Núñez: luces y sombras de un presidente de otra época
Hay que agradecerle la modernización de un Barça que vivía a la sombra del Real Madrid y que le plantó cara sin complejos dentro y fuera del terreno de juego.
Josep Lluís Núñez tiene ganado por derecho propio un sitio en la historia del Barcelona, 22 años al frente de una institución como el Barcelona dan para mucho. Tanto, como para fundar una corriente, el ‘nuñismo’ que todavía divide a una parte de los culés que se enfrentan a los ‘cruyffistas’. Y eso que ninguno de los dos personajes puede entenderse sin el otro. Juntos construyeron una época que marca un antes y un después en la historia del club, pero acabaron como perro y gato en la famosa rueda de prensa tras la destitución del holandés. La primera respuesta de Núñez dura 17 minutos. Está en internet, no se la pierdan.
A Núñez hay que agradecerle la modernización de un Barça que vivía a la sombra del Real Madrid y que le plantó cara sin complejos dentro y fuera del terreno de juego. Dentro, fichando todo lo mejor que ofrecía el mercado: Simonsen, Alexanko, Periko Alonso, Marcos Alonso, Quini, Simonsen, Schuster y Maradona en su primera época y luego a Romário, Ronaldo, Figo…
Fuera del campo, reclamando derechos de televisión por la transmisión de los partidos, algo que ahora parece normal, pero que entonces sólo cobraba el Real Madrid ante lo que Núñez se opuso. Amplió el Camp Nou, creó los “ingresos atípicos”, pactó con TV3 y dio lustre a las secciones, potenciando el baloncesto y el balonmano. Convirtió al Barça en un gigante.
A nivel social es el responsable del movimiento peñístico y expandió la marca Barça en un adelanto de lo que se vive ahora. En la junta, supo conjugar a todas las sensibilidades políticas para mantener cerca a todos los partidos que ansiaban controlar el club. En su junta incorporó a convergentes como Sixte Cambra o Juan Josep Folchi o el ínclito Félix Millet, para disgusto de Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol que no lo podía ver. Pero también estaba gente de los socialistas como Santiago Sebrequés o de Alinza Popular como Enrique Lacalle o Joan Gaspart.
Su obra sienta las bases del Barcelona actual
Pero en el retrato tampoco puede olvidarse la manera como llegó al poder en el Barcelona mediante unas elecciones más que turbias en las que Víctor Sagi, el candidato favorito se retiró chantajeado y Nicolau Casaus ejerció de submarino contra Ferran Ariño, que era el candidato continuista de la obra de Montal.
Su trato con los medios de comunicación fue siempre de jerarquía. No dudaba en ejercer influencia en medios afines y tratar de silenciar los críticos. Especialmente, en el inicio de su mandato, cuando su guardia de corps, los llamados ‘morenos’ intimidaron en los aparcamientos del Camp Nou a más de un periodista.
Su relación con el resto de presidentes fue explosiva, especialmente con los del Real Madrid. Ante De Carlos tuvo que mediar el propio presidente Tarradellas para que la cosa no fuera a mayores y sus trifulcas con Ramón Mendoza eran legendarias. No se quedaban sus cuitas en el palco, Juanito le puso una querella por decir que el jugador madridista “iba embarazando mujeres por las esquinas”.
Con sus propios jugadores tuvo problemas. Más allá del caso Cruyff, Maradona, Schuster, Guardiola o Figo acabaron mal con él. Por no hablar del Motín del Hesperia, cuando toda la plantilla, Luis Aragonés al frente, pidió en directo por la televisión su dimisión en una conferencia de prensa. Al final de su carrera, cuando incorporó a su hijo a la junta, la presión se le hizo insoportable al tiempo que crecía la sospecha de sus delitos ante la Agencia Tributaria que le acabarían llevando a prisión.
Pero más allá de esa circiunstancia, Nuñez acabó siendo un personaje simpático gracias a las imitaciones de Alfonso Arus y Carlos Latre. El famoso Nuñito de la Calzada humanizó a un personaje que, ya de vuelta de todo, tuvo más sentido del humor del que parecía.
Siempre será el presidente de la Recopa de Basilea, la primera Copa de Europa, de las dos Ligas de Tenerife, el que dimitió en directo en televisión dos días antes de jugar en Wembley, el que echó a Neeskens y el que regateó el rescate de Quini (pedían 100 millones y él se plantó en 80 porque “yo pagué 90 hace un año”) hablando por teléfono con los secuestradores ante la familia del asturiano.
Con Núñez se marcha el último de los presidentes de otra época.
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