Decisiones revitalizantes
El mejor Espanyol del siglo XXI se coció con tres aciertos: la apuesta por Gallego, después la elección de Rubi y del goleador Borja Iglesias
El Espanyol de Rubi es el mejor del siglo XXI. Nunca antes había ocupado la segunda posición con 11 jornadas consumidas y había convertido en realidad los sueños de los aficionados después de un verano en el que se tomaron decisiones que, a priori, no generaban la ilusión esperada. La dirección deportiva se refuerza mientras que la gestión del club sigue a la espera del aumento de socios (apenas 14.000 el lunes y 17.000 de media) y de la desaceleración económica al tener que devolver a Chen Yansheng lo prestado en su momento.
Esta primavera, después del despido de Quique Sánchez Flores y Jordi Lardín, Óscar Perarnau asumió el mando y tuvo que tomar las decisiones más importantes en relación al área deportiva. El tiempo le dio la razón ya a su primera decisión: la elección de David Gallego como sustituto temporal del banquillo del primer equipo. Con él, el Espanyol cambió la cara y ganó 13 de los 15 puntos. El propio Perarnau decidió que Gallego volviese al filial.
Previamente, y en ese proceso, el director deportivo tenía que lidiar con la contratación del nuevo entrenador. Y sus ojos se focalizaron en Rubi, a quien conocía personalmente (ambos habían estudiado juntos el curso Nacional de Entrenadores en 2001 y coindieron en el Espanyol entre 2005 y 2008) y de quien tenía informes sobre su gestión de entrenamiento, de grupo e idea futbolística. Después de 11 jornadas, nadie duda de que la elección de Rubi como entrenador ha sido un acierto.
Después de salvar la situación del primer equipo y de contratar al técnico, Perarnau afrontó el tercer caso peliagudo: el recambio de Gerard Moreno. El delantero de Santa Perpetua, que tenía que ser vendido para efectuar los pagos obligados antes del 30 de junio y que, además, prefería cambiar de aires, había anotado el 44 por ciento de los goles del Espanyol la temporada anterior.
Como ocurrió con Rubi, el Espanyol solo tenía una prioridad, y era Borja Iglesias. Conocedor del mercado de Segunda, la secretaría técnica lo tenía analizado al detalle y, además, contaba con el respaldo de Rubi, quien también se lo quiso llevar al Huesca en su momento. Aunque la operación obligó a que el Espanyol le pagase la cláusula de diez millones de euros al Celta, por lo que el delantero gallego se convirtió en el fichaje más caro de la historia del club, tampoco nadie duda ahora de que el Panda es el sustituito ideal de la saga de delanteros goleadores que han pasado por la historia perica. Al igual que Raúl Tamudo o Gerard Moreno, Borja Iglesias aporta trabajo y goles (seis en 11 partidos por el momento). Y, además, con su carisma se ha ganado a un vestuario que lo tiene entregado. Estas son las caras y las decisiones de la felicidad en la que vive el Espanyol.
Rufete, el otro rol del Director de Fútbol
Fue la decisión más agónica en cuanto tiempo, pues hasta la estadía de Olot no se oficializó que Rufete era el Director de Fútbol Profesional del Espanyol. Otra apuesta de Óscar Perarnau, quien desde el primer día tuvo claro el candidato y así se lo hizo saber con una llamada telefónica, como ambos han explicado.
Rufete rompe con el tópico del director deportivo al uso, quien controla el mercado al cien por cien y pasa más tiempo en los despachos que en el césped. El rol del exjugador, y el que le asignó Perarnau, está más ocupado en estar cerca del equipo, preocuparse por los jugadores y que cada uno de ellos tenga un rol, se sienta valorado y pueda ofrecer el mejor rendimiento posible.
Hasta el momento, y salvo excepciones individuales, el nivel de los jugadores está siendo elevado. Es el trabajo silencioso que explican que hace Rufete y que también ayuda a que la labor técnica sea la más acertada posible. Todo suma en pos del grupo