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REAL ZARAGOZA

Oficio ante la adversidad

El Real Zaragoza hizo gala de una gran madurez en Vallecas para sobreponerse a las numerosas bajas y la dura derrota frente al Albacete.

Actualizado a
Los jugadores del Zaragoza celebran el gol de Javi Ros.
INMA FLORES

El Real Zaragoza acudió a Vallecas tras el duro golpe que supuso la derrota ante el Albacete en el último minuto, en un partido que tendría que haber goleado, y sin la presencia de seis de sus teóricos titulares al inicio de la temporada: Cristian Álvarez, Vigaray, Atienza, James, Kagawa y Dwamena. Y ganó. Quizás sin la brillantez de las tres últimas jornadas, pero sí con un oficio hasta ahora no visto y una capacidad de adaptación propia de aquellos equipos situados en la parte noble de la clasificación.

El Zaragoza vive instalado en la adversidad esta temporada y no hay semana en la que no sufra algún contratiempo. Los más importantes, sin ninguna duda, han sido las lesiones de Cristian Álvarez, Vigaray y Atienza y el problema cardíaco de Dwamena, que derivó en una crisis de juego y resultados. Víctor Fernández tuvo que reinventar el equipo con un 4-2-3-1 y contra el Las Palmas se cortó una racha de tres derrotas seguidas. En Almería se confirmaron esas buenas sensaciones, pero frente al Albacete los aragoneses sufrieron un nuevo golpe en forma de derrota injusta y con el guion más cruel posible.

Y en el horizonte el Rayo Vallecano, un equipo totalmente confeccionado para ascender, y sin Kagawa y James, bajas de última hora. Tocaba reinventarse de nuevo. Víctor apostó por un 4-1-4-1 para facilitar las ayudas en defensa y sorprender al conjunto madrileño a la contra y el Zaragoza llevó a cabo un ejercicio de madurez que aprobó con muy buena nota: estuvo bastante ordenado en defensa, apenas concedió a balón parado, hizo gala de ese otro fútbol con faltas tácticas en los momentos precisos y, sobre todo, supo sufrir, una cualidad extraordinariamente importante y decisiva en una categoría tan igualada como la Segunda.

En definitiva, el Zaragoza tuvo el oficio que le faltó en anteriores ocasiones y a ello sumó grandes actuaciones individuales, como las de Ratón o Luis Suárez. Posiblemente también fue el partido en el que más daño hizo a balón parado, con un palo incluido, y tuvo esa pizca de suerte que le fue tan esquiva una semana antes ante el Albacete. De nuevo falló un penalti, pero en esta ocasión el VAR mandó repetirlo, al adelantarse medio metro Dimitrievski, y Javi Ros no desaprovechó esa segunda oportunidad para poner fin a la maldición desde los once metros.

Es cierto que el Zaragoza apenas pudo salir a la contra en la primera media hora de juego y que no aprovechó sus ocasiones para cerrar el partido y llegar con más tranquilidad a los últimos minutos, pero siempre es mucho más fácil crecer y mejorar con tres nuevos puntos en el casillero. Y es que la mejor medicina ante las adversidades siempre son las victorias y el Zaragoza tiró de oficio, solidaridad, competitividad y capacidad de adaptación para ganar cuando más lo necesitaba.