Ama el buen fútbol y le encanta decir que la selección de Uruguay es un equipo "aguafiestas", como demostró en Maracaná en 1950. No tiene prisa para responder las preguntas y adora hablar de Federico Valverde, la nueva perla del Real Madrid y a quien él dio la alternativa en la Celeste.
A sus 72 años, Oscar Washington Tabárez, seleccionador de Uruguay desde 2006, piensa que el torneo local no sirve para medir la calidad de las figuras de su país, que las individualidades son buenas para mejorar un juego colectivo y que las relaciones personales son muy importantes para organizar un grupo. Recibe a Efe para una entrevista en el Complejo Celeste, en las afueras de Montevideo, y, gran admirador de Pep Guardiola, confiesa que sintió pudor cuando el técnico del Manchester City lo calificó recientemente como "uno de los mejores entrenadores de toda la historia del fútbol".
¿Cuál es el balance de este 2019 y cuál es la perspectiva para 2020, año de inicio de las eliminatorias del Mundial y de disputa de la Copa América? En cuanto a las competiciones, la de más relevancia fue la Copa América (de Brasil). No Llegamos donde podíamos, pero en momentos dimos la talla y vimos cosas que son parte de la evolución, que continuamos, sobre todo, en el segundo semestre con partidos que ya estaban concretados (fechas FIFA). Pudimos ver la evolución colectiva del equipo, basada en las individualidades que tiene el equipo. Algunos son muy jóvenes y están evolucionando de manera buena. Otros son los referentes, que están desde la primera hora. En marzo se cumplen 14 años desde que empezó este proceso. Las individualidades son la potencialidad del equipo, pero los aspectos colectivos del juego y el relacionamiento, la comunicación, los valores que se defienden, cuando se logran, hacen el equipo más fuerte que las individualidades. Ahora se nos viene la que, para mí, es la competencia más difícil, menos reconocida porque nadie se acuerda de quién fue primero o segundo en la eliminatoria. Lo importante es ir al Mundial. Para cualquier país estar en un Mundial de fútbol es participar en un momento de distinción que es importante no solo para el equipo sino para el país, y ya estamos tratando de prepararnos en ese aspecto. Es un año de conclusiones positivas.
Usted menciona mucho la palabra evolución. Esta selección ha ido creciendo e incorporando nuevas generaciones de futbolistas. ¿Qué análisis hace al respecto? Esto está analizado desde que hicimos el proyecto. Por suerte, la mayoría de cosas se han realizado. Nosotros futbolísticamente somos un país de futbolistas emigrantes. Cada vez se van más, no sé la cantidad, me pone triste. Cada vez se van más y cada vez a edad más temprana. Nosotros tenemos claro que el medio futbolístico local no es un parámetro para definir si un jugador está para internacional o no. Tiene que pasar por otros filtros, y esos son partidos con nivel mayor de exigencia. En el centro de Europa está la elite del fútbol profesional desde el punto de vista económico, organizativo y de capacidad para llevar a mejores jugadores del mundo. Es muy importante el paso evolutivo que dan en sus equipos. Para poner un ejemplo, el más gráfico, el más evidente, Federico Valverde. Pero también Rodrigo Bentancur. Esas evoluciones los hace mejores jugadores y tratamos de aprovecharlo colectivamente.
Precisamente iba a preguntarle por el crecimiento de Valverde en el Real Madrid después de que usted le diera la alternativa en la selección... Esto tiene su historia. Desde que llegó a los 13 años acá al Complejo, vimos lo que era y lo tengo presente. Era mucho más chiquito, su comunicación era mínima, una voz que apenas se escuchaba, una timidez casi patológica. Se le respetó mucho su perfil, pero apuntábamos a otra cosa. El talento siempre lo tuvo. Él mostraba cosas de la comprensión del juego que parecía imposible para un niño de 14 años. Se lo debe a su padre y a su madre, a sus genes, más que a cualquier entrenador. Después él fue progresando, estuvo en el Castilla y ahora tiene como técnico a (Zinedine) Zidane, uno de los mejores jugadores que he visto en la historia. Qué importante empezar a evolucionar en ese medio. No hay que olvidarse que tiene 21 años, Bentancur 22 años...
