Jill Ellis se mide a su país de origen donde no pudo jugar
La seleccionadora de Estados Unidos nació en Inglaterra, donde nunca pudo jugar al fútbol. Llegó a América con 16 años y allí sí perteneció a un equipo de fútbol femenino
Jill Ellis se medirá a su país de origen. La seleccionadora de Estados Unidos, aunque nacionalizada del país americano, en realidad nació en Inglaterra. Fue a los 16 años cuando cruzó el charco por el trabajo de su padre. En el viejo continente practicó diferentes deportes, aunque siempre soñó con ser futbolista. Una aficionada del Manchester United que nunca tuvo la oportunidad de jugar en su país. Sin embargo, a su llegada a Estados Unidos al fin pudo saber lo que es jugar en un equipo de fútbol femenino y ahí empezó su historia de amor por el fútbol, gracias, en gran parte, a su padre.
Ellis creció en Cowplain, un pequeño pueblo cerca de Portsmouth en la costa sur de Inglaterra. Los deportes se le daban bien, así que practicó atletismo, baloncesto y hockey. En los 70 en Inglaterra no estaba bien visto que una niña jugase al fútbol, así que ella tenía no encontró ningún equipo federado al que unirse. Creció jugando con su hermano Paul en el patio. "Crecí jugando con niños en la escuela y con mi hermano en el patio de casa, no existían oportunidades de jugar fútbol en ese momento", dijo en la conferencia de prensa previa al medirse a Inglaterra. Su padre, John Ellis, un antiguo comandante de los Royal Marines, fue embajador de fútbol durante mucho tiempo para el gobierno británico. Ayudaba a crear programas de fútbol en todo el mundo, incluso en Trinidad y Tobago o en Singapur. En 1981, la familia Ellis se mudó al norte de Virginia , donde fundó Soccer Academy en Manassas. La vida de Jill cambió por completo. "Eso es lo que realmente Estados Unidos me ha dado, el momento y la oportunidad de vestir por primera vez una equipación de fútbol y pertenecer a un equipo". Con 15 años aterrizó en América, donde el fútbol era cosa de chicas. Y Jill pudo por primera vez jugar en un equipo de verdad y sentir lo que era ser futbolista.
Ella misma explicó en la web coachesvoices.com cómo nació esa pasión: "Tenía un amor por el fútbol que se fomentó en Inglaterra, donde nací, y lo traje a los Estados Unidos cuando tenía 16 años. Crecí viendo Manchester United, idolatrando a Lou Macari y Steve Coppell. Recuerdo haber pateado una pelota de tenis en el patio trasero con mi hermano, con macetas como postes, y unirme a los niños en el patio de la escuela". "Nunca pensé en jugar de manera seria, porque en ese momento no había ninguna posibilidad real de que eso sucediera para las chicas en Inglaterra. Cuando me mudé a los Estados Unidos, todo cambió. Me uní a un equipo de fútbol femenino por primera vez en mi vida y me lancé al juego. Comencé a entender y apreciar los beneficios de estar en un equipo", prosiguió. La oportunidad que no le dieron en su país la estaba teniendo en Estados Unidos.
Influencia de su padre
Jill Ellis pasó mucho tiempo viendo a su padre entrenar en las escuelas que tenía en Estados Unidos. Horas en las que, incoscientemente, estaba aprendiendo. "Mi padre fue entrenador de la Asociación de Fútbol. Pasé mucho tiempo en los campos de fútbol al margen, observándolo trabajar", explicó la seleccionadora. Las enseñanzas de su padre, sin duda, la convirtieron en la entrenadora que es hoy: "Fue entonces cuando la influencia de mi padre se hizo aún más importante. Dirigía una academia en el área de Washington DC, y lo veía trabajar con todos, desde hombres de 20 años hasta niñas de siete. Tenía la capacidad de conectar con todos ellos, hacer que el juego fuera interesante y divertido, e involucrarlos en lo que estaba haciendo". Esta es una de las claves de Jill, que entrenó en las categorías inferiores de Estados Unidos antes de llegar al primer equipo.
Jill estudió en la Universidad Literatura y Arte. No tenía en mente que fuera a ser entrenadora. Tímida y callada, no era un papel que pareciera que le fuese a medida. Sin embargo, su evolución le ha llevado a convertirse en la mejor entrenadora del mundo en 2015, cuando ganó su primer Mundial con Estados Unidos en Canadá. "Siempre he amado este deporte y ahora me ha dado las herramientas para vivir una gran experiencia. Nunca creí que terminaría como entrenadora, nunca fue el plan. La pasión con lo que haces todo y el amor que le pones a todo, son el tipo de situaciones que te marcan la pauta para tomar las mejores decisiones de vida", dijo en su última comparecencia con la prensa.
El fútbol internacional y su influencia
Jill Ellis ha saboreado las mieles de éxito, pero también del fracaso. La derrota en los Juegos Olímpicos de 2016 en cuartos de final ante Suecia pudo suponer su adiós del banquillo estadounidense. Pero no. La Federación confiaba en ella y a la seleccionadora no le tembló el pulso a la hora de hacer grandes cambios. Tenía que llegar una nueva generación y poco a poco fue llamando a jugadoras hasta contar con 61 en sólo un año. El plan funcionó porque todo empezó a funcionar y volvió al número uno del mundo en el ránking FIFA y a contar sus partidos por victorias. Pero Ellis, antes de eso, se impregnó del fútbol del resto del mundo.
"Fui a los Juegos Olímpicos de Sydney para buscar al equipo de los Estados Unidos. Vi diferentes estilos y diferentes tipos de jugadores y equipos. Estudié los matices de las tácticas y los sistemas, y me dio una nueva apreciación de lo buenos que son los otros países", siguó explicando al entrenadora. La influencia de Europa y su crecimiento también es algo que para la entrenadora fue importante: "Me impresionó el compromiso de otros países para cerrar la brecha con los recursos que estaban inyectando en el fútbol femenino. Sin embargo, no sucedió de la noche a la mañana. Lo vimos venir con los años. Ahora, entre los mejores equipos, no hay brecha, y ese es el mundo en el que queremos vivir, porque cuanto mejores son los otros países, mejor nos obliga a ser. Quiero estar en un entorno donde me obliguen a trabajar muy duro para tener éxito. Eso lo hace más gratificante".
"Al entrar en el proceso de entrevistas para el puesto de entrenador en jefe de EE. UU., Hice un mapa de dónde necesitábamos mejorar. Analicé nuestras fortalezas y debilidades, y escogí los lugares donde necesitábamos crecer. Me interesé por todos los aspectos del entorno de nuestro equipo nacional: personal, preparación, personal, jugadores, lo que sea", dijo Jill. Y así formó este grupo. Haciendo una pretemporada larga, conectando con las jugadoras, ya sea la joven Tierna Davidson de 20 años o la veterana Carli Lloyd de 36, jugando contra las mejores antes del gran campeonato, llegando pronto a Europa para aclimatarse... Todo está calculado y pensado por Ellis que puede convertise en la primera entrenadora en conquistar dos campeonatos de forma consecutiva...