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LEGANÉS

"Que no prevalezca lo económico, que el fútbol sea lo último"

Javier Aguirre, entrenador del Leganés, pide que prime ante todo la salud y la vida de los más tocados por la crisis. "Si no jugamos esta temporada, tampoco importa"

Aguirre: "Que no mande lo económico, que el fútbol sea lo último"
INMA FLORESDIARIO AS

Para Javier Aguirre, entrenador del Leganés, la vida va muy por delante del fútbol. Quizá porque el fútbol es sólo un guiño a la vida, aunque la suya y la de sus muchachos gire en torno a un balón. Giraba, mejor dicho. Ya no. El coronavirus Covid-19 lo ha cambiado todo menos la filosofía vitalista del Vasco, bromista en extremo y optimista enfermizo que traslada ahora toda esa energía a sus palabras y pensamientos.

“¿Cuándo volverá el fútbol? Pues no lo sé, pero lo que no me gustaría es que prevaleciesen los intereses económicos. No me gustaría… que todo se solucione, que España salga de ésta, que el Gobierno nos autorice a, por fin, superar el problema, permita a todo el mundo volver a trabajar y que lo último sea el fútbol”, explicó anoche en la Cadena Cope.

En un tono intimista, paternal y comprensivo, Aguirre explicó el porqué de una reflexión que choca con la hipérbole competitiva en la que se ha convertido el deporte rey y su industria. “Yo entiendo que también entretenemos a la gente, es parte de la sociedad. Es parte de la cultura española, pero lo menos importante es esto. Si nos toca jugar el 27 de junio, jugaremos. El 4, jugaremos. El 18 jugaremos. Y si no [jugamos], tampoco importa. Lo importante es que estemos sanos, fuertes y los que estemos, que cumplamos con nuestro trabajo”, añadió firme en su respuesta. A sus 61 años dice lo que piensa. Y todo lo que dice, lo piensa más de lo que parece.

“Después de todo esto no podemos ser los mismos, no deberíamos ser los mismos”, se arranca a reflexionar. “La humanidad debe cambiar nuestro microcosmos. Ser más generosos. Afectivos. Preguntar más por la gente”, continúa. Tiene ejemplos de lo que quiere decir: “A veces entrenas y detrás de ese futbolista que hizo un mal entreno, hay una persona al que la novia lo dejó, que a lo mejor no llega a fin de mes… qué sé yo… pero no, no, te paras a pensar sólo en el trabajo”, insiste.

“Estás ahí pensando, tengo que comprarle una nueva propiedad a mi hijo, para que le quede en el futuro… joder… ¿ya le preguntaste a tu hijo si le interesa más que le compres una casa o que hables con él, le des un abrazo, le preguntes qué tal su vida?”, lanza al aire como una pregunta sin respuesta. Aunque en la propia pregunta, sí, esté encerrada esa contestación.

Y todo esto observado desde una atalaya de privilegio. Aguirre no lo niega. Lo sabe. “Soy un afortunado. Vivimos en una gran burbuja. Vivo en un piso amplio, tengo terracita, estoy cerca de la farmacia, el supermercado está a 100 metros. Estoy cómodo, no tengo hijos pequeño o perros, que te quitan espacio y son inquietos. Nosotros, con 60 años mi mujer y yo, estamos más acostumbrados”, comienza a explicar. Pero el Vasco sufre. Por los suyos. Por otros. Por todos.

“Sufro por la gente que tienen pisos pequeños o por los que miran la cartilla en el banco y no saben si mañana tendrán dinero, si luego se irán al ERTE… Sufro por ellos”, insiste. Luego la conversación sigue. Una entrevista en la que, como en la vida, hubo de todo. Seriedad, pena… y también alegría. Así terminó. Con Aguirre y su mujer cantando una ranchera. Energía pura también en tiempos difíciles. En eso la vida también va por delante.