Todavía le queda mucho por crecer, por tanto. Yo no puedo creer que el nivel de Valverde sea este y se quede ahí. Depende de él, de muchas cosas, pero no podemos planificar los futuros cuando el protagonista de su futuro es el propio futbolista y los grandes cambios se dan cuando el futbolista le da un significado a lo que está manera. Federico es una gran persona y cuando nosotros vemos que esa evolución le pone en las vías de darle determinadas oportunidades se le dan. Hay otros jugadores que quizá no son tan notorios o con tanta repercusión, como han sido las apariciones de Brian Lozano, que juega en México, o Matías Viña, en el medio local.
La próxima semana habrá clásico en España con un duelo Valverde-Luis Suárez. ¿Cómo lo vive un seleccionador a distancia? A mí me pone muy contento. Tenemos unos parámetros cuando vamos a jugar un partido: juego, resultado y comportamiento. Esos son los tres parámetros en que hay que estar concentrados. No hace mucho se enfrentaron (Diego) Godín y Suárez, los dos con gran espíritu competitivo, hacían como en los 'picados' que hacemos acá, como le decimos nosotros, que juegan como si fuera la vida. Se pelean, discuten, son competitivos. Eso me podría preocupar un poquito, pero sobre todo para Federico el primer Clásico (como titular) tiene que ser muy importante para él. Creo que debe tener mucha ayuda para sobrellevar los momentos previos, sus compañeros, los técnicos, gente del entorno, la propia experiencia que ha tenido con los más antiguos en la selección... Y después es jugar. Ahí no va a tener ningún problema en mostrar sus potenciales.
Tiene usted fama de conocer muy bien a los jugadores. ¿Cuáles diría que son sus virtudes y defectos como técnico? Me cuesta mucho hablar de mí. A veces uno dice cosas que no tendría que decir así, yo lo reconozco (por ciertos enojos en las ruedas de prensa), soy un pasional del fútbol. No me considero de los entrenadores que tengan necesidad, al otro día del partido, de ir a decir lo buen entrenador que es o podría ser. Me aburre hablar de mí. Hablo de la cosas que creo, los conceptos que manejo, sobre los que trabajo... No tengo mucho tiempo a los jugadores, son pocos días, la vinculación que quiero hacer con los futbolistas y el entorno en el Uruguay, sobre todo con la afición.La selección siempre ha sido algo muy importante para los habitantes de este país. Como un libro de Mario Benedetti, "El aguafiestas", en el fútbol nosotros hemos sido un poco aguafiestas. Ahora tenemos que tener como objetivo mínimo ser difíciles para los rivales y eso lo vamos logrando. No me considero de los mejores (entrenadores); por eso no me comparo porque quedaría muy atrás. No tengo la vocación de ser obsesivo como los grandes entrenadores que tienen un sentido de la perfección que los hace obsesivos en determinadas cosas y relegan otras. Yo a esta altura, las cosas que me sirven para el fútbol las aprendí en la vida o en la manera de ver el fútbol cuando era niño, desde la pasión. Hay muchas maneras de hacer las cosas y se pueden incorporar sin estar 10 horas al día delante de un televisor. Yo eso no lo hago. Me siento muy feliz cuando puedo competir con gente tan distinta y estar a la altura. Me siento mal cuando pierdo y alguno me golea.
¿Usted se plantea una retirada? Ahora no se lo puedo contestar, pero estoy más cerca del final que del principio y ¿sabe por qué no lo voy a contestar? Porque cuando un entrenador anuncia que se va, trae problemas al equipo. No es necesario hablar cosas que son obvias, que hay indicios, no es necesario que lo diga. Es mucho más grave decir que me voy, porque influye en los jugadores. Creo que el hecho de convivir o ser contemporáneo con entrenadores tan distintos a mí hay que agradecérselo al fútbol. Yo agradezco haber conocido personalmente a Pelé, ser contemporáneo de (Diego) Maradona y (Lionel) Messi, de haberlos enfrentado como entrenador y ellos futbolistas, y después a Maradona como entrenador de Argentina. Eso es algo que, cuando uno no esté en el fútbol, ya lo tiene y cuando vaya a la casita de los recuerdos, no para quedarse ahí sino para ver cómo están las cosas, uno puede pensar "pah, esto fue así" y no quedarse en eso. Mientras uno está trabajando, hace mal ir hacia el pasado y quedarse en él y no aprender.