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BARCELONA - REAL MADRID

El histórico Clásico del Sofía, vivido por AS desde dentro

Barcelona y Madrid compartieron hotel en la previa, con un dispositivo extraordinario que sin embargo fue de los más tranquilos que se recuerdan.

Actualizado a
El histórico Clásico del Sofía, vivido por AS desde dentro
JOSEP LAGOAFP

A la espera del auténtico, el futbolístico, se jugó otro Clásico que por definición no lo fue tanto, tratándose del primero que, antes de pisar el césped, se ha jugado en un hotel. No hay nada más excepcional que aparentar normalidad e incluso lograr la calma en el entorno más tenso que se recuerda. Y eso fue lo que sucedió durante todo el miércoles en el Hotel Sofía, donde coincidieron de un modo atípico, casi diríamos que histórico, las plantillas de Barcelona y Real Madrid. Y sus respectivas directivas.

Desde dentro del hotel, en el epicentro de la zona blindada como un auténtico búnker en previsión de manifestaciones o posibles disturbios, vivió AS no solo esta jornada extraordinaria sino ya desde la velada anterior. Contrastaba el ambiente de la medianoche, con vallas apelotonadas en cada esquina y solo una pareja de la Guàrdia Urbana custodiando de lejos algunas conexiones televisivas desde la puerta de entrada del hotel, con el que ya se respiraba a primera hora del miércoles.

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Desde las ocho, concretamente, cuando se empezó a desplegar un dispositivo creciente e insólito, con las vallas ya desplegadas, furgonetas de antidisturbios rodeando el recinto, coches retirados de sus aparcamientos y, finalmente, el tráfico cortado en la calle Joan XXIII, que conecta el Sofía con el Camp Nou en apenas 500 metros.

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El primer equipo en alcanzar el hotel fue el arbitral, encabezado por Alejandro Hernández Hernández, a las 11. Alrededor de ellos, calma tensa, cada vez más tensa que calma, por parte de los Mossos d’Esquadra y la seguridad privada del hotel, quienes con sigilo y discreción desplegaban un inusual cordón sobre la zona con la facilidad de quien abrocha un cinturón.

También inquietud entre los seguidores y prensa, ya ubicados al otro lado de la carretera, en el carril bici de la Avinguda Diagonal, y expectación entre los privilegiados huéspedes (la inmensa mayoría, extranjeros) del Sofía, los únicos que podían permanecer ya dentro de un vestíbulo que se iba poblando a medida de que se acercaba la hora prevista para que llegaran las plantillas de Barcelona y Real Madrid.

Llegada de Madrid y Barça por la parte trasera

Así, en silencio o con un tenue runrún se preparaban los actores para neutralizar el probable rugido. Sin embargo, la llegada de los autocares del Madrid (uno para la plantilla, otro para directivos) a las 12:20 no solo no conllevó disturbios, siquiera ánimos crispados, sino que fue una de las más tranquilas (o la que más) que se recuerda. Solo el sonido lejano de un helicóptero perturbaba el silencio. Procedentes de la Terminal de Cargas de El Prat, se apearon en la calle Doctor Salvador Cardenal, en la parte trasera del hotel, para ocupar una planta entera.

Otra se destinó para el Barça, que apareció con esa misma rutina (si es que hay rutina en un equipo que nunca se concentra para los partidos en casa, salvo en esta ocasión por causa mayor), y con la curiosidad de que provenía el plantel del Camp Nou, por lo que algunos jugadores como Lionel Messi habían tenido que pasar con sus coches por el Sofía antes de subir al autocar y volver hacia atrás. Las carreras de los huéspedes hacia la puerta principal no obtuvieron ningún resultado. Sí verían presumiblemente a los jugadores el agente de Frenkie de Jong, Ali Dursun, o el exjugador culé Juliano Belletti, quienes se tomaban un refresco en una de las cafeterías dispuestas por la planta principal.

En otro de los bares pasó el rato la directiva del Real Madrid hasta la hora del almuerzo con la del Barcelona, que irrumpió directa al ágape liderada por Josep Maria Bartomeu. Los blancos sí se dejaron ver. Curiosamente, Emilio Butragueño era agasajado por aficionados más veteranos (los más jóvenes preguntaban por él y finalmente sí le tomaban una foto) y Florentino Pérez, por gente de todas las edades.

A la hora de subir a los ascensores se produjo un atasco de ejecutivos madridistas que la seguridad privada del club trató de deshacer, teniendo que lidiar también con los clientes del hotel que pretendían a la vez ir hasta sus habitaciones. Paralelamente, se chequeaba si alguno de los presentes en la escena no estaba hospedado en el hotel. Una situación que contribuía a crear ese ambiente de camarote de los hermanos Marx, por buscar algo de distensión en una jornada en que se palpaba la rigidez más por lo que podía pasar que por lo que sucedía.

Menú navideño para directivas

Y en todo lo alto del Sofía, en un privilegiado salón acristalado de la planta 19 que permitía unas vistas privilegiadas de Barcelona desde el Camp Nou en primer plano a Collserola o Montjuïc, almorzaron los 21 directivos, solo una mujer (Marta Plana, del Barcelona), con un ambiente distendido del que AS fue testigo, risas y un menú navideño, como correspondía a ese buen talante mutuo en el que, sin embargo, Florentino sí dejó notar su preocupación por la seguridad posterior una vez corriera el balón en el Camp Nou.

Entretanto, descansaban los jugadores en sus respectivas habitaciones y plantas, lejos de los curiosos, que fantaseaban con un hipotético encuentro para tomar un café entre Gerard Piqué y Sergio Ramos, o entre los Balones de Oro Messi y Luka Modric, tan cerca y a la vez tan lejos de un modo tan excepcional como lo fue toda la jornada. El café que no se dio seguro fue el de Ernesto Valverde y Zinedine Zidane, ya que el técnico azulgrana abandonó el hotel en solitario camino del Camp Nou horas antes que sus jugadores.

Los que sí aguardaban juntos, aparcados en fila india, eran los autocares, enfilados hacia el Camp Nou en Salvador Cardenal, a menos de un minuto en ausencia de tráfico, a la espera de las manifestaciones convocadas en el exterior a partir de las cuatro, como la que se sucedió en la misma puerta del hotel, Plaça de Pius XII, que comenzó con un centenar de personas, que fueron en aumento lentamente y sin apenas hacer ruido hasta las seis menos cuarto, cuando los autocares de Barcelona y Real Madrid tomaron rumbo por separado, en este orden, al Camp Nou y bajo dos helicópteros, en otra imagen excepcional que brindó la previa de este Clásico.