De Marcos desnuda su alma en 'Togo', un libro autobiográfico
Habla de su primer año en el Athletic, en el que se vio tocando el cielo en la Supercopa y le bajaron a la tierra en el filial, y de su labor benéfica en el país africano.
De Marcos no se tuvo que enfrentar esta vez a uno de esos potentes extremos de LaLiga ni se puso delante de la prensa a hablar de que 'no hay rival pequeño' o que 'los partidos duran 90 minutos', algo habitual en las insulsas comparecencias de muchos colegas suyos de profesión a nivel mundial. Fue a hablar de su libro. Tal cual. Presentó ayer 'Togo', su obra autobiográfica en la que recoge experiencias personales durante su primer año como jugador del Athletic, con la colaboración del escritor José Mari Isasi. El acto se enmarcaba en la décima edición del evento Letras y Fútbol que impulsa la Fundación del Athletic. No pudo asistir Ainhoa Tirapu, por encontrarse en una cita de la AFE. La meta rojiblanca ha escrito Bizitza Eskukadaka en compañía de la autora Miren Rubio.
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Se han puesto en circulación 13.000 ejemplares de la obra de De Marcos, que irán destinados a centros educativos de forma gratuita, bajo demanda; clubes convenidos para futbolistas juveniles; librerías y tiendas del Athletic. Se pide cualquier donación para iniciativas de lectura sencilla para personas con dificultades.
En el volumen, de un centenar de páginas, el lateral abre su alma. “Iraola y Gurpegui me marcaron. Gupe es uno de mis referentes”, expone. La Supercopa de 2009, en la que marcó, le hizo tocar el cielo, "estaba en el máximo punto", pero le bajaron al filial con Muniain y así volvió a la tierra. "En ese momento sí que te entran las dudas. Cuando maduras las acatas de otra manera. Cuantas más veces te caes, más fácil te vas levantando. Yo no me veía capacitado para ser jugador durante 30 partidos, como Iraola. Tuve que ver que estaba casi fuera para entender que podía dar más de mí y quedarme aquí". El libro se titula Togo por su experiencia en ayuda de los desfavorecidos en el país vecino con Ghana. "Al principio me negué porque no lo veía claro, me cuesta abrirme, pero echamos muchas tardes en casa con Isasi y me encontraba cómodo", va detallando el jugador, un tipo al que adora San Mamés por sus valores y su carácter guerrero. "Me he abierto demasiado", se reía.
Su propio padre le recomendó que no lo hiciera "me dijo que fuera por la sombra y al final le ha encantado". El proyecto social en Togo le deparó un momento muy intenso en lo sentimental: "Tiré un balón fuera, por encima del larguero, bueno como hago siempre, y la pelota se fue a unos matojos. Iba en zapatillas y me daba cierto reparo, y los chavales andaban descalzos. para cuando di un paso yo, había seis de ellos que ya habían saltado a por el balón".
En este recorrido por un año crucial en su vida, la cuadrilla, esa que ha mantenido pese a su explosión como jugador de élite, ha sido una parte fundamental. "La felicidad de uno, en este caso la mía, es la de todos. Cuando fiché por el Athletic todos estaban en lo máximo, íbamos para San Fermín y no se acordaban mucho de viajar a la fiesta", rememora el jugador de Laguardia, uno de los jugadores de élite más normales en esta nube en la que se ha subido el fútbol de élite. "Se nos juzga como si no fuéramos personas normales y yo me considero una persona de lo más normal". la experiencia de redactar unas páginas ha sido para él "inolvidable". Ojalá sirva de ejemplo para muchos de sus colegas de trabajo en LaLiga.