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REAL ZARAGOZA

“Sin la victoria en la promoción contra el Murcia, yo hubiese desaparecido de la élite”

Con motivo de su partido 400 como entrenador del Real Zaragoza, Víctor Fernández repasa en AS su larga trayectoria en el banquillo de La Romareda.

Zaragoza
Víctor Fernández, el día de su presentación la pasada temporada.
ALFONSO REYES

—Los entrenadores dicen que el partido más importante siempre es el próximo. El suyo, en este caso, es nada más y nada menos que el número 400 con el Real Zaragoza…

—Es una cifra absolutamente fuera de lo común en el fútbol actual, que escapa a cualquier estadística natural y normal. Estoy muy orgulloso de haber podido dirigir tantos partidos a un equipo y todavía más al de mi ciudad.

—Once temporadas como entrenador del Real Zaragoza…

—El tiempo pasa muy rápido. En estas once temporadas he vivido experiencias maravillosas, irrepetibles, llenas de emociones muy fuertes. He sido un privilegiado al poder dirigir al Zaragoza tanto tiempo y durante tres etapas diferentes.

—¿Se acuerda de su primer partido, el de su debut? Fue el 10 de marzo de 1991 en Mestalla, con derrota por 2-0. Su equipo encajó un gol a los dos minutos…

—Lo recuerdo perfectamente. Fue una experiencia muy fuerte. En el plano emocional, muy dura y exigente. Te quedas muy vacío, porque todo lo que has preparado y planificado durante la semana se te viene abajo nada más empezar el partido. Yo era un recién llegado, un novato, y se te cae el mundo encima. No fue, precisamente, el debut soñado como entrenador. Fue todo muy exigente y muy duro. Yo ya sabía que me esperaban unos meses muy duros y muy difíciles, y que ese partido en Valencia era sólo el comienzo.

—Tres meses después de ese debut, en junio de 1991, llegó la eliminatoria de la promoción frente al Murcia. El Zaragoza se jugaba la permanencia en Primera División, pero Víctor Fernández se jugaba quizá su futuro como entrenador profesional…

—Creo que el partido de vuelta en La Romareda frente al Murcia fue el más importante de mi trayectoria profesional, porque significaba la salvación o la caída del equipo a la Segunda División. En aquellos momentos, yo no era muy consciente de la repercusión y de las consecuencias de ese partido, y no pensé un segundo en cuál podría ser mi futuro a partir de ese momento. Fue un éxito. Fue un partido apoteósico con La Romareda a reventar, y con una goleada, 5-2, que fue la única alegría que le pudimos dar al zaragocismo aquella temporada. Jamás pensé en mí y en mi futuro. Me habían dado la oportunidad y sólo había un objetivo, que era la salvación, la permanencia.

—¿Fue más importante ese partido que la final de la Recopa?

—Como repercusión para Zaragoza, Aragón y el Real Zaragoza, la Recopa fue lo más grande que ha ocurrido a nivel deportivo, pero para mí fue más importante la promoción. Si no hubiésemos ganado al Murcia, posiblemente yo hubiera desaparecido de élite, y no estaríamos hablando ahora de estos 400 partidos.

—¿Cuál es el partido más bonito que ha dirigido al Real Zaragoza? ¿El 6-3 al Barcelona, el 4-5 también al Barcelona de la Supercopa de España de 1994 o el 2-1 al Sevilla de los cuartos de final de la Copa de 1994, cuando usted dijo aquello tan famoso de que “El que quiera ver buen fútbol que se pase por La Romareda”?

—Yo creo que esos tres han sido los partidos más señalados, pero hay otro del que no puedo olvidarme como fue el del Chelsea en semifinal de la Recopa. Hicimos un gran fútbol, los aplastamos y dejamos prácticamente resuelta nuestra clasificación para la final. Pero estéticamente el día del 6-3 o el día del 2-1 al Sevilla, con diez jugadores por expulsión de Aguado desde el primer minuto, hayan sido los mejores.

—¿Y del que saliera más decepcionado por el juego de su equipo? ¿Quizá el de esta temporada frente al Mirandés?

—Quizá por ser de los más recientes y porque me dejó muy vacío, el del Mirandés. Los primeros 45 minutos de ese partido fueron de lo más pobre que yo he dirigido al Zaragoza. Pero seguro que hubo más partidos de ese tipo y que sinceramente no recuerdo. De las derrotas hay que olvidarse rápidamente y pasar página.

—Usted afirmó la temporada pasada que la Recopa del Siglo XXI para el Real Zaragoza sería el ascenso ahora a Primera División. ¿El partido más importante de Víctor Fernández como entrenador del Zaragoza está por llegar?

—Sí, yo creo que sí. Significaría haber alcanzado un objetivo por el que estamos luchando con toda la ilusión y toda la convicción. Los sueños no tienen límite y ese es nuestro planteamiento. Ese es el partido que tiene que llegar.

—¿Cuánta cuerda le queda a Víctor Fernández como entrenador del Real Zaragoza?

—Muy poca. Para mí es muy exigente entrenar al Zaragoza. Me siento absolutamente correspondido, pero me quita mucha energía. Aunque no quiero pensar a medio plazo.

—También la temporada pasada dijo que venía a cumplir una misión y que se iría el 30 de junio y luego el zaragocismo le pidió a coro, como nunca antes había pasado en la historia del club, que continuara en el banquillo…

—Ahora intentaré terminar la otra misión y ya no habrá más misiones...

—Va a dejar el listón inalcanzable para los entrenadores que vengan por detrás. 400 partidos está fuera de lo que es cualquier orden normal en el fútbol español…

—Yo no tengo una medida que me haga situarme en la dificultad de superar esta cifra. Y no sólo desde el punto de vista cuantitativo, aunque son muchos partidos y muchos años de tu vida. También lo digo por lo cualitativo. He tenido la suerte de ser partícipe de grandes gestas, de grandes emociones, de grandes fiestas en La Romareda y fuera de ella. Y eso es muy difícil de repetir. Como número, es algo que queda ahí. Pero lo que me ha quedado interiormente es muy difícil de alcanzar.

—¿Ese niño que iba a La Romareda a la localidad de Infantil a ver jugar a los Zaraguayos pensó alguna vez que llegaría a ser el entrenador más laureado y el que más partidos de largo ha dirigido al Real Zaragoza en su historia?

—Jamás. Aquél era un niño que se entusiasmaba con su ídolos, que iba de una forma voraz a la caza de autógrafos, que buscaba todos los trucos para colarse en La Romareda cuando no me podía pagar la entrada… Ese niño no podía pensar que podría dirigir a ese equipo durante tantos partidos. Ni en el mejor de mis sueños.

—¿Quién es el mejor jugador que ha dirigido al Zaragoza en estos 400 partidos oficiales?

—No quiero quedarme con uno. Me resulta muy difícil. Todos los jugadores que he dirigido me han ayudado y son los que me han hecho llegar a esa cifra de 400 partidos. A todos ellos les doy un gran valor. Prefiero citar a un jugador al que yo no dirigí, pero que cuando yo era niño me contagió mi fiebre zaragocista, y que fue Nino Arrúa. Era mi referente y mi ídolo. Me provocaba una alegría y un entusiasmo descontrolado. Arrúa, Diarte, Planas y Violeta han sido para mí los mejores.