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BARCELONA - REAL MADRID

El Sevilla mostró el camino al Madrid: 16 tiros en 65 minutos

El Barça se vio absorbido por circunstancias que no controló al no estar Messi. Le costó establecerse en campo rival por la presión avanzada.

Pablo Sarabia controla un balón ante Sergio Busquets.
Pablo Sarabia controla un balón ante Sergio Busquets.

Las sombras. A cuatro días del Clásico, la ausencia de Messi ante el Inter fue resuelta, posiblemente, por el Barcelona más serio y entero de la temporada. Los únicos intervalos de tiempo anteriores sin el argentino, 55 minutos contra el Athletic y los 65’ frente al Sevilla, hacían presagiar un panorama opuesto. En esos compromisos ligueros, el Barça se vio absorbido por circunstancias que nunca controló al no estar Messi. De inicio le costó establecerse en campo rival por la presión avanzada de Athletic y Sevilla. No es lo mismo que reciba Messi exigido a que lo haga Dembélé. La propensión a la anarquía del jugador galo, con indiscutibles apuros para proteger la pelota y descargar al buscar más la acción individual en lugares que no tocan, provocó, por ejemplo, un maremágnum de pérdidas ante los de Berizzo en el primer tiempo (68, sólo diez fueron de Dembélé). Esta carencia afectó a la gestión del partido de los de Valverde contra Athletic y Sevilla. Es conocido que cuanto menos balón tiene más sufre. El Sevilla le ganó la posesión en el largo rato que no estuvo Messi (52% por 48%) y llegó a disparar en 16 ocasiones, aunque se desvió del objetivo por sus licencias atrás y Ter Stegen. Asimismo, el Barça trasladó en estos choques la sensación de ser un equipo rutinario, poco inflamado y desprovisto de desequilibrio en jugadas estáticas. Lógicamente, sin Messi pierde luz por dentro, la zona por la que más ataca (34 acciones por partido), y se desactiva la conexión tan prolífica y casi indefendible que comparte con Jordi Alba. Han creado de forma directa 43 ocasiones y 11 goles en los tres últimos cursos entre Liga y Champions.

Las soluciones. Ninguno de estos defectos comparecieron ante el Inter. Valverde disponía de alternativas de perfiles variados, tanto en jugadores como en posibles cambios de dibujo, para sustituir a Messi y se inclinó por la que más se acercaba a la tipología de juego del ‘10’. Rafinha encajó partiendo desde la derecha, se movió con sentido entre líneas y fue partícipe del modelo asociativo azulgrana. El Barcelona aclaró su salida a través de Busquets, un superlativo Arthur y Coutinho. A partir de la integración de los tres, cada vez más natural, progresó y adoptó posiciones en terreno contrario. Se intercambiaron 62 pases. Sin Messi se extendió más por la izquierda que por cualquier otro carril (40,1% de jugadas desde ese lado). El Barça logró agruparse alrededor del balón, ayudado por la postura menos agresiva de los de Spalletti. No fue el equipo espasmódico del día del Sevilla (20 contraataques, ocho más de su media habitual). La titularidad de Rafinha aportó estabilidad defensiva en la otra banda, aplicado en la presión e inteligente en la toma de decisiones. De sus 87 acciones sólo erró 12. Se centró y conjugó con Luis Suárez. Movimientos a la inversa que difuminaron las marcas italianas. La personalidad del uruguayo, muy hábil en los desmarques de apoyo y en el juego de cara, redondeó el juego posicional de los de Valverde. El Barcelona camufló el impacto de la baja del argentino con una actuación colectiva y enfocada a saber qué debía hacer en cada momento, justo lo que le faltó otros días. La noche del Inter rearmó a los de Valverde, pero al Madrid le queda la esperanza de mirarse en el Sevilla y en esos 65 minutos en los que Messi no estuvo en el campo.

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