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ATLÉTICO DE MADRID

Correa, un 10 sin etiquetas

Al argentino no le gusta nada que le cataloguen como revulsivo, aunque no hay nadie mejor que él para ese efecto. En Girona volvió a evidenciar que interpreta mejor al Cholo que Lemar.

Correa celebra un gol con Griezmann.
Correa celebra un gol con Griezmann. PAUL HANNAREUTERS

Ya son muchas. No es la primera vez que Ángel Correa sale desde el banquillo para sacudir un partido que se le pone cuesta arriba al Atlético de Simeone. En Girona la cosa pintaba fea y el Cholo puso en el campo a su especialista. A muchos les sorprendió no verle de inicio. Venía de un desgaste importante jugando en el frente contra el Mónaco, pero, sobre todo, Simeone presumía complicaciones en Montilivi y, ya es costumbre, guardarse una contramedida de confianza en el banquillo.

Ya había coincidido su presencia en el campo con los momentos más afilados del Atlético contra el Barcelona. Apenas 10. Y en Montilivi lideró la carga de la última media hora, bien secundado por Gelson. Pero esa etiqueta no le gusta a Correa. Cada vez que se le pregunta por su condición de agitador de última hora cambia el paso y deja claro que él, aunque está para lo que diga el técnico, quiere jugar. Siempre. Eso lo repite fuera del césped, mientras dentro volvió a evidenciar que interpreta mejor que Lemar lo que Simeone ordena. Esa jugada del 82' es fruto del chip que tiene ya en su base de datos instalado como primera orden. Como Koke, tras recuperar tiene en mente habilitar los más rápido posible al punta. Algunas veces no sale, y le castigan con el runrún, y alguna, como la de ayer, queda bautizada como una obra maestra, con la ayuda involuntaria de Ramalho. A veces se le echan en cara sus pérdidas, su atropello o su verticalidad mal ejecutada. Pero es lo que le piden y, además, para eso está un talento así. No entretener y emplear su habilidad escurridiza para ir al frente. No es un jugador para malgastar en pases de seguridad. Y, además, trabaja. Porque le costó pero ha entendido lo que tiene que hacer para que no le suceda como a otros muchos talentos que llegaron del pausado fútbol sudamericano y que terminaron devorados y ahogados por el rigor y el despliegue europeo.

La realidad, aunque no le guste, es que esta temporada anda por el 50 por ciento de titularidades y suplencias. 11 veces ha salido del banquillo en 21 partidos y ha conseguido dos goles y cuatro asistencias. Un tanto, el de Valencia, jugando como titular, mientras que el resto de méritos siendo suplente. Pero habiendo jugado algo en los 21 encuentros, porque su peso va en aumento. Quizá esa capacidad suya para agitar partidos le debió llevar al Mundial, pero Sampaoli no la valoró y Correa tuvo que aplazar su sueño. Seguramente Scaloni, o quien le siga, no cometerá el mismo error.

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