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En julio no se acordó solamente una transición

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El gol de Messi en el Metropolitano terminó de descolocar a un Atlético, que viene de vivir una semana tensa. Y no porque en la hoja de ruta de cualquier equipo del planeta no entre dentro de lo posible encadenar una derrota en el Juventus Stadium y otra frente al Barcelona. Las alarmas habían saltado antes, después de los traspiés ante el Leverkusen y el Granada, que condicionaban las andaduras en dos competiciones. Eso provocó que se tomara con mucha cautela el viaje a Turín. Tanto que la plana mayor del Atlético se personó en el viaje, lo que dio lugar a algún aparte para aclarar el rumbo.

Dybala convirtió el partido contra el Lokomotiv en una cita de supervivencia, pero es que antes la falta de gol en Granada había ensuciado mucho el panorama en LaLiga. Y llegaba el Barcelona. El Atlético mereció más en Turín y llegó a tener sometido al Barcelona, pero se llevó dos derrotas que tuvieron un desenlace sorprendente. Simeone —que todo sea dicho, ya alertó tras los exitosos bolos de verano— reculó de forma alarmante y sorprendente. “Hay que saber del año de transición en el que estamos”, afirmó, no como excusa a la derrota ante Messi, se entiende, y sí por la alejada posición en la tabla de su equipo de los puestos. No faltó tiempo para que Clemente Villaverde corrigiera a su entrenador porque lo que planeaba es que este equipo no está para pelear por títulos. Pelear, que no ganar, que son dos cosas diferentes.

“La transición nuestra es estar peleando siempre arriba por todo. Tenemos muchos nuevos, pero tiene que ser una transición que te permita pelear por todo”, puntualizó Villaverde sin paliativos. La frase del Cholo sonó a derrotismo —algo que nunca fue con él— justo cuando el equipo viene de encadenar partidos con mejor cara. Es más que evidente que la nómina de incorporaciones iba a exigir una puesta a punto importante. Cada año hay una que afrontar. La temporada pasada con una plaga de lesiones se estuvo ahí. Pero no es menos cierto que los 515 millones que Gil Marín anunció como presupuesto no invitan a pensar en una transición, no lo puede ser y, de hecho, no fue eso lo que se acordó en verano. El propio Oblak explicaba esta semana en AS que tanto dirigentes como cuerpo técnico les hicieron llegar que, a pesar de las salidas de jugadores importantes, las aspiraciones no cambiaban. Aspirar a todo, que no ganar, porque eso ya depende de muchísimo factores en el caso del Atlético.

Se marchó la vieja guardia, pero el director deportivo, Andrea Berta, recibió la misión de fichar titulares de rendimiento inmediato, titulares, algo que en lo que no había estado certero hasta el momento. A él también hay que exigirle. El gasto fue importante, porque lo ingresado igualmente lo había sido y porque la exigencia lo era, y se puso en manos del entrenador la inversión más alta por un futbolista en la historia del club. Todos apuntaban alto y lo hicieron en sintonía. El Atlético se ha vuelto a encontrar obstáculos en el camino. La falta de gol y las lesiones de Costa, por ejemplo, algo con lo que ya se lidió la temporada pasada. Pero eso no quitó para que allá por septiembre, con el equipo lanzado entonces, desde el vestuario se reclamara más respeto para un grupo al que “se estaba infravalorando” estando ahí arriba. Ahora, por el contrario, se da por bueno un discurso que no ha ido con el Atlético de los últimos años. Se habló de reinvención, nunca de transición. El Sevilla vuelve a navegar arriba, con casi 15 futbolistas nuevos más el entrenador. En medio, además, han aparecido la Real Sociedad y el Athletic. El empuje del Atlético tiene que ser más fuerte que el de equipos cuyo presupuesto más cercano ronda los 200 y tiene que ser sin tanta venda antes de la herida.