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BARCELONA

Riqui Puig, el eterno dilema entre la paciencia y el talento

Tras su actuación contra Venezuela con la selección catalana, en la que necesitó un minuto para dar una asistencia de gol, se reabre el debate sobre el gran talento de La Masia.

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Riqui Puig, el eterno dilema
entre la paciencia y el talento

Renovado hasta 2021 con una cláusula de estrella, 100 millones de euros, el Barça y todos los socios que de vez en cuando se asoman a ese Miniestadi que tiene los días contados y que dará paso al Estadi Johan Cruyff tienen muchas esperanzas depositadas en Riqui Puig, 19 años, un jugador de esos que transmite algo especial cuando se le ve pero con unas características muy particulares que exigen unos cuidados igual de especiales.

El lunes, en el partido ante Venezuela, Riqui Puig dio argumentos a sus defensores para que le den más oportunidades en el primer equipo. Salió al terreno de juego por Gerard Piqué y necesitó un minuto para dar un pase de gol. Con su físico volátil, sorteó a los defensores venezolanos y fue el que asumió el mando de Catalunya cuando los supuestos mejores jugadores estaban ya en el banquillo.

Ya fue la sensación de la última gira del Barça en Estados Unidos, donde dejó unos minutos excepcionales ante el Milán que le valieron los elogios de dos mitos rossoneri como Daniele Massaro (intercambiaron sus camisetas y el verdugo del Barça en la final de Atenas) y Gennaro Gatusso, el futbolista sabía que su realidad sería otra temporada. 

Bien aconsejado por su entorno, y tal vez siguiendo el ejemplo de Aleñá que ha sabido quemar bien las etapas, el futbolista, que hasta este verano no cumplirá 20 años, va despacio. También los técnicos. Valverde sólo le ha dado 35 minutos oficiales ante la Cultural Leonesa. Pero no sólo los entrenadores del primer equipo. En el filial, García Pimienta lo considera básico en los partidos del Mini. Fuera, sin embargo, el de Matadepera sólo ha jugado tres partidos completos. En Ontinyent jugó 17 minutos; en Teruel, 14; ante el Espanyol B; 28; en Cornellà, 16; y ante el Ejea, 25. 

Demasiado liviano aún, el jugador está haciendo un trabajo físico específico esta temporada. Su figura recuerda muchísimo a la del primer Iniesta, pero el de Fuentealbilla estaba ya algo más hecho. Riqui es casi como una hoja de papel. Sus virtudes son otras y es fácil observarla cuando tiene el balón entre los pies. Siempre elige bien y ve lo que otros no pueden. Sin duda, tiene un talento especial. El club no quiere echar a perder esa figura ligera y descarada, pero es consciente de que debe endurecerla. 

Ahí es donde aparece el siguiente debate. La Segunda B, una categoría de supervivencia, no parece el mejor escenario para desarrollarse. Con el Barça B lejísimos de liguilla, es difícil pensar que el Barça se acercará al ascenso a Segunda División. Pep Segura, los hombres de cantera y la secretaría técnica del primer equipo deberán decidir junto a García Pimienta y Valverde cuál es el mejor paso para no frenar la progresión de un jugador que tiene un talento indiscutible. Cualquiera que viese cómo lideró al Barça en la Final Four de la pasada Youth League y cómo piensa el fútbol entiende rápido que es un jugador que no debe perderse. Habrá más capítulos.