—Está de dulce. Regresó al once y paró dos penaltis consecutivos: Valencia y Athletic. — El profesional no debe desengancharse y sí trabajar cada día. Hay un estudio detrás de cada lanzador, toda información es buena y no sólo para los penaltis. Es una forma de controlar el factor sorpresa. También está la intuición, aunque existe un punto de fortuna. Confluyen muchas circunstancias en décimas de segundos. Siempre pienso qué sentirá el lanzador.
—¿Cómo ha vivido sus cinco meses de suplencia en Liga? — Sufro cuando veo que el trabajo del equipo no acaba en resultados. La situación personal de un jugador tiene que digerirla en casa. El fútbol me ha enseñado que hay que estar preparado día a día y que es un deporte de equipo. Si no estás jugando, pero tus compañeros lo hacen bien, todos salimos beneficiados.
—Les quedan cuatro duelos directos, ¿sí se puede? — Estoy convencido de que se puede. Estamos en una entidad que lleva la superación en el ADN. El club y la masa social están acostumbrados a remar a contracorriente y levantarse de los tropiezos. Ese es su valor diferencial. Parecía imposible ganar al Valencia y lo hicimos. Hay que puntuar, da igual contra quién y en qué circunstancias.
—¿Qué cambios ha traído Paco desde su llegada? — Míchel y Paco compartieron formas de trabajar, tienen un estilo de juego similar, pero son personas diferentes, también a la hora de gestionar un vestuario. Cuando hablas de uno y otro, no es que uno sea mejor. Paco es optimista, valiente, seguro de sí mismo y te lo transmite, sientes que saltas al campo con una persona que te protege. Tiene las ideas claras y tira hacia delante, a pesar de las consecuencias.
—¿El cambio ha sido más en el plano anímico o en el juego? — Con Míchel hubo momentos muy buenos, pero la moneda no caía de nuestro lado. El fútbol tiene ese punto de ingratitud.
—¿Ha cambiado mucho Paco de Córdoba (2011-12) a ahora? — Sigue siendo el mismo. Aún recuerdo su charla cuando llegó. Es como si no hubieran pasado los años. Me noto más viejo yo que él (risas) .
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JAVIER GANDUL —Se está hablando mucho del VAR... ¿Usted qué opina? — El VAR demuestra la dificultad que tiene arbitrar. Está en un proceso inicial e irá mejorando. Al principio notaba que cuando te anulaban un gol era casi como encajar uno, tenía ese punto anímico. Debemos ser prudentes con las manifestaciones y comprensivos con el error. Hay jugadas que incluso con distintos tiros de cámara aún generan dudas. Ellos nunca tienen el apoyo del público, parecen agentes externos y son compañeros nuestros. En los últimos años hemos ido ganando un diálogo con ellos.
—Usted tiene un máster en Gestión Deportiva . — He dedicado parte de mi tiempo a la formación. Veo al Rayo como un club con un potencial tremendo. Toda institución busca tener una identidad de marca. El Rayo es diferente y eso le da una ventaja respecto a otros equipos. No tiene que generar nada que no posea, sólo dar pasos adelante a nivel estructural.
—Siempre ha mostrado su apoyo al Rayo Femenino. — Mucha gente se sorprendía, me decía: “¿Vas a ver a las chicas?”. No, voy a ver un partido de fútbol de Primera. He aprendido mucho de ellas. Nosotros nos podemos dedicar únicamente al fútbol, ellas lo compatibilizan con el trabajo. Y ha habido épocas en las que se hablaba más del Rayo Femenino que del masculino. Ellas están luchando para que el día de mañana pueda decir, no sólo que mi hijo juega en Primera, sino también mi hija. Están abriendo puertas.
—Como capitán representa bien los valores de la Franja. — Intento conocer la institución a la que represento. Desde que llegué a Vallecas quise saber qué simbolizan sus camisetas, qué quiere la masa social, qué valores intenta transmitir… Cuando me vaya lo haré sabiendo cómo es el Rayo. Me he involucrado. Los clubes son sus personas y desde el principio supe que éste me iba a nutrir.
—El fútbol y la portería le vienen de familia... — Mi hermano Javi es el entrenador de porteros del Arsenal. Estuvo en el PSG, el Sevilla, el Swansea... El fútbol le ha dado mucho a mi familia, pero me ha arrebatado un tiempo junto a ellos que no podré recuperar (se emociona) . Nos juntamos prácticamente dos veces al año.
—¿Su hermano le corrige? — Qué va. Es una persona reservada y no hablamos mucho de fútbol. Para crítico ya está mi padre, siempre con la puntillita, “podías haberlo hecho mejor”. El contrapunto es mi madre, para ella sí está bien (risas) .