El Real Zaragoza e Imanol Idiákez, en la encrucijada
La debacle frente al Lugo este pasado sábado ha dejado malparado al equipo y señalado a su técnico. Es un momento para una reacción inmediata.
La debacle frente al Lugo ha dejado malparado al Real Zaragoza y señalado a su entrenador, que no supo dar solución a la importante ausencia del nigeriano James Igbekeme y ha visto como en sólo dos partidos han desaparecido las mejores virtudes que adornaban a su equipo, aquellas cualidades que hicieron fortuna y desataron la ilusión frente a la Unión Deportiva Las Palmas y el Oviedo: una indudable capacidad intimidatoria sobre el rival y una asfixiante presión tras cada pérdida de balón. Todo eso se empezó a esfumar en Almería y ni se vio ante el Lugo.
Idiákez hizo una interpretación muy parcial de la derrota en Almería, achacándola a un exceso de ambición por ganar el partido, cuando el Zaragoza no hizo nada para ganar, y se ha agarrado a un supuesto pecado de suficiencia para explicar la catástrofe ante el Lugo ––"Hemos sacado pecho y nos lo han partido"––. Como discurso público puede ser muy socorrido, pero la verdad es que el Zaragoza no fue vapuleado por el Lugo porque se creyera mejor que el Lugo. La verdad es que no supo interpretar nunca el partido y estuvo lento e impreciso, sin fe, sin luz, sin nada. Totalmente a la deriva.
Puede que los sistemas no sean tan importantes, pero sí lo es la elección de los jugadores para cada partido. E Idiákez se equivocó insistiendo en Buff cuando la solución más natural a la ausencia de James es Nieto, y se volvió a equivocar dándole a Grippo unos galones de indiscutible que no demuestra. También Zapater está muy lejos de su mejor versión y sin James, corazón y pulmón en una misma camiseta, es muy arriesgado jugar siempre con tres hombres por detrás del balón. En descargo del técnico hay que señalar que faltan dos titulares como Eguaras y Raúl Guti que le darían al centro del campo otra intención y otro vuelo, pero Idiákez está para buscar soluciones y adaptarse a las circunstancias más adversas.
Transcurridas seis jornadas, el Zaragoza ya ha perdido dos partidos, sólo ha ganado uno de los tres como local y empieza a estar lejos del ascenso directo. Y ésta no es una temporada de aproximación al objetivo, sino que debería ser de final de trayecto. No es cuestión de encender ya ninguna alarma, pero en los dos próximos encuentros, en Albacete y frente al Osasuna en La Romareda, el Zaragoza de Idiákez va a someterse a dos exámenes muy relevantes. Lo peor que podría pasarle al Zaragoza es tener que cambiar de entrenador, pero Idiákez va a tener que restablecer su crédito de forma inmediata. Él y su equipo están ahora en la encrucijada, porque han perdido todo lo que tenían ganado y deben volver a empezar.
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