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ESPANYOL - VALLADOLID

“Pasé mi luto sin ir a Cornellà, ahora vuelvo para disfrutarlo”

A pesar de que la puerta 87 lleva su nombre, no ha pisado Sergio el RCDE Stadium desde su salida del Espanyol. "Ya nos lamimos las heridas y nos hemos curado”, asegura, en conversación con AS.

Sergio González.
MIGUEL ANGEL SANTOS

Regresará este sábado a Cornellà-El Prat por primera vez como técnico visitante...

No había vuelto a ir por allí. Es emocionante e ilusionante volver a la que ha sido mi casa. Tendré sentimientos encontrados y momentos únicos, aunque hasta que realmente lo viva será difícil de explicar, porque pasaron muchos momentos bonitos y situaciones importantes que se enfrentarán en mi cabeza. Y luego, me acomodaré en el banquillo visitante y a intentar ganar el partido.

¿Dice que desde que salió del Espanyol no había vuelto nunca? ¿Ni como espectador?

Nunca. Toda situación tiene un tiempo de luto, y yo creía que eso era lo mejor para dar un paso adelante por todo lo que pasó, aunque lo seguía desde la distancia, por televisión. Ir al campo no era lo que más me apetecía. Pero ahora estoy deseando disfrutarlo.

¿Será un poco el corazón contra la cabeza?

Sí, totalmente, es el corazón contra la cabeza. Preveo reacciones raras, porque me encontraré con empleados, jugadores que tuve... Y aficionados que en el fondo siguen siendo los míos pero que durante 90 minutos serán rivales. Y nosotros estamos en un momento en que necesitamos sumar puntos. Así que vamos a pasar de esas sensaciones a la obligación de tener que ganar el partido.

Desde luego, nada tiene que ver este Espanyol-Valladolid con el de la primera vuelta, en que los pericos podían ponerse líderes y ustedes, colíderes.

Son dos momentos totalmente distintos. Para nosotros, aquella situación era muy bonita pero no nuestra realidad, sabíamos que tarde o temprano íbamos a encontrarnos como estamos ahora mismo. Somos el equipo con el presupuesto más bajo de Primera, estamos sabiendo competir y bien posicionados en nuestra liguilla para salvar la categoría, que es el único objetivo, aunque viniéramos de posiciones privilegiadas. En el Valladolid-Espanyol, ambos equipos disfrutamos mucho porque estábamos en una situación cómoda, incluso con una opción histórica aunque fuera ocasional.

Ahora, afronta incluso sus primeras críticas desde que aterrizó en el Valladolid...

No me las había encontrado porque no existían motivos. Desde que llegamos, habíamos vivido en una situación espectacular y mágica. Ningún aficionado o periodista nos podía reprochar nada. Ahora sí llevamos un mes en que no nos acompañan los resultados. Estamos compitiendo bien pero espesos en ataque: llevamos cuatro partidos sin meter un gol, y eso nos está pesando. Pero estamos metidos en los partidos y cerca de lograr algo positivo. El que no estuviera dentro podía pensar que esto iba a ser un año de tranquilidad, un coser y cantar, pero nosotros ya insistíamos en que no sería así. Me gusta que la gente valore dónde estamos y cómo lo hemos conseguido.

Para agitar un poco al equipo, ¿puede que este sábado se vea ese 5-3-2 tan de moda y que probó ante el Barcelona?

A nosotros nos gusta el 4-4-2, a veces un 4-2-3-1, pero el día del Barça lo hicimos porque pensamos que nos daría fortaleza defensiva y pensamos que podríamos pillarles en transiciones. Tenemos un sistema fijo y en algún partido puntual hacemos algún matiz. Esta semana veremos lo que pensamos, pero prefiero no dar pistas (ríe).

Usted y Rubi fueron premiados como mejores entrenadores catalanes de 2018. ¿Cómo se llevan?

Mantenemos una buena relación. No es habitual, de contacto telefónico, pero sí existe un cariño mutuo cada vez que nos vemos y es un placer encontrarme con él.

¿Está disfrutando Rubi del margen de confianza en el Espanyol que usted no tuvo?

No merece la pena compararlo, porque ha pasado mucho tiempo, ya todos nos hemos lamido las heridas y nos hemos curado. Cada cual tiene su camino, y yo me alegro un montón de que a Rubi se le dé todo el tiempo del mundo, porque es lo que uno quiere para un colega. Otra cosa es lo que me pasara a mí o lo que hubiera deseado. Es importante que el Espanyol haya tenido esa paciencia: es atípico en el mundo del fútbol pero a la vez suele dar buenos resultados. Yo no quiero compararme, a estas alturas lo que me siento es agradecido por que me permitieran cumplir el sueño de entrenar a mi equipo, del que había sido jugador. Conseguimos unos objetivos muy por encima de lo que nos habían marcado, luego pasó lo que pasó… Pues cabeza arriba y a seguir.

¿Cree que sin la inminente llegada al Espanyol de Chen Yansheng le hubieran despedido igual?

Yo estoy convencido de que sí. Hubo una mezcla entre tema deportivo, social y de propiedad, y nosotros salimos escaldados. Pero no quiero remover aquello, sino agradecer la oportunidad que me dieron cuando quizá no merecía entrenar en Primera, aunque luego quedáramos décimos y semifinalistas de Copa el primer año. Luego se tomó la decisión de prescindir y la aceptamos.

Otro propietario, Ronaldo, aterrizó en el Valladolid y lo renovó hasta 2020. ¿Lo esperaba?

Él era nuevo como propietario, pero había seguido la evolución del equipo y le gustaba nuestra manera de trabajar, así que dio un golpe contundente de confianza que me liberó de todos aquellos fantasmas de repetir el pasado, de un ‘déjà vu’ y me permitió centrarme en sacar lo mejor de los jugadores y de mí mismo.

Del Espanyol al Valladolid pasaron casi dos años y medio sin que entrenara a ningún equipo. ¿Pasó algo extraño?

Me gusta esa pregunta porque me la llevo formulando años a mí mismo y no encuentro respuesta. No sé si cuando preguntaban por mí alguien les daba malas referencias porque la salida del Espanyol no fue lo más cordial posible. No quiero pensar en cosas negativas. Tuve un par de propuestas que casi se acabaron cerrando, y finalmente tuve la suerte de que Miguel Ángel Gómez apostara por mí para el Valladolid. Pero sí es cierto que tuve esa sensación de extrañeza, porque nuestra etapa en el Espanyol fue positiva en juego y resultados, pero tardamos en estar de nuevo en el verde. Prefiero dejarlo ahí. El fútbol nos devolvió el año pasado lo que nos había quitado.

¿Cómo le va el día a día en Valladolid, junto a su mujer, Irene, y sus dos pequeños, Gala y Sergio?

De cine. La ciudad es pequeña, cómoda, y la gente está muy bien con nosotros. Y ahora que deportivamente nos encontramos un poco peor, sigo notando el mismo cariño y respeto de la gente. El domingo contra el Betis, por ejemplo, hubo 20.000 personas en el campo. Y estamos en un récord de socios. Así que estoy deseando hacer las cosas bien para conseguir ese objetivo tan difícil. Espero que entre todos logremos esa empresa tan importante que es salvarnos.