Espíritu Raducanu
Hoy hace 15 años que el Espanyol emprendió en Vila-real el camino a la salvación. Días después de caer ante el Betis, debutó un desconocido delantero, marcó y se vino una avalancha.
El destino pellizca hoy a un Espanyol que, cerrado ya el mercado de invierno y apeado de la Copa del Rey, necesita estímulos para reaccionar urgentemente en LaLiga, después de ocho derrotas en nueve partidos. A dos días de la visita al Villarreal, una efeméride se cruza como una señal: hoy se cumplen exactamente 15 años de la estoica victoria en El Madrigal que inició el camino de los pericos hacia la permanencia.
Como ahora, venía el equipo de caer ante el Betis en el anterior partido, entonces en casa y por 1-2. Y en aquel mercado de invierno de 2004 también había fichado el Espanyol a un delantero desconocido y que venía de ser el 'pichichi' de su Liga: Claudiu Nicu Raducanu. Llegado desde Rumanía, en su presentación, el 26 de enero, llegó a afirmar: "Estamos en manos de Dios para salvarnos". Aunque también en las suyas.
Y así se certificó el día de su debut: entró en el minuto 70 del Villarreal-Espanyol y por Pierre Wome. Buscó Luis Fernández la pólvora que le faltaba porque Raúl Tamudo estaba sancionado. Y explotó. A un minuto del final, conducía Iván de la Peña una contra, cedía a la derecha para Maxi Rodríguez, quien centraba para que Raducanu le ganara la partida a Pepe Reina. Al médico, Juan Carlos González, le había avisado en el entrenamiento del día previo de que eso iba a a pasar: un visionario.
Gol. El 0-1. Tres puntos valiosísimos que situaban la permanencia a cuatro, aunque alejaban a los locales de su clasificación para la Champions. Y que el rumano fue a celebrar con los 600 pericos presentes en Vila-real. Les lanzó su camiseta y cedió la valla, con el resultado de unos 30 heridos leves. Como Ivette, con una lesión en un hombro. Y, encima, con José Manuel Llaneza, consejero delegado 'groguet', llamó "salvajes" a los pericos.
Se salvaría el Espanyol, y se iría 'Radu', que volvió años después para jugar en el Poble Sec, el Gavà y hasta en la Penya Blaugrana de Sant Cugat. Hoy vive en su Craiova natal, tras resolver una década de litigios con su exmujer. Y pervive el espíritu Raducanu.
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