Iago Aspas arregla otro día desastroso del Celta
El moañés apareció en el peor momento, cuando su equipo perdía 0-2 y la grada ya estaba enrabietada, para arreglar el último mal día del curso. Empató el partido con un doblete. Antes habían marcado Embarba y Medrán para el Rayo.
El último partido del curso fue un fiel reflejo de la temporada del Celta. Durante ochenta minutos, los vigueses vagaron por el campo como alma en pena y no mostraron ni una pizca del orgullo que sí enseñó el Rayo. Si había la más mínima posibilidad de carambola para el descenso, los célticos pusieron todo de su parte. Mediada la primera parte, Boudebouz cometió un penalti absurdo sobre Advíncula que se encargó de transformar Embarba. La única acción reseñable por parte local en el primer acto fue un remate de Lobotka que desbarató Dimitrievski.
Ni el descanso despertó al Celta, que regresó de los vestuarios con la misma apatía con la que se fue. Medrán amenazó con un disparo nada más reanudarse el encuentro. Despejó Rubén, que nada pudo hacer en el siguiente remate del mediocentro rayista. Medrán volvió a probar suerte desde fuera del área y firmó un golazo que acabó con la paciencia de Balaídos. Pitada, pañuelos y hastío por una temporada horrible. Entonces, apareció el de siempre, Iago Aspas.
El héroe de la salvación arregló el desaguisado con un doblete. Primero materializó el penalti señalado por Mateu tras una mano de Catena y después se inventó un remate imposible para aprovechar un centro de Olaza. El moañés acaba la temporada con veinte goles y máximo goleador nacional pese a haber estado tres meses lesionado. Él fue el orgullo de Balaidos. Lo demás, para olvidar. El Rayo, por su parte, se despide de Primera con coraje.