Bacca llegó tarde a otra lección de Iago Aspas en La Cerámica
El colombiano salió del banquillo en el 54', hizo un doblete, resucitó a un Villarreal herido y puso emoción tras el 0-3 que habían obrado Brais, Okay y Maxi Gómez.
Iago Aspas es tan bueno que no le hace falta marcar para ser completamente decisivo. Jamás le ha hecho un gol al Villarreal en Primera, espinita que comparte con la del Getafe, y sin embargo es el gran culpable de que a estas horas la afición del Submarino esté enfadada y que Calleja siga en el alambre. La inteligencia del internacional, su pausa, su cambio de ritmo y esa visión de juego privilegiada catapultó al equipo de Cardoso hacia una victoria tan merecida como agónica. Fue clave para descoordinar la presión amarilla, para sacar de su sitio a los centrales y para atraer a los contrarios y favorecerle la vida a sus compañeros. El Celta aprovechó que el Villarreal se quedó seco tras hacer ocho tantos en Copa y, a base de un control total del centro del campo y de un dinamismo en el que brillan sus mediapuntas, deprimió a Asenjo. Brais, en la que fue su casa siendo infantil, Okay y Maxi Gómez fueron los goleadores.
El Celta pareció mucho más cómodo que el Villarreal desde el inicio. Su alternancia del juego por dentro con la salida por fuera hizo daño a Cáseres, que es una buena escoba pero al que le falta tener más peso y poderes con balón. Brais (19’), Juncà (22’) y el propio delantero (33’ y 42’) hicieron lucirse a Asenjo en esa primera mitad. El Villarreal no dio señales de peligro hasta la media hora. Pese a que Cazorla, un tres en uno, se multiplicó para iniciar el juego, dar sentido a las bandas y asomarse al área. Chukwueze no estaba tan lúcido como de costumbre y Trigueros sigue sin estar fino. Normal que fuera sustituido. Sólo Gerard puso algo de peligro (43’). El partido caminaba en igualdad hacia el descanso, pero Aspas puso un balón atrás rumbo a la frontal y Brais soltó una rosca pegada al palo. Asenjo vio tarde y mal la salida del disparo con tantas piernas de por medio (algunas, en dudosa posición). Con el 0-1 se acentuó el runrún de una grada acostumbrada a sobresaltos y dejó al Villarreal tiritando.
Calleja dio un golpe en la mesa. Dejó a Trigueros fuera y metió a otro delantero, Ekambi, al que ante el Almería se le cayeron los goles de los bolsillos. El panorama no sólo no cambió para el Submarino, sino que empeoró de manera drástica. En el 49’ Brais puso una falta en el área desde su casa y Okay se elevó por encima de Cáseres para poner el segundo. Las dudas de las gradas se convirtieron en pitos. Y dos minutos después Maxi Gómez, tras varios balones peinados en los que el Villarreal pecó de blando, sentenció con un gran disparo cruzado. Ahí ya se desató la bronca con una gran parte de la afición mirando al palco. La defensa se arrastraba mientras Aspas seguía impartiendo una lección de cómo se juega a esto. Hasta que Bacca, en el 83’, aprovechó un libre indirecto tras una cesión para fusilar a Rubén y, después, en el 87’ agitó el partido con un cabezazo a bocajarro. La resurrección del Villarreal y el desfallecimiento del Celta sólo sirvieron para dar emoción, ya que Gerard (al palo en el 92') está gafado, aunque puede que la importancia real del doblete del colombiano fuera lanzar un claro mensaje a Calleja: igual la solución pasa por agitar la coctelera y que algún peso pesado haga examen de conciencia.