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La baja de Brandon cambia el rol de Jonathan Soriano

El veterano delantero tendrá más protagonismo si se reanuda la competición en las próximas semanas

Con 34 años a sus espaldas, a Jonathan Soriano no le preocupa no tener demasiados minutos en el Girona. Evidentemente quiere jugar (como cualquier futbolista) pero es consciente que su rol en la plantilla es otro. A un delantero al que nunca se le han caído los anillos pero al que siempre se le han caído los goles, se le ha reservado en el Girona el rol del veterano, que guía a los jóvenes, compite con los titulares y aconseja a los compañeros. Y en ello estaba hasta que se lesionó Brandon.

Las opciones de jugar de Soriano son pocas, principalmente, porque tiene un compañero en su puesto que deja muy poco margen a su técnico: Cristhian Stuani. Con el uruguayo lanzado, las opciones de jugar de Soriano se reducen a los pocos huecos que deje este en la convocatoria, ya sea por lesión o por sanción. Pero con la ausencia de Brandon la perspectiva mejora. Soriano es hoy el primer recambio en ataque y ha de estar listo para jugar (como lo ha estado siempre) en caso de que su técnico le requiera. En un esquema con dos puntas, un 4-4-2 que utilizó Martí en algunos partidos, solo él puede acompañar a Stuani.

El Girona no ha decidido aún sin embargo si firmará a un sustituto de Brandon, algo que podría relegar a Soriano al rol que ha ocupado en las últimas semanas. Un rol que no le desagrada para nada, y que sus compañeros agradecen enormemente. No es casualidad, ni es solo por ser un veterano, que los más jóvenes del vestuario le llamen “el papi”: Soriano está plenamente implicado en el desarrollo de los más jóvenes, aconsejándoles y guiándoles para que logren labrarse una carrera de éxito en el mundo del fútbol. Una tarea nada sencilla en estos días de redes sociales y éxitos precoces, pero que el veterano delantero intenta llevar a cabo.

La voluntad de ayudar al equipo de Soriano es indudable, y como mejor ejemplo de ello está su intento de nacionalizarse austríaco. Mientras jugaba en el país centroeuropeo le sondearon para nacionalizarle y jugar en la selección austríaca, algo que ni mucho menos descartó. Su aportación al combinado nacional hubiese sido sin duda decisiva, pero se frustró rápido: al haber debutado con la selección española sub-21 no era elegible por otra selección que no fuera la española.