REAL ZARAGOZA / HISTORIAS DE SEGUNDA (II)
Paco González, el forjador de los ‘Alifantes’
El entrenador gallego, ex jugador del Deportivo, Real Madrid y Español, sentó las bases en la temporada 1934-35 del Zaragoza que un año después logró su primer ascenso a Primera División.
Francisco González Galán nació en La Coruña el 14 de febrero de 1897. Interior izquierda, medio centro y también delantero centro de clase y juego preciosista. Comenzó en los modestos coruñeses Celita y Arvida, de donde pasó en la temporada 1913-14 al Club Coruña. Un año después firmó licencia por el Real Club Deportivo de La Coruña, donde permaneció hasta el final de la campaña 1918-19. Destinado a Madrid para realizar el Servicio Militar en el batallón de transmisiones de El Pardo, se alistó en el Real Madrid en la temporada 1919-20 mientras capitaneaba y dirigía el equipo del Regimiento de Telégrafos en el Campeonato Militar de la Región Centro. En el mes de julio de 1920, mientras disfrutaba de un permiso militar en su ciudad, Paco González participó por invitación en los partidos de ‘probables contra posibles’ que en el campo vigués de Coya se disputaron para confeccionar la selección que representó a España en los Juegos Olímpicos de Amberes, aunque en ningún momento estuvo en la mente del seleccionador Paco Bru. En esta primera etapa en el viejo Chamartín (1919-22) ganó dos campeonatos regionales de la Federación Centro (1919-20 y 1921-22) y fraguó una sincera amistad con el que luego sería gran patriarca blanco, Santiago Bernabéu, entonces capitán e interior derecha del Real Madrid.
Finalizado el Servicio Militar marchó a Barcelona y se insertó en la campaña 1922-23 en el Real Club Deportivo Español, como profesional bajo cuerda con un sueldo mensual de mil pesetas. En Sarriá coincidió con el gran Ricardo Zamora, del que fue uno de sus mejores amigos -‘El Divino’ fue el padrino de su hijo Ricardo, apodado Caíto, y con los años también futbolista profesional, entre otros del Hércules de Alicante-. En abril de 1924, y cuando acababa de recuperarse de una lesión de rodilla, dejó el Español y aceptó una propuesta del recién fundado Elche (27 de octubre de 1923) para convertirse en su primer entrenador. Firmó a razón de 1.500 pesetas al mes, una colocación y un partido de homenaje. Su llegada a Elche fue todo un acontecimiento, y se fraguó después un prestigio que aún perdura por el magisterio futbolístico que impartió en todos los órdenes. En el Elche estuvo como entrenador-jugador hasta el 19 de mayo de 1925, fecha en la que acudió a la llamada desesperada del Deportivo por la lesión de su formidable goleador Ramón González. En Elche hicieron todo lo posible por retener a Paco González, llegándole a ofrecer hasta un puesto de concejal en el ayuntamiento, pero hizo las maletas y retornó a Riazor. Sólo pudo, sin embargo, jugar dos partidos con el Deportivo, ya que en el segundo sufrió una fractura de clavícula en un choque con el céltico Pasarín, aunque se mantuvo en el campo hasta el final soportando el terrible dolor.
En la campaña 1925-26 regresó, por petición expresa de Bernabéu, al Real Madrid, donde ayudó a la conquista del Campeonato de la Federación Centro, su tercer título. Fue probablemente el primer jugador profesional a cara descubierta en el club blanco antes de que se autorizara el profesionalismo en el fútbol español en 1926. En total, con el Real Madrid disputó 31 partidos oficiales y marcó 12 goles.
Disminuido por su vieja lesión de rodilla y apurado ya su último fútbol al más alto nivel, fichó en 1926-27 como entrenador–jugador en la Real Sociedad Gimnástica de Torrelavega. El 9 de febrero de 1927 sufrió un accidente de tráfico cuando se dirigía en su motocicleta a presenciar el encuentro entre el Unión Club de Astillero y el Racing de Santander, del Campeonato Regional de Cantabria, y ya tuvo que colgar las botas. Se mantuvo, no obstante, en Torrelavega como entrenador durante las temporadas 1927-28 y 1928-29. En agosto de 1929, debido al fallecimiento de su padre, decidió retornar a La Coruña y se hizo cargo del Deportivo, en Segunda División, como sustituto del húngaro Ferenc Woggenhuber. Pero el 26 de enero de 1930, tras una fuerte goleada en La Condomina de Murcia (6-2), presentó su dimisión y fue relevado por Félix Gila.
Durante un año y medio estuvo alejado del fútbol, trabajando como contable en una industria de La Coruña, hasta que en la campaña 1931-32 firmó como entrenador del Club Deportivo Nacional de Madrid, recomendado por su amigo Zamora, fichado el año anterior por el Real Madrid mediante un traspaso récord en el fútbol español. Con Zamora abriría una cafetería en Madrid que no tuvo el éxito empresarial esperado y con Zamora escribiría dos tratados sobre la conducta y técnica del futbolista que gozaron de un merecido reconocimiento en su época. Paco González hizo una gran labor en el Nacional de Madrid y logró clasificar, contra todo pronóstico, al equipo blanquiverde como subcampeón del Mancomunado Centro-Castilla-león-Aragón, sólo por detrás del Madrid, obteniendo una plaza para el Campeonato de España, donde eliminó al Júpiter de Barcelona en dieciseisavos de final y cayó con el Celta de Vigo en octavos. Continuó en el banquillo del Nacional la temporada 1932-33, pero ya con peor suerte: fue último en el Mancomunado Centro-Castilla-león-Sur y no se le renovó el contrato.
