Los 90 años de historia del Real Valladolid se vieron sacudidos por un suplemento de ilusión el 3 de septiembre. Aquella jornada se hizo oficial lo que era un secreto a voces: Ronaldo Nazario se hacia con el 51% de las acciones, procedentes de Carlos Suárez, por cerca de 28 millones de euros, y pasaba a ser el máximo accionista del club pucelano, dejando a su vendedor como presidente y asumiendo él el papel de presidente del Consejo. La repercusión fue mundial. El Real Valladolid apareció en todos los medios de comunicación del mundo, mientras el brasileño hizo un aterrizaje suave en el club tras asegurar por activa y por pasiva que no hay ningún grupo inversor detrás de la compra y que el dinero de esta operación es suyo.
Hábil en el campo de juego, el carioca demuestra serlo también en los negocios y en dos semanas el club abrirá en Madrid una oficina comercial. No entró como el caballo de Atila en el club, sino que valoró lo que se había hecho hasta el momento, dio su apoyo a quienes habían llevado al club a Primera. Se mostró satisfecho con la dirección deportiva y con el cuerpo técnico. De hecho, una de sus primeras decisiones fue que la negociación con Sergio González, para su renovación, no se prolongara haciendo buena su filosofía de que “las personas felices y que se sienten valoradas rinden mejor”. También se acercó a los jugadores. Ha asistido a todos los partidos que el Real Valladolid ha jugado como local, nunca hasta hoy como visitante, llega antes que el equipo a Zorrilla, espera a los jugadores a la entrada del vestuario y les desea suerte, uno a uno, al salir al campo. Los futbolistas están encantados, a varios les ha hecho recomendaciones sobre cómo definir y ha afirmado que se quiere poner en forma para entrenar con ellos. También en el área social se ha volcado. No niega una foto o autógrafo, participa de las redes sociales y cenó con los representantes de las peñas. ¿Y con los medios? Poco. Su director de comunicación impone una línea inglesa de que los propietarios no hablan con la Prensa y sólo concedió una entrevista a un periódico local pese a tener centenares de peticiones.