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REAL ZARAGOZA

Una grieta en el muro

El Real Zaragoza, aún invicto tras ocho encuentros disputados, ha recibido el doble de goles en los dos últimos partidos que en los seis anteriores.

Atienza y Delmás no llegan a tapar el remate de Sadiku en el primer gol del Málaga.
ALFONSO REYES

El Real Zaragoza, que continúa siendo tercero con un partido menos, cosechó frente al Málaga su tercer empate consecutivo, lo que le permite permanecer como el único equipo de la categoría que aún no ha perdido. De hecho, es la primera vez en la historia del club aragonés que el equipo se mantiene invicto en sus primeros ocho partidos del campeonato. Por ello, más preocupante que estos tres empates son los cuatro tantos recibidos en los dos últimos encuentros.

Una grieta en el muro que ha llevado al Zaragoza a encajar el doble de goles en los partidos contra el Oviedo y el Málaga que en las anteriores seis jornadas, cuando únicamente había visto su portería perforada en dos ocasiones. Es cierto que el segundo tanto de los asturianos en el Carlos Tartiere es producto del VAR en una acción bastante dudosa y que el segundo de los andaluces, en un saque de esquina, es más un acierto del lanzador y el rematador que un fallo defensivo, pero en ambos encuentros el primer gol recibido es calcado en forma y tiempo.

Ambos tuvieron lugar en los primeros minutos del partido y ambos llegaron por banda. Frente al Oviedo por la de Delmás y contra el Málaga por la de Nieto, pero sería injusto otorgar toda la culpa a los laterales. Ellos no llegan a tapar el centro al área, en ambos casos raso, pero ni los centrales cierran bien ni los centrocampistas llegan a tiempo para achicar espacios. Esos comienzos deben ser corregidos por el Zaragoza, al igual que la gestión de los contraataques del rival. Primero, evitando pérdidas; segundo, con un repliegue algo más rápido en algunos casos; y tercero, con alguna que otra falta táctica.

En ataque, el equipo mejoró respecto a su partido contra el Lugo, pero se encontró con que sus laterales no estuvieron acertados a la hora de poner balones al área y eso es fundamental cuando se juega en rombo, pero sería justo decir que hubo más luces que sombras ayer en La Romareda.

El espectador se encontró con un partido bonito y cinco minutos de infarto. El Zaragoza tenía el encuentro perdido con el 1-2 a un minuto del final, empató en la siguiente jugada e incluso pudo darle la vuelta al marcador en una clarísima ocasión de Soro y después otra menos clara de Pombo. El punto, al final, incluso sabía a poco y eso es buenísimo. Habla mucho y bien de un equipo que demuestra ambición y carácter en cada partido y cuya actitud es irreprochable. En los dos últimos partidos ha ido a remolque hasta en cuatro ocasiones y siempre se ha levantado.

Pero las luces no quedan únicamente ahí: Luis Suárez sigue de dulce y convierte en oro todo lo que toca ––habrá que ver en qué quedan las molestias con las que finalizó el partido––, Dwamena completó una buena actuación, Álex Blanco dio una asistencia en apenas cinco minutos, Clemente crece a pasos agigantados y Raúl Guti es un pulmón que no se cansa de correr y que encima puso la guinda con el gol del empate.