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BARCELONA

El vestuario culé, al descanso: "¿A qué estamos jugando?"

Rabia e impotencia se sumieron en partes iguales tras acabar la primera parte en Butarque. Los pesos pesados fueron los más autocríticos.

BarcelonaActualizado a

El Barcelona finalizaba la primera parte con un sorprendente 1-0 en el luminoso. Sorprendente porque se trataba del colista, el Leganés, y porque el juego había sido un sinfín de despropósitos, con un balance ofensivo de un remate a puerta en 45 minutos: un cabezazo colocado de Luis Suárez que despejó Cuéllar con una gran estirada.

Los jugadores llegaron al vestuario visitante de Butarque visiblemente afectados, con unas sensaciones tan negativas como frustrantes. “¿A qué estamos jugando?”, fue una de las primeras voces que resonaron por las cuatro paredes, pronunciadas por uno de los más reconocidos pesos pesados del equipo. La respuesta fue un sinfín de exabruptos y lamentos por parte de algunos de sus compañeros, mientras que otros optaron por bajar la cabeza y resignarse con un preocupante silencio.

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También había otros, como Griezmann, Umtiti y Dembélé, que mantuvieron una acalorada discusión sobre la situación que se había vivido en la primera parte y los numerosos problemas para desarrollar su juego y conectar entre ellos.

Ernesto Valverde intentó insuflar un poco de ánimo al equipo, junto a su segundo Aspiazu, dejándoles bien claro que si marcaban un gol todo sería mucho más fácil, subrayando que había que poner más intensidad en el campo e intentar asfixiar al rival a base de una presión muy alta.

Durante la espera en el túnel de vestuario fueron Piqué y Luis Suárez los que tomaron el mando de la situación, intentando arengar a los compañeros con sus gritos de ánimos: “¡Vamos, Vamos! Jugando como sabemos”.

Afortunadamente, en la segunda parte, el gol de Suárez primero y después el de Arturo Vidal, dieron la vuelta al marcador, pero no a las malas sensaciones. Una situación que se repitió en parte en el partido de Champions ante el Slavia en Praga donde el equipo ganó 1-2, pero se marchó cabizbajo y preocupado, consciente que las piezas no acaban de encajar. En Butarque, más de lo mismo.