Adrián Lastra: "Hay algo del Rayo en todo vallecano, la lucha"
Adrián Lastra (Madrid, 26-02-1984) nació y creció en Vallecas; allí siguen sus padres y sus amigos. El actor de series como 'Velvet', películas como 'Primos' o 'Fuga de cerebros' y musicales como 'Hoy no me puedo levantar' o 'Billy Elliot' pondrá rumbo a EE UU en noviembre. El mejor embajador.
—Hábleme de Vallecas.
—Nací y crecí en Palomeras Bajas. Ahora vivo por la zona de Atocha, pero sigo viniendo. Aquí moriré. Están mi familia, mis amigos de toda la vida... Hacíamos mucho el gamberro en nuestra infancia, pero en mi grupo todos hemos salido bastante enderezados (risas).
—¿Había muchos niños del Rayo en su colegio?
—Casi todos eran como yo, del Rayo y también madridistas. Hay algo de corazón, de sangre, de barrio, que te tira a ser del Rayo. De hecho, quiero que gane al Real Madrid. Si hay que descender, que sea con orgullo.
—¿Cómo recuerda aquellas tardes de partido en el barrio?
—No teníamos dinero para ir al estadio, nos intentábamos colar en los balcones de enfrente o subirnos a las vallas. Por cómo gritaban, sabíamos quién había marcado. Nuestra ilusión era jugar algún día en ese campo y cuando hace tres años lo pisé por primera vez, en un partido benéfico que organizaba Richy Castellanos, no me lo creía.
—¿Qué futbolista de entonces le gustaba más?
—Hugo Sánchez. Fue la primera vez que le pedí un autógrafo a alguien en mi vida. Estaba jugando a las tragaperras en un bar en los soportales y cuando terminó la partida me firmó un balón.
—Usted hasta llegó a jugar en el cadete del Rayo...
—Hice las pruebas para entrar y, tras una especie de pretemporada, me echaron. Tenía velocidad, pero era malísimo. Un tirillas, en cuanto me metían el cuerpo me caía. Jugaba de delantero y me decían mis entrenadores: “¡No tires al muñeco!”. La portería se me hacía pequeñita. En uno de esos partidos me tocó tirar un penalti. Imité a Rivaldo, que levantaba mucho la rodilla, iba como caminando y disparaba. Quise hacer lo mismo y lo mandé a la banda. Mis amigos me empezaron a insultar: "Marciano, que eres muy malo" (risas).
—La vida le llevó por otros derroteros...
—Hasta los 16 años iba con la pelota a todos lados. Era fan de Oliver y Benji y quería ser como Oliver. La música me cambió la vida. Veníamos a uno de estos cerros a comer pipas y a escuchar a Mägo de Oz y Ska-P. Ahí es cuando empecé a cantar, por Operación Triunfo, que mis amigos me decían: “¿Te quieres callar ya? No cantas bien”. Mi primo Juan era heavy y me enseñaba cómo hacer los falsetes en casa de mi abuela en Portazgo.
—Y casi entra en Ska-P...
—Hubo un momento en el que Pipi iba a salir del grupo y buscaban un cantante. Hice una prueba. Me fascinaban, pero no me veía ahí (risas). Mi voz era diferente, estaba estudiando lírico. Me decía Pulpul: “Adri, que sean notas limpias, no hagas vibratto”.
—¿Suele ir al estadio de Vallecas?
—Solía ir con el también actor Canco Rodríguez, que es abonado, al Fondo. Este domingo es el bautizo de mis sobrinos y viviremos el ambiente, pero estaremos en otra historia.
—¿Qué significado tiene el Rayo para el barrio?
—Hay algo del Rayo en los vallecanos. Aunque no seas futbolero, te despierta simpatía. Es un equipo humilde, las pasa canutas y lo apoyas. Los vallecanos somos muy vallecanos y llevamos el barrio por bandera. Me han entrevistado en México y Estados Unidos y siempre digo de dónde soy.
—¿Ser de Vallecas marca?
—El espíritu luchador lo llevamos en el ADN. Cuando me echaron de mi primer trabajo en el musical de Queen, me dijeron que no tenía el talento suficiente para interpretar a Galileo. Sentí que no volverían a decirme que no por eso en la vida. Fue un palo, con 19 años, después de dejar mi trabajo. Era electrónico y casi todo el dinero iba para mi familia. Esa lucha por lo que queremos identifica a los vallecanos.
—Quiere dirigir una peli sobre su adolescencia en el barrio.
—No me muero sin contar esa historia. Ficcionada, sin nombres. Hemos vivido cosas muy crudas y lo quiero reflejar. Cuando me preguntan si alguna vez me han robado, me río. Salíamos a la calle y teníamos un cartel en la frente que ponía: “Gilipollas, venid a por nosotros”. Nos llegaron a robar dos veces en una misma tarde. Ya la segunda, un amigo le dio la chatarra que tenía en el pantalón, las monedas. La vida no es de color de rosa. A todos nos ha costado mucho llegar donde hemos llegado, sea más o menos. Nadie nos ha regalado nada.
—Hábleme del Cerro del Tío Pío (también conocido como el parque de las Siete Tetas).
—Aquí rodamos el primer plano de Velvet Colección. Vino mi familia a la grabación. Por estas calles empecé a trabajar con 14 años. Decía que de publicista, pero venía a meter papeles en los portales hasta que nos cansábamos y los tirábamos (risas). Nos pagaban una pela por papel.
—Rayo-Real Madrid, ¿cómo les ve?
—Ninguno está bien. El Rayo empieza con fuerza los partidos, pero se desinfla. Decimos que el Madrid está mejor con la vuelta de Zidane, pero necesita un cambio.
—¿Haría limpia en verano?
—Sí. Hay gente que ha ganado mucho y no tiene ambición o que no pasa por un buen momento. Bale, por ejemplo, no puede seguir. No está ni físicamente ni psicológicamente. Nunca ha estado integrado. Ahora, a ver cómo lo vendes...
—¿A quién ve intransferible?
—A Sergio Ramos. Es emblema de este equipo, aunque a veces se le vaya la cabeza. Lo que se necesitan son fichajes.
—¿Ve a De Tomás en el Madrid?
—Sí, pero el Rayo lo necesita. Para una persona que está destacando, se la quitas… Le pediría al Madrid que no le hiciera eso.
—¿Cree en el milagro rayista?
—La salvación no es imposible, pero es complicada. Se tendría que poner las pilas y los que están por encima pinchar. Hay que ir a muerte y, si se baja, con la cabeza alta.
—¿Qué proyectos tiene en el horizonte?
—Estamos ensayando Metamorfosis de Ovidio para ir a Mérida, con David Serrano como director. También empiezo con la grabación de un capítulo largo de Velvet Colección para cerrar las tramas de la serie. Están pendientes de estreno las películas Litus, Si yo fuera rico y Hasta que la boda nos separe. Y en noviembre me cojo la maleta y me voy a Estados Unidos. Voy a probar. Se están abriendo puertas y no puedo negarme.