Costa suma, Morata resta
Ganó el Atlético tras una gran primera parte en Son Moix, con goles de La Bestia y João Félix, pero perdió a Morata para el derbi, tras perder los nervios y ver una roja. Bien el Mallorca 45'.
Con todo. Así arrancó el Atleti. Como si sólo conociera una manera de dejar atrás las sombras, los partidos sin goles, los tres sin ganar, con pundonor. Es cholismo. Y atraviesa los partidos de principio a fin, transversal. O debe. Fiereza en las botas, fuerza en la presión tras pérdida que no podía ejecutarse mejor, buscando espantar de un vez esas sombras que crecían alrededor del gol y un jugador, Costa. Comenzó el partido Diego, lo terminó de nuevo La Bestia. Al menos lo terminó. Morata no.
Salió fortísimo el Atleti, con mucho movimiento de los jugadores por dentro y robándole la cartera, el balón y el alma al Mallorca muy arriba, enseguida. Y eso que Simeone se guardó de inicio una de las púas del tridente, Morata, el titular Vitolo, con todos sus jugadores moviéndose con rigor marcial ante un Mallorca que, avasallado, sólo sabía responder con tarjetas. En el minuto 6 ya sumaba dos, Hernández Hernández andaba con la mano caliente, las mismas que ocasiones el Atleti. Primero Costa, después Saúl, ambas dos casis que dejaban llena la portería de Reina de alarmas rojas.
Sólo había un equipo en el partido y vestía de azul. De los rojos, sólo alguna carrera de Kubo, el único que en el Mallorca parecía enterarse que esto pasaba a su alrededor era un partido de fútbol. Los demás estaban pero como si no. Era el campo del Mallorca como un queso gruyére, lleno de agujeros que los rojiblancos convertían en pasillos. Muy mejorado en el juego de posición con Thomas y Koke, circulación rapidísima, João al fin entrando en juego, Costa fijando, con Vitolo de recital de finta y regate. Un monólogo. Y el área de Reina llena de hombres llamando a la puerta. Vitolo lanzó alto, Lodi fuera, tenía que ser Costa. En el minuto 27 rugía de nuevo: como cuando Superman se metía en la cabina, sólo necesitaba un buen balón. Se lo puso Koke, directo a la cabeza, preñado de gol. Lo golpeó con el alma, metiendo la cabeza entre Xisco y Rodríguez, para enviarlo al corazón de la red y a las sombras.
Dos minutos después las alarmas en el cielo de Son Moix se disparaban otra vez. Silbato del árbitro, mano de Sastre en el área, ante un disparo de João Félix. Quinto penalti en cuarto partidos, de Récord Guinness. Pero Gil Manzano, en el VAR, el amigo de Costa, llamó al pinganillo. Había mano de João Félix, o hombro, o codo, o algo, una de esas que el año pasado no hubiera sido pero éste, con la nueva regla sí. Hernández Hernández vio en la pantalla y anuló. El descanso llegó con Costa arrancándole de la bota un balón con peligro a Salva Sevilla. Había logrado el Mallorca al fin estirarse, al menos un poco. Así llegó el descanso a Son Moix.
La locura de Morata
La segunda parte comenzó con una centella saliendo de la caseta. Era el Mallorca, guiado por Kubo, fue asomarse al área y obligar al milagro a Oblak. Entre el palo, Arias y dos veces el portero evitaron el gol. En la jugada siguiente robó un balón pero se precipitó en el disparo. Había salido del vestuario cargado de balas. El Atleti parecía que aún seguía dentro de él. El partido era otro. La orden de Moreno en la caseta podía palparse en la hierba. Juego directo. Movió el Cholo a Koke a la banda para vigilar a Kubo y sacó Vitolo para introducir a Correa cuando el partido más se le atragantaba. A nadie le siente como a Correa ese traje: el de revolucionador de partidos. Se puso el antifaz y fue el inicio del segundo asalto a Reina.
En una jugada embarullada le hizo llegar el balón a Koke mientras que João Félix despistaba un segundo a Sastre. Hecho. Controló con la derecha, giró sobre sí mismo y golpeó con la izquierda. La pelota voló con suspense, y ayuda de Budimir, a la red. Y cuando parecía que el Atleti lo tenía dominado, aunque el Mallorca le llegara fácil, le creara peligro con poco, Morata enloqueció y se pegó un tiro en el pie. En el propio y en el del Cholo, que en veinte segundos perdía un hombre para el sábado, para el derbi. El tiempo que tardó Morata en ver dos amarillas tras perder los nervios con Xisco Campos. Por encararse con uno, por pelearse con otro, ya con amarilla.
Cedió el Atleti el balón y, mientras esperaba al derbi rezando por no perder más jugadores, que Correa casi mata de un plantillazo, con Lodi defendiendo impecable, Felipe poderosísimo en cada balón aéreo, más sumas, con la Costa, en la tarde de la resta, inexplicable, de Morata. Terminado el partido esperaba en el túnel, quién sabe a quien, como un toro encerrado antes de saltar a la arena, mientras Costa contenía, ¡Costa! Simeone, al lado, seguía rezando.