La leyenda de Aduriz tumba al Barça en San Mamés
Un golazo de tijera del delantero da la victoria al Athletic en el 89'. El equipo de Valverde, que tiró dos veces al palo, echó de menos a Messi.
Los mitos están para cosas como estas. Para salir al campo con 38 años en su última temporada en Primera a falta de tres minutos y marcar un tremendo golazo ante el delirio de tu estadio para derrotar al campeón. La leyenda de Aduriz sigue creciendo con ese gol que valió el triunfo al Athletic (1-0) ante un Barça que intentó una revolución que se ahogó nada más tirarse al agua.
Valverde escenificó a la primera su intención de sacudir su tercer proyecto. Busquets y Rakitic, dos de sus jugadores fetiche se quedaron en el banquillo para que el centro del campo lo formaran De Jong como pivote y Sergi Roberto y Aleñá como interiores. De entrada, el invento no funcionó porque como era de esperar la presión del Athletic de salida fue angustiante para los barcelonistas, que a duras penas podían elaborar el juego.
El Athletic se lanzó a por el Barça a base de piernas y en esa especialidad, pocos como Iñaki Williams, que sabía que cada balón que llegaba a su poder tenía que ser una ocasión. El recién renovado delantero aprovechó a los seis minutos el primero de los múltiples errores de Dembélé para disparar de lejos y obligar a Ter Stegen a lucirse. Siete minutos después, el portero alemán volvió a evitar el tanto del delantero local en uno contra uno.
El Barcelona buscaba una pausa que el Athletic no le concedía y sólo vivía de la movilidad de Griezmann, que buscaba el desmarque constantemente.
Un clamoroso error de Unai López al ceder un balón atrás sin percatarse de que en el camino estaba Luis Suárez, que lo empaló directamente al palo enfrío los ánimos locales, que vieron que al Barça, por muy pocho que esté, nunca hay que darle por muerto. En esa jugada, Suárez pidió el cambio aquejado de molestias en el gemelo. Llevaba un par de minutos doliéndose y puede que eso influyera en su disparo al palo.
Mientras se preparaba Rafinha para entrar al terreno de juego (cinco minutos que al Barça se le hicieron eternos) Ter Stegen volvió a conjurar una llegada local, en este caso de Raúl García.
La salida de Rafinha varió el dibujo del Barcelona. Griezmann pasó a ser el referente en punta, Dembélé extremo izquierdo y Rafinha, derecho. En diez minutos que estuvo en el campo, el brasileño hizo más que cualquiera de sus compañeros de ataque. A los 44 minutos disparó un trallazo desde la frontal que Unai Simón desvió lo justo para que el balón diera en la cruceta de su portería.
Tenía que cambiar algo el Barcelona de cara a la segunda parte, porque a pesar de sus dos disparos al palo, el primer acto había sido claramente de los vascos. Y la solución, fue deshacer el invento de la primera parte, retirar a Aleñá y poner a Rakitic sobre el terreno de juego con lo que el Barça empezó a carburar.
Rafinha tuvo a los siete minutos una nueva ocasión en la que el Griezmann reclamaba el balón en clara posición de remate. Una acción que marcó el final del dominio del Barcelona, que a medida que pasaba el tiempo regresó a las imprecisiones, lo que motivó que el equipo de Valverde volviera a perder el hilo del partido.
Rakitic tuvo una ocasión a falta de 20 minutos que se fue alta, pero al ataque del Barça le faltaba pimienta y Valverde decidió acabar tan revolucionario como había empezado y agotó su último cambio dando entrada al canterano Carles Pérez a lo que respondió Garitano sacando del campo a un fundido Williams por un Aduriz que a la primera que tocó marcó un golazo de chilena descomunal para derrotar al Barça. La leyenda continúa.