Garcés y Pinchi castigan a un Castilla desesperado
El Atleti B se llevó el derbi de filiales en casa del Real Madrid con un fútbol directo y pegador y con ayuda de un árbitro poco inspirado. El Castilla acabó con nueve.
Sorprende, incluso asusta, pensar lo que ha cambiado este derbi de filiales en unos pocos meses. En la ida, el segundo día de septiembre de 2018, dirigía al Real Madrid Castilla un tal Santiago Hernán Solari; y sobre el césped guiaba el ataque blanco un brasileño de 45 millones, de nombre Vinicius, al que vigilaba desde la grada Julen Lopetegui, estudiando las aptitudes del joven extremo para el primer equipo blanco. Vinicius brilló aquel día, doblete incluido (2-2 final), pero para Lopetegui los méritos del ex del Flamengo nunca fueron suficientes.
No han pasado ni cinco meses de aquello y hoy vivimos en otro planeta: Lopetegui está en su casa, cesado del Madrid tras una sequía sin precedentes y una manita en el Camp Nou; Solari pilota ahora la principal nave blanca, combinando momentos de zozobra con otros de mar calma; y Vinicius se ha olvidado de que, un día, fue más jugador del Castilla que del Madrid. El brasileño (presente en el palco junto a Juni Calafat, Jefe de Fútbol Internacional del club y su descubridor para el club) ya es uno más en el primer equipo, en concreto uno más entre los once titulares de Solari. El que no ha cambiado apenas es el Atlético B de Óscar Fernández: en la ida del Cerro del Espino fue una roca áspera, sólo quebrada por la genialidad de Vinicius. Y en el Di Stéfano, sin el brasileño amenazando, el filial rojiblanco elevó sus prestaciones para llevarse un derbi polémico y vibrante.
El paso del curso ha permitido ver a Simeone interesarse por varios nombres del Atleti B, oportunidades para mejorar y/o refrescar al primer equipo. En esa nómina de jugadores sobresale Borja Garcés (al que el club ha blindado con 45 millones de cláusula), autor del primer gol tras gran despliegue por la izquierda de Pinchi y empanada general de la zaga blanca. Igualó poco después el Castilla gracias a una arrancada genial de Fran García, un despeje mejorable de San Román y la aparición en zona de remate de De Frutos.
Los de Manolo Díaz dominaron y coleccionaron buenas llegadas, pero a menudo echaron en falta más referencias en el área. El genial Cristo, que estrelló un balón en el larguero, es un delantero guadianesco que entra y sale de la zona, según requiera la jugada o le pida el cuerpo. Las ataduras de un nueve puro ni van con él ni le convienen. Alberto y De Frutos quisieron cubrir esa necesidad por momentos, con más intención que convicción. Y, pese a defectos y desequilibrios, andaba el duelo parejo hasta el arranque del segundo tiempo, en el que el árbitro andaluz Guzmán Mansilla le dio su toque personal.
El colegiado vio un penalti en un ligerísimo contacto de Ayoub que convirtió Cristian y que desesperó al Castilla y a su capitán, Javi Sánchez: regaló al Atleti la ventaja final con su autoexpulsión, enzarzándose tras una dura falta de Mollejo. El atacante colchonero, otro de los elegidos del Cholo, va a todas y a por todas, su empuje es contagioso para los compañeros y peligroso para los rivales, como en este caso. Instantes después Pinchi sentenció con un derechazo ajustado y apuntó los tres puntos al casillero rojiblanco, abriendo una brecha de cuatro en la tabla del Grupo I de Segunda B entre los dos filiales.
Lo mejor para el Castilla llegó a partir de entonces: mostró carácter y fútbol para dirigir el partido con diez, acogotó al Atleti y rozó el 2-3 en varias ocasiones, con Dela (también expulsado por doble amarilla), De Frutos y Alberto haciendo daño. Sus esfuerzos quedaron en nada y se llevó el derbi un Atleti B más maduro que supo aguantar, golpear y, por qué no decirlo, aprovechar las concesiones de un árbitro poco inspirado.