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ENTREVISTA | ALFONSO PÉREZ BURRULL

"Los árbitros no tenemos miedo a los Clásicos, sólo disfrutamos"

El árbitro que dirigió el famoso regreso de Figo al Camp Nou en el 2000 atiende a AS para valorar el Clásico de este miércoles. Pero ese no fue el único encuentro polémico...

"Los árbitros no tenemos miedo a los Clásicos, sólo disfrutamos"
NACHO CUBERODIARIO AS

El Clásico de este miércoles presenta un aliciente especial: el ruido mediático. Alfonso Pérez Burrull es el árbitro que mejor conoce este escenario y que más luchó para que el balón rodase con normalidad. El cántabro ha señalado cinco Clásicos, entre ellos la vuelta de Luis Figo al Camp Nou (en un partido donde los propios jugadores no escuchaban el silbato) y otro con movimientos de antiglobalización de fondo.

¿Hay que tener miedo a un Clásico tan polémico como este?

Para nada. Los árbitros no tenemos ningún miedo al Clásico. Aunque un Barca-Madrid hace ruido, a partir del primer pitido el fútbol es fútbol y lo que cuenta es lo que los jugadores hablen con el balón. Lo que a veces da un poco de miedo es la irresponsabilidad que sigue habiendo por una parte del entorno del mundo del fútbol a la hora de buscar la polémica y la crispación.

¿El árbitro lo pasa mal cuando hay mucha tensión?

Para el árbitro un Clásico es un partido bonito de arbitrar y hace ilusión, claro que sí. Y si el reto es algo más complicado por las circunstancias, mejor. Hay que seguir sumando experiencias dentro de una trayectoria y una preparación de muchos años para un árbitro de élite como Hernández Hernández.

¿Qué consejos le da?

No soy nadie para dar consejos a un gran árbitro como es él, desearle que lo disfrute. Tanto él como el resto de la plantilla y del colectivo arbitral están demostrando una gran solvencia y una gran eficiencia, aunque nunca se acabe de reconocer el gran trabajo que se hace, pero parece que ciertas cosas nunca cambian.

¿Cómo recuerda esos silbidos a Figo?

Lo recuerdo como un ambiente espectacular y demasiada tensión previa, había incluso papeles en forma de billetes con la cara de Figo y muchísimo ruido. Cada vez que tocaba el balón el campo rugía. Hubo momentos en los que los jugadores no escuchaban el silbato y había que perseguirlos para que pararan después de haber pitado una falta. Pero todo transcurrió con normalidad en general.

Dos años después, arbitró otro partido polémico...

¡Cierto! En el 2002 había movimientos antiglobalización en Barcelona y también era complejo. De repente, me vino Puyol para avisarme de que había dos espontáneos encadenados en la portería y no me lo creía. No sabía qué me estaba contando, pero cuando me giré tuve que parar el partido porque era cierto y estaban esposados a un poste.

¿Cómo se solucionó?

La policía lo tenía previsto y estuvo rápida y sacó las tenazas para cortar la cadena.

¿Si el miércoles hay un ambiente perjudicial se podría llegar a suspender?

Lo que habría que suspender es a la gente que se empeña en generar tensión añadida en torno al partido en lugar de esforzarse para que la parte deportiva crezca. Es una pena que antes de un partido se tenga que hablar y estar preocupados porque pueda existir esa posibilidad que ojalá no ocurra ni el miércoles ni ningún día. Yo lo que creo es que hay que pensar en fútbol, olvidarse de ello y en cualquier caso confiar en el trabajo de los estamentos y profesionales que están sobradamente preparados.

¿Cómo vivió lo que sucedió con Zozulia?

Por un lado la pena de escuchar palabras como nazi en un campo de fútbol, pero también hubo compromiso contra la violencia, empezando por el árbitro y su implicación. ¡Chapó! Si suspender el partido sirve para que no vuelva a suceder, adelante. Creo que la parte en la que se actuó en consenso puede ser un buen ejemplo de futuro y compromiso común del mundo del fútbol.

Usted fue el primer árbitro en parar un partido por cánticos racistas...

A Kameni le hacían cánticos de mono y aquel día paramos el partido. Recuerdo que lo escuché desde abajo como algo que no se podía dejar pasar. Aunque no había reglamentación al respecto, en cierta medida, se improvisó. Me llamó la atención la repercusión posterior, no sabía que era la primera vez que se hacía a nivel mundial y anécdotas al margen tuvo una parte de la implicación que siempre he entendido debe de tener la condición de árbitro.

¿Esto crea un precedente en el Clásico?

Yo no creo que la decisión de Vallecas haya que relacionarlo con lo que pueda suceder en otros partidos ni mucho menos utilizarlo para comparar o cuantificar las situaciones, lo importante es que sirva para que las cosas no pasen y, si pasan, la gente debe de tener confianza en las personas que tienen la responsabilidad de decidir y ponderar las circunstancias y sus variables, a nivel de reglamento y seguridad.

¿Suelen ir al psicólogo?

El aspecto psicológico es una faceta muy importante de la actividad arbitral y hay métodos y herramientas para fortalecerla. Lo importante es trabajar en el espíritu positivo y la proactividad para trasladarla a los jugadores en el campo y mentalmente hacernos más fuertes. Sabemos que el error forma de la actividad, somos personas y nos equivocamos, pero igual que todo el mundo, o mucho menos si tenemos en cuenta que somos los que decidimos, y por eso la confianza y la autoestima que no falten.

¿Qué ha aprendido en toda su carrera?

Muchas cosas que intentó contar a jóvenes que quieren arbitrar. Ahora, estoy participando del programa de formación arbitral que está desarrollando el Comité Cántabro, en el que me encargo de introducir a los chavales en la actividad y acompañarlos durante su primera temporada en activo. Para mi es una labor muy gratificante enseñar el noble arte del arbitraje y estamos contentos porque cada vez hay más vocación. Se lo pasan bien y les hacemos disfrutar de ser árbitros, incluida alguna que otra batallita del abuelo cebolleta.