Gerard regresa a Cornellà desposeído de su herencia

Cuando era pequeño solía pensar que después de Tamudo no habría nadie más. Máximo goleador, perico y catalán. Se llama Gerard Moreno y lleva el ‘7’ detrás”. La melodía acaso más popular de la era Cornellà, en la que ningún otro futbolista perico ha tenido cántico propio (con la excepción de Wakaso), aún resuena en los recovecos de una grada que aloja hoy al heredero destronado, ahora forastero, con la camiseta del Villarreal.

Pero las cosas cambian rápidamente y hoy el debate en la afición perica estriba en cómo recibirlo, con reacciones movidas en muchos casos más por la emoción que por la razón. El delantero, perico de cuna, procuró tres años prolíficos con la camiseta blanquiazul, culminados con una última temporada en la que brindó hasta 19 alegrías en forma de goles oficiales, que alejaron a un gris Espanyol de la mediocridad y del descenso. Incluso su venta, por el importe de su cláusula, le sirvió al club perico para algo más que equilibrar las cuentas.

Tan intenso fue el amor (sólo se perdió siete minutos la pasada Liga) como el dolor que produce su marcha y que empuja irracionalmente a la búsqueda de culpables. Una sensación similar es la que está tratando de evitar ahora Gerard en un Villarreal que le exige más gol: lleva dos oficiales, y falló un penalti la pasada jornada ante el Valladolid. No es sólo cosa suya, en un Submarino fatigado por la Europa League y que no acaba de carburar... Salvo a domicilio, donde los números sí corresponden a esa zona alta donde se aposentará el que hoy gane.

Lo intentará un Rubi que recupera a David López y que contará también con Hermoso, lesionado toda la semana, e igualmente un Calleja que deberá rotar para situar a su alineación más en forma.