todos sus hermanos.
Pasional y hogareño, Correa no pierde tampoco ocasión para mostrar su simpatía por Rosario Central. Oriundo del rosarino barrio de Las Flores y con el escudo del Gigante de Arroyito tatuado, pese a haber jugado en San Lorenzo. Si hace unas semanas el rojiblanco recibía una camiseta firmada por la plantilla del club canalla, durante estos días de Semana Santa ha aprovechado para mostrar que lleva también el azul y amarillo en su restablecido corazón. Así, una imagen en las redes en las que aparece su hija jugando en el pequeño campo de fútbol que se ha hecho construir en su casa con el azul y amarillo presente por todos los límites del mismo e incluso un guiño a Los Guerreros en el fondo, la barra de Central. Así se siente cerca de casa, rememora unos tiempos que le acercan a las personas queridas que ya no están.