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Este Valencia tiene tics de los tiempos de Juan Soler

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El fútbol tiene unos códigos que o los conoces y los respetas o te devoran. Los clubes de fútbol, pese a que cada vez tienen más de negocio, distan de ser empresas al uso; más uno como el Valencia, una entidad expuesta cada día al escaparate público, al que el revoloteo de una mosca le monta un huracán como no la vea venir y con una masa social que lo siente suyo. Seguramente Anil Murthy pensaría -cuando Lim le informó que iba a sacar su catana de nuevo a pasear- que tras casi dos años en el cargo, estaba listo para cabalgar solo por Mestalla. Pero, claro, los niños no vienen de París.

No ha pasado ni un mes desde que se abrió el telón al sainete con el despido de Marcelino y el desgobierno recuerda a los peores días con Juan Soler. El insolente ‘es lo que hay’, el silencio de Londres, hackers, la desvergüenza con Cañizares, los gestos del palco... y menos mal que hay un vestuario que para sí quisiera todo entrenador y presidente. A estas alturas del precipicio se habrá dado cuenta ya del error que fue prescindir en alma de Mateu Alemany y de la pifia que es tenerlo en cuerpo inerte. Para cuando llegue otro hombre de fútbol, ya será tarde para Anil Murthy. Ya lo es.