En el verano de 1933 cerró su cafetería de Madrid y regresó a Elche para hacerse cargo otra vez del club titular, donde hizo un trabajo magnífico. Su equipo acabó segundo del Grupo A-Subdivisión Levante-Sur, de la Tercera División, a un solo punto del Zaragoza, y se clasificó para la fase de ascenso. Ahí acabó la segunda etapa de Paco González en el banquillo del Elche. El 1 de febrero hizo las maletas y regresó a Madrid, cansado de que no le abonaran sus haberes, pese a haber adelantado dinero de su propio bolsillo para el último desplazamiento.
Su labor en Elche mereció la atención del Zaragoza, que le convenció con un sueldo de 700 pesetas al mes y, sobre todo, con la garantía de que tendría plenas facultades para preparar al equipo y decidir las alineaciones. Éstas fueron sus primeras palabras a su llegada a la capital aragonesa: “Yo siempre he mirado con lástima al Zaragoza. Es un gran contraste que una magnífica ciudad como la de Zaragoza, que ha obtenido fama deportiva por la nobleza de su ambiente, no haya alcanzado ya el renombre que en la España deportiva debió obtener. Y yo vengo a ver si logro que de una vez dé este salto que ustedes esperan y el Zaragoza merece”. En la temporada 1934-35 empezó a forjar el célebre equipo de los ‘Alifantes’ y en Torrero dejó la impronta de su serena autoridad y de sus conocimientos. Y eso que al Zaragoza le costó engrasarse. Acabó penúltimo en el Mancomunado Castilla-Cantabria-Aragón y se vio obligado a disputar la promoción de permanencia, y en la Liga no se alcanzó la fase de ascenso a Primera División. Pero en el Campeonato de España el equipo acabó de explotar eliminando al Júpiter, al Unión de Irún y al Oviedo, anticipando lo que iba a ser capaz de conseguir un año después. El Zaragoza hizo todo lo posible por retener a Paco González, pero a finales de junio de 1935 recibió una oferta en firme del Racing, de Primera División, y el técnico gallego no se lo pensó demasiado. Hizo las maletas y se fue a Santander, donde haría una campaña excelente, llevando al Racing a la cuarta posición final, sólo por detrás del Athletic de Bilbao, el Madrid y el Oviedo.
En el Santander futbolístico logró ser una figura indiscutida, pese a haber sostenido durante toda la temporada 1935-36 una agria polémica en la prensa cántabra con el abogado y dirigente socialista Roberto Álvarez Eguren, antiguo jugador y directivo del Racing y también ex presidente y ex secretario de la Federación Cántabra de Fútbol. Pero al estallar la Guerra Civil Roberto Álvarez fue nombrado presidente del Tribunal Popular de Santander y desde allí forzó primero la dimisión de Paco González como entrenador del Racing y después su ingreso en prisión días antes de la caída de Santander (26 de agosto de 1937), cuando el técnico gallego se ganaba la vida como profesor de educación física con carácter interino en el Instituto Menéndez Pelayo (accedió al puesto el 12 de enero de 1937), acusado de no ser afecto al Frente Popular. A Paco González le obsesionó tanto el temor a la venganza que sufrió un caso de obsesión maníaco persecutoria y se arrojó a un patio de luces de la cárcel cuando iba a ser conducido a su celda y le acababan de asegurar que sus tres hijos iban a ser trasladados a la Unión Soviética. A resultas de su intento de suicidio, sufrió una fortísima conmoción cerebral y fue ingresado en el hospital de Valdecilla, donde lo encontraron las tropas del Ejército Nacional a su entrada en Santander. Había perdido totalmente la memoria y se encontraba en un estado mental deplorable, por lo que su familia lo trasladó a Galicia y lo ingresó en el Sanatorio Neuropático de San María de Conjo, en la provincia de La Coruña. En ese manicomio muy próximo a Santiago de Compostela estuvo hasta diciembre de 1942, nada menos que cinco años y medio, creyendo cuando recuperó la consciencia que estaba detenido por milicianos socialistas por falsas acusaciones de asesinato en Santander. Decir por último que Roberto Álvarez Eguren fue fusilado el 7 de septiembre de 1937.
El 3 de enero de 1943 se le tributó a Paco González un partido de homenaje en Riazor entre el Deportivo y una selección gallega reforzada por su gran amigo Zamora. Ese partido le devolvió brevemente al primer plano del fútbol español y en julio de 1943 fichó como entrenador de la Unión Deportiva Salamanca, en principio para dos temporadas. Cumplió la 1943-44, pero no la segunda, ya que fue relevado por el ex zaragocista Manolo Olivares. De Salamanca marchó a Elda para dirigir a la Unión Deportiva Eldense (1944-45) antes de regresar definitivamente a su tierra e instalarse primero en Santiago de Compostela, donde en plan aficionado entrenó al Club Compostela (1945-46) y por último al Santiago (1946-47) mientras trabajaba en el Organismo de Abastos. Acabó su carrera laboral en La Coruña como funcionario de Sindicatos, un empleo que le proporcionó su también gran amigo Fernando Fuertes de Villavicencio, jugador del Athletic de Madrid (1925-31) y más tarde general de Intendencia y segundo jefe e intendente general de la Casa Civil de Francisco Franco, al que conoció en Madrid durante el Servicio Militar.
Paco González falleció en La Coruña el 9 de febrero de 1976, a punto de cumplir los 79 años.