Rubi cocina a fuego lento el plan B para la 2019-20
El 5-3-2, disposición que se probó ante Barcelona y Betis, variante que genera comodidad en la plantilla. El técnico sabe que debe dotar al equipo de más recursos.
La plantilla del Espanyol destaca distintas cualidades de Rubi en su primera temporada en el Espanyol. Una de las más notorias es su capacidad para introducir variantes tácticas en los entrenamientos y en los partidos. "A veces vosotros apreciáis que jugamos con un 4-3-3, pero no es así", explica un futbolista del primer equipo. Pese a estos matices, en las últimas semanas el entrenador ha cocinado un plan B que sí se ha visto de manera más formal en los partidos, sobre todo ante Barcelona y Betis, y que rompe con el académico 4-3-3 o el tradicional 4-4-2, sistemas que ha ido alternando y en los que solo una pieza del puzle varía.
El equipo blanquiazul, con tal de resolver sus problemas a domicilio y hacer frente a equipos que intentan monopolizar la posesión, ha dispuesto con cinco defensores, tres centrocampistas y dos atacantes, pese a que uno de ellos sea Óscar Melendo, más mediapunta que delantero. Aunque no ha logrado ganar ninguno de estos encuentros, el rendimiento ha sido interesante para tomar la idea como una alternativa a la inicial con vistas a la próxima campaña. En el Camp Nou, el Espanyol logró minimizar las ocasiones del equipo azulgrana, que no marcó hasta una falta directa de Leo Messi pasado el minuto 70. Finalmente, el encuentro acabó 2-0. Y en el Villamarín los pericos se pusieron por delante y pudieron ampliar la diferencia, aunque finalmente acabaron cediendo en el último suspiro (1-1), un mal endémico del curso.
Pese a ello, el Espanyol se encontró cómodo con la línea de tres centrales, con un Mario Hermoso más liberado en tareas ofensivas y un Adrià Pedrosa percutiendo más por el costado. La sociedad Marc Roca y Óscar Melendo tiene más libertad al contar con las espaldas cubiertas, mientras que jugadores como Sergi Darder pisan más el área, incluso golean.
En un fútbol cada vez menos encorsetado, donde los equipos están obligados a mutar de piel en función de los rivales y de las situaciones de partido, el técnico cocina un plan B para la próxima temporada, necesario además teniendo en cuenta las virtudes y los defectos mostrados. Un plan inicial que funciona (pues se ha puesto por delante en 22 jornadas y ha perdido 27 puntos después) pero al que le urge una mejora para poder ofrecer un mayor rendimiento. Es ahí donde radica esta metamorfosis.