Un Giménez sin límite vertical
Daniel Martínez, su técnico en las inferiores de Danubio, explica cómo se forjó su cabezazo. En Mónaco dominó el espacio aéreo en ambas áreas.
No estaba el césped del Louis II de Mónaco para arabescos terrestres ni tampoco el Atlético anda últimamente sobrado a juego corrido para haber podido levantar sobradamente el tanto inicial de Grandsir. Pero justo antes del descanso, Germán Burgos subió al desván y recuperó un viejo recurso de campeón, de Liga concretamente. El balón parado encauzó el rumbo. Y no es novedad en el caso que fuera Giménez. El charrúa hace tiempo que se pasea por los campos sin límite vertical. Al ya pulido oficio de central añade la etiqueta de ser uno de los mejores cabeceadores del fútbol europeo. En su área y en la ajena.
Porque si decidió el partido adelantándose a toda la defensa monegasca (su séptimo gol como colchonero, sexto de cabeza), no fue menos importante su dominio del aire en el minuto 90. “Se quedó contento con el gol, pero también y lo que da el valor al central son las dos pelotas que sacó al final”, sentenciaban ayer los que mejor le conocen. Y es que, en un intervalo de 20 segundos, primero se quedó suspendido en el aire para quitarle a Falcao el empate de la cabeza. Al Tigre... Y, después, hizo lo mismo con otro centro de Tielemans que buscaba N’Doram. Ahí murió el Mónaco.
Muy trabajado.
A kilómetros de allí, en Uruguay, el gol le traía gratos recuerdos a Daniel Martínez. Al 'Abuelo', que tuteló el crecimiento de Giménez en las inferiores de Danubio, no le sorprende nada de lo que haga el central a muchos centímetros del suelo. “Esa jugada de Mónaco la utilizábamos mucho con él, como nuestra arma; distraíamos con mucho movimiento de gente en el primer palo y él llegaba desde el segundo para cabecear”, rememora Martínez. Se lo vio hacer muchas veces con La Franja y ahora también en el Atleti. “Josema es un toro, va a la disputa solamente a ganar y traía unas condiciones naturales, no tiene piernas, yo le decía que eran resortes, después estaba el ritmo y afrontar el cabezazo exactamente igual que si fuera una marca, con la obsesión de ganarla siempre, el que duda no la gana”, anticipa Martínez para subrayar la última clave, “la que le hacía diferente al resto y que trabajamos mucho, porque la altura ayuda, pero no decide todo, a menudo se ve a tipos de 1,90 que no tienen esa sincronización ni su batida”. “Se trata de alcanzar la pelota en el punto más alto de la caída, donde solamente él puede llegar, porque tiene un despegue espectacular, una facilidad inaudita para levantarse”. Martínez lo explica acudiendo a la técnica del baloncesto y al rebote.
Hace meses se hizo viral un vídeo de Giménez trabajando el salto en el gimnasio de la AUF, preparándose para el Mundial. Un salto vertical diabólico. Y ansia. “Había que provechar su potencial y su temperamento, pulirlos, incluso a veces lo utilizamos de 9 en momentos de necesidad”, explica su extécnico, quien reconoce que también tenía que frenar a veces su temperamental ímpetu. “Lo veo evolucionado, piensa mejor las situaciones, cuándo ir al suelo, cuándo frenarse, antes eso podía pagarlo el equipo porque le cobraban una tarjeta, pero lo veo controlado, muy seguro”, comenta el 'Abuelo' Martínez, quien marcó decisivamente la carrera de Josema cuando con 16 años quería dejarlo en un momento de debilidad: “Hablábamos mucho, de lo futbolístico y de lo personal, era muy normal, pero aquella no era una bronca más, algo había que hacer y, afortunadamente, él se dio cuenta de que lo que le dije se cumplió y se calmó; hoy es un orgullo verle a él y a otros a los que intenté darles todo lo que pude”.