"Jon fue el mejor delantero de la Liga el año del ascenso"
Bolo y Julio Álvarez, protagonistas del último salto del Numancia a Primera, reciben el sábado a los sorianos al frente del banquillo de la Ponferradina.
Ponferradina y Numancia se verán las caras este sábado en El Toralín y se da la circunstancia de que en el banquillo berciano se sentarán dos de los protagonistas del último ascenso del equipo soriano a Primera: Jon Bolo y Julio Álvarez, que mantienen muy vivos sus recuerdos de aquella temporada 2007-08 en la que además se proclamaron campeones de Liga.
“Es de esas temporadas que ves que te sale todo desde el principio”, rememora Julio. “Empezamos perdiendo siete de ocho partidos en pretemporada y se empezaba a dudar de Arconada, que debutaba ese año. Además, los jugadores llamados a ser importantes estaban lesionados, pero apareció gente como Mario Martínez, Rafa Jordá, Gorka Britt, Toché, que siempre que salía marcaba… Todos hicimos una temporada sobresaliente desde el primer al último día”.
A la hora de repasar los números de aquella temporada, Julio sale al quite cuando le recordamos que Bolo jugó menos y sólo metió un gol: “No me gusta eso. Jon fue el mejor delantero de la Liga. Los mediapuntas hicimos 30 o 40 goles porque él, jugando solo arriba, ganaba a las defensas, nos dejaba balones, aguantaba la pelota, forzaba faltas que aprovechaba yo… Fue el delantero más destacado sin duda”.
Bolo recoge el piropo en forma de aprendizaje a la hora de convertirse en entrenador: “Todo el mundo se fija en los goles del delantero, pero yo que lo he sido sé que si no estás acertado ya llegarán las rachas. Tienes que poner al equipo por delante del interés individual. Si tenía que pelearme con las defensas y generar las oportunidades para otro, yo lo hacía, y es lo que le pido a mis delanteros. Si de algo pequé como futbolista, fue de ser poco egoísta”.
En cuanto a su compañero, Bolo destaca que “era el jugador franquicia del Numancia por su experiencia y, sobre todo, por su calidad y por todo lo que aportaba al equipo. Por él pasaba todo el juego de ataque y la estrategia. Era importante, porque en cualquier momento te desatascaba un partido”.
El ahora entrenador de la Ponferradina reconoce que, tras conseguir el ascenso a falta de cuatro jornadas, el equipo desconectó totalmente: “Empatamos con el Alavés, que se estaba jugando la vida, y una vez conseguido el ascenso, las fiestas y los compromisos te hacen olvidarte del resto. Además, teníamos una diferencia abismal con el segundo y estuvimos más a celebrar que a lo que teníamos que estar, y por eso no ganamos un partido en las últimas cinco jornadas”.
Tanto Bolo como Julio Álvarez destacan el papel de Gonzalo Arconada no sólo en aquel ascenso, sino en la concepción del fútbol actual: “Creo que es el que más preparado estaba como entrenador de campo”, asegura Julio, “y disfruté y aprendí mucho con él. En la primera charla nos dijo que no iba a haber una sola carrera sin balón, y si haces eso y encima sales campeón de Liga, como para no creérselo. Fue parte importante del cambo de filosofía que hubo en el fútbol español en 2006 o 2007”.
Tras coincidir en el Rayo Vallecano en la temporada 2002-03, Bolo y Julio fraguaron una amistad que permanece hoy y que les ha llevado a compartir el banquillo de la Ponferradina: “Nunca perdimos el contacto”, asegura Bolo, “él casi ha visto nacer a mis hijos, yo estuve en su boda... El destino ha hecho que nos volvamos a juntar y está siendo una experiencia muy positiva”. “Empezamos de bromas”, dice Julio, “pero al final se dieron las circunstancias. Yo estoy aprendiendo mucho, él lleva más tiempo como entrenador y aporto lo que veo. Tenemos la suficiente confianza para mirarnos a la cara y decirnos las verdades. Él toma las decisiones, pero el trabajo se hace en equipo”.
Julio, además, tiene a su cargo a los gemelos Valcarce, con los que jugó en el Numancia: “Casi los he criado como capitán suyo que fui. Los dos han crecido mucho como futbolistas y como personas. Son dos excelentes profesionales y muy competitivos. Es fácil trabajar con ellos”.
Por todo ello, ambos afrontan el partido del sábado de una forma especial, pero sin perder un ápice de la competitividad que mostraban sobre el campo: “Fueron dos años muy bonitos y un ascenso te queda grabado”, reconoce Bolo, “pero cuando el balón eche a rodar somos rivales e intentaremos ganarles”. Por su parte, Julio asevera que “Soria y el Numancia son mi casa, pero precisamente por eso saben lo competitivo que soy y saben que les quiero ganar al cien por cien”.