Cristo y Vinicius, sociedad letal
El canario anotó los dos primeros goles y el brasileño certificó el triunfo con una falta directa. Rozó el doblete con un jugadón que acabó en el larguero.
Este Castilla 2018-19, parece, ha aprendido la lección del curso pasado y ha arrancado esta Liga con una entereza que apenas se apreció la temporada pasada. Empezando por convertir el Di Stéfano en el fortín con el que todo aspirante al ascenso a Segunda debe contar. En la primera jornada se impuso con solvencia al filial de Las Palmas y en la cuarta, tras dos empates seguidos a domicilio (Atlético B y Adarve), elevó su mejor versión para domar en un soberbio primer tiempo al Unionistas de Salamanca, reducto de ese fútbol de otro tiempo que bañó de color las gradas del estadio castillista.
El filial de Solari (ausente por segundo partido tras su expulsión el derbi del Cerro del Espino) pecó la pasada campaña, en muchos momentos, de pardillo, un defecto que parece decidido a erradicar. El argentino, como ya hizo en casa del Adarve, introdujo numerosos cambios en el once, eligiendo a Moha para la portería, Ayoub y Martín Calderón en la sala de máquinas y contando con el regreso de Vinicius, protegido por el club en la pasada jornada pese a su exhibición en el derbi de filiales, con doblete incluido.
La luz del brasileño no brilló con la misma potencia que en el Cerro rojiblanco, pero aun así le dio para dejar un golazo de falta, perfecta definición por el palo del guardameta Molina tras provocar él mismo el libre directo, y un jugadón sin final feliz: al galope por la izquierda, eliminó con sus recortes tres rivales y revolcó por los suelos a Molina, pero a puerta vacía se llenó de balón y la mandó al larguero. Una lástima, pecado de juventud. Pero el mejor premio sigue siendo ver que, pese a venir del estrellato brasileño y haber costado 45 millones, no le duelen prendas en pasear su clase por Segunda B hasta que Lopetegui le estime preparado para mayores metas. Ya es el máximo goleador del Castilla, con tres dianas.
Vinicius certificó un triunfo que encarriló Cristo, ese ariete de nuevo cuño, mediapunta de nacimiento, en el que Solari insiste y que ante Unionistas dio preciosos frutos. En los primeros minutos, recibió dentro del área un pase filtrado de Sergio López, sentó a dos defensores con un recorte y fusiló con la zurda a un Molina vendido. Más tarde fue Martín Calderón quien le asistió para que el canario se buscase el hueco y soltase la diestra, con un tiro cruzado e inalcanzable. Rozaría en el segundo tiempo el hat-trick antes de dejarle el sitio a Dani Gómez, que se buscó bien las habichuelas en el ratito de que dispuso, sin suerte.
El colegiado Martín González bien pudo dispensar a unos y otros de un segundo tiempo que nada cambió. El Unionistas, completamente superado, se quedó con una falta lanzada por Góngora en el primer tiempo y bien despejada por Moha como su mejor tentativa en ataque. Y el Castilla, sin acierto para rematar los contragolpes tras el descanso, sí dejó al menos una imagen de solvencia y rocosidad que le vendrá bien en días por venir. En ese engranaje destacó, sin duda, el debut del marroquí Ayoub, todo despliegue y seriedad con y sin balón.