Garrido: "Las madres nos cosían la Franja para jugar al fútbol"

—Viví hasta los 13 o 14 años en la calle Arroyo del Olivar, pegada al estadio, aunque desde mi casa casi no se veía. Estaba frente al Parque Azorín y había que bajar un poco para llegar. Las calles de detrás eran de tierra y debía atravesarlas para ir al colegio San José. Luego me trasladé a Villa de Vallecas hasta los treinta y tantos. Por eso, además del Atlético tengo en mi corazón al Rayo.

—Sí. Todos lo éramos de alguna manera. Cuando echábamos partidos, nos poníamos una Franja. Era muy fácil de hacer, una camiseta blanca y una Franja que nos cosían nuestras madres. Jugábamos en la calle, en descampados... Hacíamos mucho con poco. Lo recuerdo con cariño.

—El campo del Rayo siempre ha sido un icono de Vallecas. Mientras que Madrid y Atlético son más de toda la ciudad e incluso del país, el Rayo es muy de barrio.

—Muchísimo y para mejor. Con la llegada de la democracia y los primeros gobiernos de todos los colores, el cambio fue radical. Vallecas tiene más dotaciones culturales y deportivas que otros distritos, porque había espacio para crecer. Las condiciones de vida han mejorado. Vallecas sigue siendo un barrio de trabajadores y gente como mis padres, de Ávila y Jaén, que vinieron buscando un futuro mejor.

—Sí. Casi todos los que nacimos allí venimos de familias modestas. Y si algo representa a la gente de Vallecas es el ganarse las cosas con esfuerzo y la humildad. Le estoy muy agradecido por lo que me ha dado. Fui concejal de Villa de Vallecas. Empecé en política trabajando por mi distrito. Buena parte de lo que soy y cómo soy se lo debo a haber vivido allí.

—Fue casualidad. Me afilié al CDS, fascinado por la figura de Adolfo Suárez. Luego pasé al PP y vi la posibilidad de hacer cosas por mi barrio y mi ciudad. Sé que la política no pasa por su mejor momento, pero sigue siendo una actividad noble. Puedes cambiar el mundo, aunque suene pretencioso. Es un trabajo apasionante.

—Me gusta ir, pero voy poco. Estuve en el Wanda para ver el derbi contra el Madrid. Hace más que no voy a Vallecas, lo hacía más cuando era concejal. Vallecas es pura emoción y la gente lo vive con intensidad.

—No pasa por su mejor momento. Es difícil competir en Primera con un presupuesto modesto. Remontará el vuelo y seguirá en Primera, donde merece. Madrid puede sentirse muy orgullosa de tener a cinco equipos ahí… ¡Cuántas comunidades lo quisieran!

—Ojalá consigamos LaLiga, está abierta. Hace nada parecía que el Madrid había dicho adiós y ahora está segundo.

—Fue un revulsivo. Aún le recuerdo el año del doblete, su gol al Albacete. Que haya puesto al equipo donde está tiene mucho mérito, podría no hacer nada más y le rendiríamos tributo para siempre.

—Futre, me parecía eléctrico.

—Son del Atlético, sobre todo mi hija. He tenido suerte, no me han salido respondones en eso. En lo demás, como todos los hijos, lo son… (risas).

—La idea es buena y sirve para eliminar crispación. Sigue siendo difícil, incluso viendo de nuevo las jugadas. El penalti (de Giménez a Vinicius) lo veía fuera, pero el árbitro no. Es un elemento de juicio más.

—El club no puede hacerse cargo del coste de una compra. El Ayuntamiento insinuó la posibilidad de comprarlo y estamos abiertos a negociarlo. Lo que sí hemos hecho es ocuparnos del campo. El año pasado invertimos 1,2M€, algo que ha permitido pasar la ITE, y éste invertiremos un millón más para dejarlo en perfectas condiciones. Tenemos que renovar el convenio con el club, que debe hacerse cargo del mantenimiento. La estructura es cosa del propietario, que es la Comunidad.

—Creo que vence en junio. Las condiciones deben quedar claras para evitar que un deterioro mantenido termine provocando problemas estructurales.

—Fue un momento complicado, pero fuimos rigurosos. Por encima de todo está la seguridad. Lo hicimos bien: se ha pasado la ITE, se han hecho obras y se seguirán haciendo más.

—A Villa de Vallecas sí porque sigue viviendo mi familia. No he vuelto a mi antigua casa, en Arroyo del Olivar. Me gustaría entrar 40 años después y ver cómo era. Alguna vez me he encontrado con mi vecina Maruja, que vivía en el cuarto.